Editorial

Eduardo Frei y el derrotero de la DC

La reacción del partido al gesto del exmandatario de reunirse con José Antonio Kast constata de manera elocuente el fin de lo que tradicionalmente fue la Democracia Cristiana, cuya militancia derivó hacia la izquierda.

Eduardo Frei y el derrotero de la DC

Sin mediar aviso, el expresidente Eduardo Frei (DC) se reunió en su hogar con el candidato José Antonio Kast, y aunque no entregó un endoso explícito al candidato del Partido Republicano, fue lo que en la práctica ocurrió. Frei señaló en un comunicado que, si bien él y Kast vienen de posiciones políticas distintas y han tenido diferentes posturas en numerosos temas, “nos encontramos en un momento crucial en el que el país requiere unidad”, planteando que “pude constatar que coincidimos en los temas esenciales en este momento para nuestro país”.

Desde luego, el encuentro generó duras críticas por parte del presidente del partido, el senador Francisco Huenchumilla, quien acusó al expresidente de haber “lesionado la memoria histórica de la DC”, y de haberse apartado de la línea oficial de la colectividad, que acordó respaldar a la candidata Jeannette Jara (PC), en tanto que otros militantes de la tienda hicieron ver la contradicción de que Frei se haya reunido con el candidato de la “ultraderecha”. No debe sorprender que la directiva del partido haya resuelto enviar los antecedentes al tribunal supremo, esperando la aplicación de las máximas sanciones a Frei.

El gesto del expresidente ciertamente tuvo un impacto directo en la campaña presidencial, ya que la candidata oficialista resintió fuertemente que Frei haya entregado un respaldo implícito a Kast, pero en realidad su significación va mucho más allá de lo electoral, pues el paso que ha decidido dar -y que probablemente implicará su renuncia o la expulsión del partido en que ha militado toda su vida- no hace más que constatar el fin de la Democracia Cristiana como partido de centroizquierda -que es el eje donde tradicionalmente se ha situado en el caso de Chile-, para transformarse derechamente en una colectividad identificada con la izquierda, desdibujando su ideario, al punto que no tuvo problema en plegarse sin condición alguna a la candidatura de una militante comunista.

La Democracia Cristiana nació a la vida política como una colectividad cuya doctrina se basa esencialmente en el humanismo cristiano, y que buscó ser una alternativa al capitalismo y al comunismo. Los quiebres ideológicos no han sido ajenos a la DC, pues fueron militantes provenientes de sus filas los que alimentaron movimientos como el MAPU o la Izquierda Cristiana, pero ello no rompió el núcleo esencial del partido, anclado en la centroizquierda. Sin embargo, ya en el siglo XXI, su incorporación al gobierno de la Nueva Mayoría -encabezado por la expresidenta Michelle Bachelet-, formando coalición con el Partido Comunista, produjo un quiebre definitivo, comenzando así una fuga de militantes -que a su vez dio origen a otros movimientos, como Demócratas o Amarillos- y una manifiesta pérdida de peso electoral, al punto que en las recientes elecciones apenas capturó algo más del 4% de la votación de diputados a nivel nacional.

Hace algunos meses el expresidente Frei fue muy crítico al rechazar la decisión del partido de plegarse a la candidatura de Jara, por estimar que con ello se estaban traicionando los principios del partido por intereses electorales. De allí que no debería llamar a sorpresa el paso que dio respecto de Kast, pero sí es significativo que, con su decisión de tomar distancia de la línea que ha seguido el partido, lo que ha hecho es poner de manifiesto que no es él quien dio la espalda a lo que siempre fue la DC, sino su actual militancia, lo que se vio refrendado por la propia Internacional Demócrata de Centro, que objetó la decisión de la DC chilena de respaldar a Jara.

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