Inconsistencias en presupuesto para Educación
Cuando las necesidades en el sistema escolar son apremiantes y es allí donde deberían concentrarse los esfuerzos fiscales, en cambio los mayores aumentos presupuestarios se destinan a la educación superior, producto de definiciones ideológicas.
Al examinar el presupuesto previsto para financiar la educación durante 2026 -contenido en el proyecto sobre Ley de Presupuestos, actualmente en tramitación en el Congreso-, los recursos experimentarán un aumento de 2,2% respecto de 2025. Es un crecimiento modesto, que va en línea con la austeridad que se busca lograr en materia fiscal, pero en cambio al observar en detalle las distintas partidas en el ámbito educacional salta a la vista que es la educación superior la que captura los mayores aumentos, en cambio los recursos destinados a la educación más temprana no crecen en la misma magnitud, y en algunos casos experimentan retrocesos.
En líneas generales, y de acuerdo con un informe de Libertad y Desarrollo, al ver el gasto por nivel educativo -excluyendo los gastos de operación- se observa que en Educación Parvularia se destinará 0,1% menos que este año; en Educación Escolar, en tanto, el incremento será de un modesto 0,4%, mientras que en el caso de la Educación Superior el alza supera el 7%, donde un componente importante son los recursos destinados a la gratuidad.
Hay un alza importante en el caso del fondo de incentivo para la gestión de los SLEP, producto de la creación de nuevos servicios y el traspaso de personal administrativo. Sin embargo, a su vez hay una importante caída en las subvenciones escolares, como también una reducción de recursos para atención, transferencias de capital y proyectos de inversión en educación parvularia. Respecto de este último nivel, es preocupante que la caída se produzca sobre todo en recursos destinados a inversión e infraestructura, dado que existe la necesidad de llevar a cabo mejoras de cara a la obtención del reconocimiento oficial.
Estas cifras ilustran el desbalance que se produce entre los recursos que se destinan a educación superior versus lo que el país gasta en los niveles inferiores. Existe un amplio consenso entre voces expertas de que es en la educación temprana donde debería existir un especial énfasis de los recursos, porque es en esos niveles donde se van desarrollando las principales habilidades cognitivas. En cambio, el mayor énfasis se ha puesto en financiar la educación superior, y en particular la gratuidad, lo que ha sido la consecuencia de definiciones ideológicas que se tomaron en el segundo gobierno de la Presidenta Bachelet y que han sido profundizadas bajo esta administración, como se ha visto en la discusión del nuevo sistema de financiamiento de la educación superior.
La inconsistencia de incrementar sobre todo la gratuidad se hace todavía más patente cuando la propia comisión de gasto público ha hecho ver que una parte de este beneficio se estaría entregando a estudiantes que no les corresponde, puesto que no pertenecen a los segmentos socioeconómicos más vulnerables, ante lo cual se habría esperado una mayor fiscalización antes de seguir aumentado sin más los recursos para este fin.
Por otra parte, sigue habiendo necesidades apremiantes en el sistema educacional, como ocurre con la inasistencia grave. Esta, si bien había logrado reducirse en años previos, al cierre del primer semestre se advierte un cierto estancamiento; a su vez, resulta extraño que los fondos destinados al Plan de Reactivación Educativa también hayan experimentado recortes.
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