Chile y China buscan un futuro de progreso común

En el 73 Aniversario de la Creación de La República Popular China, el presidente Comité Bilateral de Negocios Chile – China, Francisco Silva, realiza un análisis de cómo ambas naciones han sido capaces, a lo largo de los años, de crecer, desarrollarse y disminuir la pobreza a niveles insospechados, a pesar de la distancia, y de sus diferencias culturales y lingüísticas.



Se cumplen 73 años desde la creación de la República Popular China, y en ese lapso, este país, como también el resto del mundo, han experimentado profundos y muy positivos cambios que hacen irreconocible su situación actual. Hoy día China, buscando su propio modelo de desarrollo político y económico, y la integración internacional, es una potencia mundial reconocida por todos, llevando a cabo avances sociales, políticos, económicos, tecnológicos que la tienen cerca de alcanzar el pleno desarrollo.

Sin embargo, la pobreza y la ignorancia subsisten en numerosas otras regiones del mundo, provocando inseguridad, descontento, desigualdad, contaminación e inestabilidad económica. Más aún, el debilitamiento del multilateralismo y la aparición de conflictos regionales amenazan la paz internacional.

En este lapso, tanto China como Chile han logrado salir de la extrema pobreza, con gran esfuerzo, entregando a sus poblaciones crecientes niveles de bienestar, aunque importantes sectores aún no pueden disfrutar del tan deseado desarrollo. Sin embargo, el futuro aparece cargado de amenazas y, por otra parte, aquellos ciudadanos que aún no acceden a un mayor bienestar no pueden seguir esperando.

En medio de estos desafíos, nuestros países se unieron en la búsqueda conjunta de la prosperidad tan deseada, y hace 20 años, China invitó a Chile a negociar un Tratado de Libre Comercio. Importante es mencionar que China por primera vez avanzaba hacia un acuerdo bilateral de esa categoría. Las negociaciones condujeron a la firma del tratado en 2005, vigente desde el 1° de octubre de 2006, luego de consultas internas y la aprobación legislativa, por abrumadora mayoría, de la Cámara de Diputados y el Senado de la República de Chile. Después de su promulgación, tanto China como Chile continuaron profundizando sus relaciones, no sólo en el plano comercial y económico, sino que además perfeccionaron vínculos culturales, políticos, universitarios, financieros, científicos, y en otras dimensiones, para beneficio de sus pueblos.

Asimismo, ambos países han continuado compartiendo los beneficios del libre comercio, celebrando tratados con ese mismo propósito, con un número significativo de economías mundiales, agregando acuerdos complementarios de servicios, inversiones, y en otras modalidades asociativas.

Es ineludible valorar la trascendencia de aquella decisión y su proyección en las oportunidades abiertas a nuestro desarrollo. Se consolidó la relación con China como política de Estado, abierta a un potencial de interacciones donde los dos países pusieron las bases de una relación moderna, sustentada en un constante crecimiento de intercambios comerciales, pero también abierta a inversiones determinantes en nuestra estrategia de desarrollo. Un diálogo enriquecido que se ha extendido a aspectos vitales para la población, en momentos críticos, durante la pandemia, con acceso a millones de vacunas de origen chino, de alta calidad y en cantidades suficientes. Veinte años después, China es nuestro principal socio comercial, y Chile es el tercer socio de China en Latinoamérica. Todo ello ha permitido crear cientos de miles de empleos en variados sectores nacionales, en la agricultura, minería, energía, industria, comercio, y otros servicios, atrayendo significativas e indispensables inversiones al país.

Francisco Silva, presidente Comité Bilateral de Negocios Chile – China.

Beneficio y respeto mutuo

La relación de Chile y China está siempre en construcción. De nuestra parte cabe proyectarla e impulsarla con la mirada en el largo plazo, en las transformaciones profundas que determinan el devenir del siglo XXI y siguientes. Una relación de beneficio y respeto mutuo que, desde una legítima autonomía, se integra a los lazos con otros países determinantes para el interés nacional y orden internacional. Asimismo, la revolución digital está demostrando que la distancia no es el obstáculo en el diálogo con China. Con las redes y plataformas del mundo virtual, los intercambios son fluidos. El desafío mayor está en los entendimientos y la comprensión de las diferencias, para, a partir de ellas, construir una visión compartida de las tareas concretas donde nuestros esfuerzos y complementaciones fructifican en beneficios recíprocos.

El mundo se debate en una serie de tensiones, desencuentros y conflictos culturales, ideológicos, y más recientemente, en episodios bélicos concretos. En estas circunstancias, las dirigencias políticas atraviesan por serias dificultades para satisfacer las más mínimas demandas de paz, progreso y seguridad mundiales. Sin embargo, China y Chile han sido capaces a lo largo de muchos años, a través del entendimiento y la cooperación mutua, de crecer, desarrollarse y disminuir la pobreza a niveles insospechados, a pesar de la distancia, y de sus diferencias culturales y lingüísticas. Aquí también, el ejemplo chino nos hace mirar con gran interés sus estrategias medioambientales, las que en solo seis años han logrado reducir su huella de carbono de manera sustancial.

Aparece como una gran oportunidad profundizar y perfeccionar los beneficios del Tratado de Libre Comercio e Inversión entre Chile y China, el cual no solo ha logrado altos niveles de intercambio de bienes y servicios, sino que también es instrumento útil para fomentar y desarrollar las inversiones. Nuestro país requiere de la inversión extranjera, y China es muy bienvenida a participar de ella. Sin duda, el futuro aporte de China en sectores como infraestructuras, energía y tecnología será crítico para el desarrollo de Chile en las próximas décadas.

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