Navalny reaparece desafiante tras 24 días de huelga de hambre: Putin es un “rey desnudo y ladrón”

El líder de la oposición rusa, Alexei Navalny, aparece en monitores a través de un enlace de video desde la prisión, durante una audiencia en el Tribunal de Distrito de Babuskinsky, en Moscú. Foto: AP

En una comparecencia por video ante un tribunal, el líder opositor ruso se veía más delgado y demacrado. Su reaparición coincidió con el anuncio del cierre de las oficinas de su organización ante el temor de que puedan ser calificadas de grupos extremistas.


El opositor ruso Alexei Navalny compareció este jueves ante un tribunal mediante un enlace de video en el que denunció a los líderes políticos de su país como traidores. La audiencia coincidió con el anuncio del cierre de la sede y oficinas regionales de su organización, debido a que las autoridades buscaban hacer que éstas fueran ilegalizadas calificándolas de grupos extremistas.

Delgado y con aspecto demacrado, Navalny participó en una sesión de video en la corte por primera vez desde que terminó una huelga de hambre de 24 días en prisión para exigir un mejor tratamiento médico.

El líder opositor, de 44 años, está cumpliendo una pena de cárcel de más de dos años y medio por una sentencia por malversación de fondos de 2013, algo que él considera que es político. Navalny fue arrestado a su regreso de Alemania en febrero, donde recibió tratamiento el año pasado luego de ser envenenado en agosto con un agente químico nervioso prohibido, en un ataque del que Estados Unidos y la Unión Europea han culpado al Servicio Federal de Seguridad ruso (FSB).

El motivo de la audiencia era por una apelación en otro juicio en el que está acusado de difamar a un veterano de la Segunda Guerra Mundial que respaldó un “reinicio” de los mandatos presidenciales de Vladimir Putin. Navalny, que fue multado con 850.000 rublos (US$ 11.385) en febrero, ha dicho que el caso en su contra se inventó para dañar aún más su reputación entre los rusos.

El líder de la oposición rusa, Alexei Navalny, aparece en monitores a través de un enlace de video desde la prisión. Foto: AP

Con la cabeza afeitada, Navalny dijo que lo habían llevado a una casa para bañarlo y lucir “decente” antes de la audiencia judicial. Según la agencia Reuters, se desabrochó el uniforme de la prisión para revelar una camiseta que apenas ocultaba su delgado torso. “Me miré en el espejo. Por supuesto, solo soy un esqueleto terrible”, dijo.

Agregó que ahora pesaba 72 kilos, el mismo peso que cuando estaba en la escuela. Cuando aterrizó en Moscú en enero, después de haber estado ingresado en Alemania, pesaba 94 kilos.

Más tarde en la audiencia, Navalny comenzó su ataque contra el Presidente ruso, Vladimir Putin. Dirigiéndose al juez, dijo que la moción del fiscal de Moscú de prohibir varias de sus organizaciones era un intento de “convertirme a mí y a personas como yo en extremistas, patriotas del país que protegen al país de ustedes como traidores”.

También llamó a Putin un “rey desnudo y ladrón”, que “quiere seguir gobernando hasta el final... Vendrán otros 10 años, vendrá una década robada”. Agregó que “20 años de su gobierno infructuoso han llegado a este resultado: la corona se le está cayendo de las orejas, hay mentiras en la televisión, hemos desperdiciado billones de rublos y nuestro país continúa sumiéndose en la pobreza”. Además, acusó al líder del Kremlin y a su gobierno de “convertir a los rusos en esclavos”.

La esposa de Alexei Navalny, Yulia Navalnaya, abandona el tribunal de distrito de Babuskinsky, en Moscú. Foto: AFP

La esposa de Navalny, Yulia, también asistió a la audiencia y señaló que al líder opositor se le había permitido comer 450 calorías, mientras regresa lentamente a una dieta normal después de la huelga de hambre.

El arresto de Navalny a comienzos de año provocó masivas protestas en distintas ciudades del país, en las que se pedía su liberación. Algo similar ocurrió la semana pasada. Estas manifestaciones han sido duramente reprimidas y han dejado a miles de detenidos.

La audiencia se produjo justo cuando se cierra la red nacional de sedes regionales de Navalny y es probable que su Fundación Anticorrupción, que investiga la corrupción gubernamental sea nombrada una organización extremista, amenazando con severas penas de cárcel a quienes continúan apoyándolo.

Navalny y dos de sus ayudantes, Leonid Volkov e Ivan Zhdanov, que viven en el extranjero, fueron nombrados sospechosos en un caso penal por abrir una organización no gubernamental que presuntamente pone en peligro a los ciudadanos y sus derechos, un cargo que conlleva una multa o hasta cuatro años de prisión. Zhdanov calificó las acusaciones, que rara vez se formulan, de “exóticas”.

Un hombre pasa junto a un grafiti que representa al político opositor ruso Alexei Navalny, en San Petersburgo. Foto: Reuters

Según The Guardian, los nuevos cargos indican que Navalny y sus seguidores probablemente continuarán siendo blancos de encarcelamiento mientras se desmantela su organización política. Volkov señaló al diario británico que esperaba que la designación de extremismo, que también se ha aplicado a grupos como Al Qaeda, conduzca a “detenciones masivas”.

En todo caso, el portal Meduza señaló que la mayoría de las oficinas regionales continuarán funcionando como organizaciones sociopolíticas independientes. “Nuestra sede sabe cómo recaudar fondos, saben cómo trabajar con los partidarios, saben cómo establecer tareas ellos mismos, para encontrar temas problemáticos en la agenda regional, realizar investigaciones y apoyar a los activistas locales”, dijo Volkov.

También agregó que la iniciativa Smart Voting (voto inteligente) de Navalny continuará su trabajo y que su equipo dará a conocer su formato para las elecciones del otoño boreal a la Duma Estatal en una fecha posterior.

El centro de estudio R. Politik señala que este tipo de medidas, como la designación de “extremistas” a estas organizaciones, se relaciona con la forma en la que el régimen se está desarrollando y recuerda que la reforma constitucional del año pasado hizo que el régimen fuera más conservador, contrario a Occidente, ideológicamente represivo, así como también menos tolerante hacia cualquier tipo de crítica.

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