Culto

“¡Filo con ustedes!”: el día de furia de Jorge González contra la prensa y los micrófonos

Un 25 de septiembre de 2003, hace 22 años, ocurrió uno de los hechos más recordados de la música chilena. Una accidentada rueda de prensa donde Jorge González reaccionó molesto por las constantes preguntas sobre la salida de Claudio Narea de Los Prisioneros.

“¡Filo con ustedes!”: el día de furia de Jorge González contra la prensa y los micrófonos

Si había un lugar en el que todo el mundo quería estar en la mañana del 25 de septiembre de 2003, era en las afueras del edificio de la radio Rock & Pop, en Eliodoro Yáñez 1783. Ahí, se iba a efectuar una rueda de prensa de Los Prisioneros, o más bien, lo que quedaba de ellos.

Frente a los micrófonos se posicionaron Jorge González y Miguel Tapia. ¿Y Claudio Narea? Había sido recientemente expulsado del grupo en una decisión del dúo González-Tapia, la cual fue hecha pública el 16 de septiembre, mediante un comunicado entregado por Warner Music. El trío tuvo su último recital el 21, en el cierre de la Fiesta de la Pampilla de Coquimbo. Fue la despedida oficial del guitarrista del conjunto.

Dos días después, la idea era que el dúo González-Tapia ofreciera una conferencia de prensa donde hablaran de los siguientes pasos del grupo, que no eran pocos: el anuncio de su gira con Café Tacvba, la grabación del álbum Raras Tocatas Nuevas en el que debutaría el nuevo guitarrista del conjunto: nada menos que Álvaro Henríquez, en calidad de músico invitado.

Los Prisioneros en el programa Ciencia Ficción de Radio Rock & Pop.

Sin embargo, el interés de los medios estaba en la ruptura del trío. Anticipándose a ello, González comenzó la rueda asegurando que no hablarían del tema. “Como dijimos en el escenario [de la Pampilla], hicimos un acuerdo de caballeros y lo vamos a dejar ahí”.

“No vamos a hablar más de ese asunto, en realidad, entre nosotros quedamos de acuerdo en que las diferencias quedaban dentro de nosotros”; insistió el líder. Sin embargo, fue consultado por la carta abierta que Narea publicó en el sitio web del grupo donde daba su versión de los hechos, en la que aseguraba que González lo había expulsado “por querer figurar”. Aunque en verdad, Jorge estaba molesto por la apática actitud del guitarrista en la grabación del disco homónimo del 2003.

“Claudio dijo que quería componer más y todos accedimos a que lo hiciera -recordó Carlos Fonseca a este medio-. No compuso prácticamente nada en ese período, pero se dedicó a criticar los temas que mostraba Jorge, en especial los más electrónicos, como Europa y Los Templos. Decía que el material de Jorge era flojo y no lo que él esperaba de un nuevo disco de Los Prisioneros“.

Los Prisioneros, 2003

Como quien se engancha ante lo prohibido, la negativa de González y Tapia de ahondar en la salida del grupo no hizo sino aumentar el deseo de los periodistas presentes, quienes, oliendo sangre, no dejaron de preguntar del tema. La respuesta del dúo seguía siendo la misma. Pero sin querer, Miguel Tapia abrió una ventana: “Nosotros decidimos que Claudio se fuera del grupo por motivos que él y nosotros solamente sabemos”.

“Y que los conversamos”; añadió González, “La verdad, no vamos a dar ninguna explicación”. Pero con eso no hizo sino avivar las llamas y las preguntas continuaron. Y el líder ya sonaba algo cortante, perdiendo de a poco la paciencia. Una nube negra se estaba posando sobre él. Seguro quería tomar sus cosas e irse pronto. Lo cierto era que no tenía ninguna gana de estar ahí.

A duras penas González presentó al nuevo integrante “con el que estamos súper felices de tocar”. Ahí apareció Álvaro Henríquez, por entonces, el líder de Pettinellis, ataviado con una chaqueta verde olivo, barba y boina, al estilo “Che” Guevara. “Hola hola”, saludó el penquista.

Luego vinieron el anuncio del disco de las Raras Tocatas y la gira con Café Tacvba. “Para que la gente vea cómo funcionan Miguel...Álvaro y Jorge”. González suspiró aliviado, seguro pensaba que había logrado zafar de la tormenta. Incluso, en su estilo, el hombre de Déjate caer bautizó al conjunto como “Los Prisionellis”. Parecía que la conferencia se había enrielado para donde quería González.

Pero no. Tras las preguntas de rigor a Álvaro Henríquez, siguieron las consultas sobre el tema de Claudio Narea y el por qué de su carta. “No vamos a salir de ahí”, dijo González, ya algo ofuscado. “Si Claudio decidió hablar por su parte no es culpa nuestra”, agregó Miguel. “Nosotros no inventamos esa polémica”, dijo Jorge. El volcán acumulaba llamarada.

A los 6 minutos 43 segundos, una periodista comenzó a preguntarle a Henríquez sobre “la carta de Claudio Narea”. Ahí el líder no aguantó más. “Y dale con la carta de Claudio Narea, ya filo con ustedes”. Y mientras Miguel Tapia aseguraba: “Bueno ya, eso era todo”, Jorge González explotó, y lo hizo en dos tiempos: primero, procedió con su mano derecha a derribar los micrófonos de la prensa instalados frente a él. Luego, con ambas manos, culminó su obra lanzando los vasos y un jarro de agua más un micrófono que se había salvado del primer mangazo.

A su lado izquierdo, Alvaro Henríquez asintió conforme. La rueda duró 7 minutos y pasó a la historia. “¡Ya Carlos, ahí tenis tu conferencia de prensa!“, le gritó un irritado González a su manager, Fonseca, una vez que abandonó el estrado. ”Chaíto", cerró Henríquez.

Con la salida de Narea, Los Prisioneros se habían quebrado para siempre. Sin retorno. Esa escena enmarcada en el vidrio brillante de unos vasos rotos fue el primer recordatorio de aquello.

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