El manifiesto giro programático de la candidatura de Jara
Tanto la candidata como el jefe de su equipo económico se han encargado de sepultar el programa que se presentó en las primarias, con un evidente giro hacia el centro. La pregunta es si ello será creíble ante la ciudadanía.
Las definiciones que en entrevista con este medio entregó Luis Eduardo Escobar, jefe del equipo económico de la candidata oficialista Jeannette Jara, ciertamente han resultado sorprendentes, porque básicamente sepultan de plano el escueto pero decidor programa que Jara había presentado para las primarias, imprimiendo ahora un marcado carácter centrista.
La propuesta original de Jara -cuyo jefe programático fue Fernando Carmona, militante del PC al igual que Jara, y quien fue apartado de este rol por la propia candidata luego de las primarias- contemplaba aspectos como avanzar hacia un “salario vital” -que se ha estimado debería alcanzar los $750 mil-; la nacionalización del litio y el cobre; un modelo de desarrollo guiado por la demanda interna; en materia previsional se proponía el fin de las AFP y la creación de un inversor estatal sin fines de lucro. Estas, además de otras propuestas, recordaban la impronta de una izquierda dura y renuente del “neoliberalismo”.
El nuevo jefe económico de Jara, por el contrario, sostuvo una visión diametralmente opuesta. Por de pronto, mencionó que la propia candidata le había comentado que ella era “socialdemócrata” y que “no creía en la eliminación de clases sociales”. El modelo de desarrollo debe basarse en la inversión y las exportaciones; el objetivo de un salario vital en $750 mil lo ve difícil de alcanzar, por lo que no puede asumirse como un compromiso, en tanto que la meta es construir un país más “socialdemócrata”. En otras intervenciones, Escobar ha planteado que no habrá una nueva reforma de pensiones -mencionando que no ve piso político para eliminar a las AFP-, y calificó la actual situación de desempleo como un “desastre”. Jara, por su parte, transparentó que se sentía incómoda con aspectos del programa anterior, y tuvo que hacerse cargo de la polémica sobre la nacionalización del cobre y litio, asumiendo que ello fue un error.
Para cualquier observador resulta evidente que los postulados que ahora sostiene la candidatura de Jara no guardan ninguna relación con lo que ella misma ha sostenido en el pasado -cabe recordar que hace algunas semanas desestimó suspender su militancia comunista- ni con el ideario del PC, parte de cuyos militantes han comenzado a dar señales de disconformidad por el giro que se ve en la candidatura.
Jara ha recordado una y otra vez que ahora es la candidata de la centroizquierda, pero aun así cabe interrogarse si un giro de esta magnitud hacia el centro resultará finalmente creíble ante la ciudadanía. En la medida que se esgriman convicciones tan distintas, estas deben ser debidamente fundamentadas, de modo que los electores puedan evaluar si este cambio responde a meras volteretas explicadas por la campaña electoral, o si son visiones creíbles y que efectivamente serán sostenidas tal cual en la eventualidad de que la candidata asuma el gobierno. Por lo demás, si este cambio de postura es genuino, entonces también debería reflejarse en el liderazgo que la candidata ejerza sobre sus propias fuerzas parlamentarias y equipos de asesores, para que transmitan en una sintonía similar.
Con todo, no deja de llamar la atención que este giro se esté haciendo precisamente hacia el centro político, lo que de algún modo refleja que el país no es de extremos y que para dirigirse hacia sectores más moderados Jara se ve en la necesidad de tener que esconder su identidad comunista.
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