Boris Johnson se enfrenta al Parlamento bajo una nueva amenaza de los conservadores para que renuncie

El primer ministro británico, Boris Johnson, habla en la Cámara de los Comunes, en Londres, el 19 de abril de 2022. Foto: Reuters

El primer ministro británico se enfrentó a los legisladores británicos, en su primera comparecencia parlamentaria desde que fue multado por la policía por asistir a una fiesta de cumpleaños en su oficina, que incumplía las normas contra el coronavirus.


El primer ministro británico, Boris Johnson, se disculpó este martes ante los miembros de la Cámara de los Comunes, en su primera comparecencia parlamentaria desde que fue multado por la policía por asistir a una fiesta en su oficina que incumplía las normas contra el coronavirus.

Johnson, su esposa Carrie y su ministro de Finanzas, Rishi Sunak -segundo más alto cargo del gobierno- fueron multados el pasado martes con 50 libras (US$ 65) por una fiesta de cumpleaños celebrada el 19 de junio de 2020 con decenas de personas en la sala del Consejo de Ministros.

Los políticos de la oposición -y algunos de los conservadores del gobierno- han pedido con creciente frustración que Johnson renuncie desde que el año pasado surgieron acusaciones de que su equipo y él habían celebrado fiestas de oficina en 2020 y 2021, cuando millones de personas en el país tenían prohibido reunirse con amigos y familiares o incluso asistir a los funerales de sus seres queridos, todo como parte de las restricciones por la pandemia de coronavirus.

“Con toda humildad”, dijo el premier -desatando una sonora risotada en las bancadas de la oposición-, “repito mis disculpas de todo corazón”. “Tan pronto como recibí la notificación, reconocí el dolor y el enojo, y dije que la gente tenía derecho a esperar algo mejor de su primer ministro”, indicó Johnson en el Parlamento.

La policía de Londres ha emitido 50 sanciones por el llamado “partygate”, el escándalo de las fiestas ilegales organizadas en dependencias gubernamentales durante los confinamientos de 2020 y 2021, que a principios de año hizo peligrar la permanencia de Johnson en el poder.

Boris Johnson durante una declaración a los parlamentarios sobre la situación en Ucrania luego de la invasión rusa, en la Cámara de los Comunes, en Londres, en abril. Foto: AFP

Cuando, en su momento, un diputado le preguntó al primer ministro si había habido una fiesta en Downing Street el 13 de noviembre de 2020, la respuesta fue tajante: “No, y estoy seguro de que, ocurriera lo que hubiera ocurrido, se respetaron en todo momento las normas vigentes”.

La investigación, que cubre una docena de eventos, desde celebraciones navideñas hasta fiestas de despedida, sigue abiertas, por lo que el primer ministro -cuya presencia se señaló en otros actos- podría ser multado nuevamente.

Johnson se convirtió en el primer jefe de gobierno en ejercicio sancionado por infringir la ley. Una vez que fue multado pidió “disculpas completas” ante las cámaras de televisión, afirmando “entender la ira” de los británicos, privados en aquella época de reunirse con sus seres queridos. Sin embargo, ha rechazado los llamados a dimitir, reiterados por la oposición que lo acusa de haber mentido al Parlamento cuando afirmó en diciembre que las normas anti Covid no se habían infringido.

El líder laborista Keir Starmer llamó a los diputados de la mayoría conservadora a “devolver la decencia, la honestidad y la integridad a nuestra política” votando contra Johnson, sobre el que “los ciudadanos ya se han hecho una opinión”. Recientes sondeos mostraron que la mayoría de los británicos considera al líder conservador como un “mentiroso” que debería dimitir.

Pero las voces para que salga del poder no solo vienen de la oposición, sino que incluso de los mismos parlamentarios conservadores, quienes están considerando las consecuencias de los terribles resultados de las elecciones locales como su próxima oportunidad para derrocar a Johnson.

Según el diario The Guardian, incluso sus más férreos defensores sienten que su lealtad no ha sido recíproca e incluso señalan que les han dado una “bofetada”. “Todo lo que tengo para mostrar es una bofetada en forma de Boris en mi mejilla”, agregaron.

La mayoría de los que compiten por derrocar al primer ministro han puesto su mirada en el próximo mes, cuando creen podrían haberse emitido más multas, y que un conjunto deficiente de resultados en las elecciones locales del 5 de mayo mostraría el efecto dañino que el “escándalo de la fiesta” está teniendo en la popularidad de los conservadores.

El primer ministro británico, Boris Johnson, aguarda a su homólogo kurdo, Masrour Barzani, en Downing Street. Foto: Reuters

“No pasará nada hasta después de las elecciones de mayo, lo que podría ser terrible”, dijo al periódico un alto parlamentario. Otro agregó: “No creo que esta semana sea un problema. Pero sospecho que los desafíos más grandes aún están por venir. El hecho de que el primer ministro sea multado varias veces será muy malo, pero, con mucho, el mayor problema es la sensación de que el gobierno ahora está cansado y desarticulado. Eso es lo que me pone nervioso”.

Un tercero predijo: “El hechizo sobre los colegas podría romperse cuando sus concejales comiencen a perder en mayo y cuando las elecciones parciales de Wakefield salgan mal”.

Algunos de los que hicieron públicos sus pedidos de que Johnson renunciara en enero advirtieron a sus colegas que no hicieran lo mismo, diciendo en privado que su salud mental se ha visto gravemente afectada debido al rechazo y el aislamiento que enfrentaron.

Por lo tanto, quienes consideraron presentar una carta de censura dijeron que querían esperar el momento adecuado. “No voy a disparar a menos que esté seguro de que puedo derribarlo”, dijo uno.

Otro confesó a The Guardian: “Este infeliz conejito de Pascua se mantiene seco”. Un tercer parlamentario escéptico dijo que Johnson “intentaría la postura habitual de los negocios”, pero advirtió: “Hay confianza pública, pero mucha gente expresa preocupación privada sobre su futuro”.

El experto en elecciones y también conservador Robert Hayward indicó a The Guardian que un mal desempeño en las urnas el próximo mes, coincidiendo con más sanciones, “podría desencadenar todo el proceso a partir de enero nuevamente”.

Lindsay Hoyle, presidenta de la Cámara de los Comunes, accedió a la petición de los partidos opositores para que se vote el jueves si Johnson debe ser remitido a la comisión de privilegios para una investigación. Según el código ministerial, engañar a sabiendas al Parlamento es un delito que debería conllevar la dimisión.

La comisión es un grupo multipartidista de siete diputados, que tiene una mayoría conservadora, pero está presidido por Chris Bryant, del laborismo. Los parlamentarios del comité tendrían que analizar un tema increíblemente complicado: tratar de determinar si Johnson engañó deliberadamente al Parlamento.

Este es un cargo que muchos diputados de la oposición admiten que sería difícil de probar. Pero para descubrir la verdad, el comité podría pedir documentos, convocar testigos y, si es necesario, recomendar una sanción como suspensión o expulsión.

La sanción aún tendría que ser aceptada o rechazada por la Cámara de los Comunes, por lo que, con su gran mayoría, el gobierno tiene confianza de que sea rechazada. Sin embargo, indica la agencia Reuters, el debate llamará la atención sobre su conducta. Johnson evitará tener que defenderse, ya que estará de viaje en India.

Es en este sentido, que muchos creen que Johnson puede salir ileso del escándalo, debido en parte a que la invasión de Rusia en Ucrania distrajo al público y la atención política.

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