Crítica de discos: Deftones entre lo mejor del año, Radiohead siempre brilla y Maroon 5 es irrelevante
Las novedades discográficas de los últimos días se mueven por polos extremos. Mientras Deftones y Radiohead despachan algunos de los mejores lanzamientos de la temporada, Maroon 5 demuestra que perdió su estatus en la escena pop actual.
*Deftones - Private music
Desde un comienzo hace 30 años con Adrenaline, Deftones planteó superar las especificaciones técnicas del nü metal, un motor de arranque sujeto a límites y caricaturas. Conectaron con afluentes góticos, la new wave y el power pop, convocando una audiencia mucho más heterogénea para los parámetros metálicos, bajo renovación generacional gracias al abono de una discografía inapelable.
La voz insinuante y explosiva de “Chino” Moreno, los voluminosos riffs diseñados por Stephen Carpenter, la cadencia y los ataques feroces de Abe Cunningham en batería, y el sello texturado y ambiental de Frank Delgado en teclados, se han convertido en una reunión de fuerzas combinadas improbables, en función de una categoría superlativa.
Private music, rodeado de elogios que lo sitúan como lo mejor desde White pony (2000), ofrece un refinado ajuste y convivencia de capas tectónicas sónicas en pos de sensualidad y acecho. Sin rellenos, hay piezas excepcionales como cXz, un manifiesto de la elasticidad entre la intensidad metalera y la conexión fluida con un pasaje de tiempos alterados y resonancias melancólicas. ~metal dream coquetea con el dub (y recuerda a Quicksand, la banda del ex bajista Sergio Vega), mientras el single milk of the madonna es Deftones atemporal en dosis perfecta. El retorno de Nick Raskulinecz en la producción timbra uno de los álbumes del año.
*Radiohead - Hail to the thief (Live recordings 2003-2009)
Con el futuro de Radiohead en redoble de tambores sin novedades de estudio por casi una década, incertidumbre acrecentada por el éxito de The Smile entre Thom Yorke y Jonny Greenwood, la banda recurre a los archivos.
Cuando el líder y cantante trabajaba en los arreglos de la producción teatral de Hamlet hail to the thief, creada por la Royal Shakespeare Company, revisó material en vivo que repasaba el álbum de 2003. Sorprendido por “la energía que transmitía nuestra forma de tocar”, seleccionó una docena de los 14 cortes del disco grabados en Londres, Amsterdam, Buenos Aires y Dublín.
El pulido en el sonido unifica los registros, prácticamente imposible advertir que se trata de grabaciones espaciadas por años. La alusión a la energía no es vocabulario promocional, sino una constante desde 2 + 2 = 5, elaborada en torno al mapa rockero de los 90, con fuerza in crescendo y estallido, intensidad que permea a Sit down.Stand up. El cruce crepuscular de Sail to the moon conmueve por la interpretación sencillamente brillante de Yorke, para volver a una guía rock más tradicional en Go to sleep. Myxomatosis es un mazazo sincopado y siniestro, una masa de sonido ominoso espectacular.
A pesar del par de canciones menos, Hail to the thief todavía se hace un poco largo. La perspectiva en vivo reitera que en calidad de sonido, Radiohead siempre jugó adelantado.
*Maroon 5 - Love is like
La banda de Adam Levine alcanzó un extraño punto de inconsistencia en este octavo álbum. Love is like se esfuerza por presentar honores al soul y el funk con un hálito vintage insistente desde Hideaway, el primer título, precedido por el ligero crepitar de una aguja que se cuela por el canal derecho, hasta que irrumpe la voz de Levine siempre en el tono y con marcado matiz juvenil, como si fuera un chico en sus primeros 20, y no un adulto de 46 años.
La canción homónima junto a Lil Wayne, de grueso bordado lírico comparando romance con drogas, aspira a rankings con los elementos correctos entre hip hop y detallitos jazz en el piano, pero nuevamente el registro de Levine, aplicado como si se tratara de hacer un favor con lo necesario, resuena vacío, a distancia kilométrica de los primeros éxitos del grupo hace dos décadas.
La incorporación del saxo para el soul de ojos azules en All night trae algo de aire más orgánico, aún así insuficiente. Las canciones se suceden con una intro que se repite en la mezcla, como si se tratara de una radio sintonizada en frecuencia AM hasta que se encarrila en la FM. Burn burn burn es un festival de clichés soul que empalma hip hop, interpretada con piloto automático. Hacia el final, canciones como Jealousy problems, My love y California, intentan demostrar cierta versatilidad estilística. En términos formales funciona y cumple con la misma profundidad de un programa de talentos televisivos.
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