Culto

Un venezolano en “el país de la anarquía”: cuando Simón Bolívar intentó evitar la llegada de Andrés Bello a Chile

Contratado para venir a Chile en 1829, Andrés Bello se embarcó desde Londres a nuestro país. Sin embargo, Simón Bolívar también requería sus servicios, pero para Colombia, por lo que trató de hacerle cambiar de idea. ¿Qué ocurrió finalmente? Acá una historia de Culto.

Un venezolano en “el país de la anarquía”: cuando Simón Bolívar intentó evitar la llegada de Andrés Bello a Chile

La carta sonó urgente, perentoria. Simón Bolívar esperaba que su amigo alcanzara a leerla a tiempo, y sobre todo, que siguiera su consejo. Hacia 1829, las jóvenes repúblicas americanas daban sus primeros pasos tras haber obtenido su independencia de España, y la organización estaba trayendo problemas a algunas de ellas, como las tensiones entre unitarios y federales en Argentina; o la de liberales (pipiolos) y conservadores (pelucones) en Chile. Era el período de la Organización de la República.

En ese marco, el intelectual venezolano Andrés Bello López, quien por entonces se encontraba en Londres, había recibido una oferta de parte del ministro Plenipotenciario de Chile en la capital inglesa, Mariano Egaña. Se trataba de venir al país para asumir un puesto en el ministerio de Hacienda. A Bello le vino bien pues tenía ganas de abandonar Europa, donde residía desde 1810, por lo que aceptó de buena gana la oferta de Egaña.

Mariana Egaña, retratado por Raymond Monvoisin. PATRICIA_NOVOA_CORTEZZ

Pero don Mariano no fue el único en pensar en Bello para que ocupara un cargo, Simón Bolívar también requería sus servicios, pero como cónsul general de Colombia en París. Sin embargo, ya era tarde. Bello ya había tomado su decisión y al momento de ser contactado por Bolívar se encontraba viajando al territorio chileno.

Desesperado, Bolívar se jugó su último recurso. En una carta fechada el 27 de abril de 1829, el Libertador le escribió a su amigo J. Fernández Madrid para que intercediera ante Bello e impidiera su viaje a Chile. Y la verdad es que el caraqueño se refirió en términos muy duros a nuestro país.

Simón Bolívar

“Yo ruego a usted encarecidamente que no deje perder a este ilustrado amigo en el país de la anarquía...”. La carta la cita el historiador Guillermo Feliú Cruz, en 1964 (“Prólogo” a Bello, A., “O. C.”, vol. XVI, p. LIX; también en Cartas del Libertador, Vol. VII, 1970, “Carta a J. Fernández Madrid”, 27 de abril de 1829, p. 127).

El reclamo no sirvió de nada, y Bello arribó a Chile junto con su segunda esposa, Isabel Antonia Dunn a hacerse cargo del puesto de oficial mayor del Ministerio de Hacienda. Con el tiempo, echaría raíces y ocuparía otros cargos: académico del Instituto Nacional y fundador del Colegio de Santiago. Por estos servicios, se le concedió la nacionalidad chilena por gracia, el 17 de octubre de 1832.

Además, fue senador por Santiago entre 1837 y 1864, redactor del Código Civil chileno entre 1840 y 1855, y como si fuera poco, el primer rector de la Universidad de Chile, desde 1842 hasta su muerte, en 1865.

Todos esos puestos y obras que realizó Bello, fue porque el país efectivamente necesitaba organizarse en medio de un panorama por lo menos convulso. A su llegada, en 1829, las tensiones estaban al alza. Gobernaba el general Francisco Antonio Pinto (padre del futuro presidente Aníbal Pinto), quien ganó las elecciones presidenciales de ese año. Sin embargo, para el cargo de vicepresidente, el Congreso (con mayoría pipiola) dio como elegido al señor José Joaquín Vicuña, el problema es que este había obtenido la cuarta mayoría. En rigor, el cargo le correspondía a la segunda mayoría, Francisco Ruiz-Tagle Portales (primo del futuro ministro Diego Portales), pero era conservador.

Los conservadores acusaron fraude, y los militares de Concepción, liderados por el general José Joaquín Prieto y su sobrino, el coronel Manuel Bulnes, se levantaron en armas desconociendo al nuevo gobierno. Ello originó una guerra civil y una seguidilla de gobiernos provisorios que terminaron con la Batalla de Lircay (1830), que le dio el triunfo definitivo al bando conservador, que puso las reglas por los siguientes 31 años. Bolívar no estaba tan errado.

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