La mirada experta: estrategias para llegar bien preparados a la PAES
A días del examen, especialistas de Matemática y Lenguaje explican qué priorizar, cómo organizar la práctica y qué ajustes finos permiten mejorar el rendimiento.
A días del examen, especialistas de Matemática y Lenguaje explican qué priorizar, cómo organizar la práctica y qué ajustes finos permiten mejorar el rendimiento.
Expertos aseguran que aún hay espacio para consolidar lo aprendido, corregir errores y pulir la estrategia. Dos voces con trayectoria —Edmundo Concha, jefe del Departamento de Matemática, y Gonzalo González, jefe del Departamento de Lenguaje— entregan recomendaciones concretas para que los estudiantes lleguen con foco, método y confianza.
Matemática: practicar como si fuese el ensayo final
Para Edmundo Concha, la ejercitación es la clave. El objetivo de estas semanas es llegar a la prueba con ritmo, seguridad y dominio de los tipos de preguntas. Para aprovechar este período al máximo, sugiere:
- Priorizar los contenidos con mayor presencia en la prueba. Revisar el temario y concentrar la energía en los tópicos con más reactivos permite multiplicar el retorno de cada hora de estudio.
- Planificar un horario diario y realista. Trabajar en bloques cortos con metas específicas —por ejemplo, 40 minutos de funciones, 20 de probabilidades y 30 de ejercicios mixtos— ayuda a distribuir tiempo y evitar lagunas.
- Simular condiciones reales. Cronómetro en mano, seguir instrucciones tal como en la PAES y corregir inmediatamente después permite detectar patrones de error y ajustar estrategias.
- Estudiar con otros para bajar la ansiedad. Un grupo pequeño, con roles claros (quien explica, quien resuelve, quien controla tiempo), transforma la presión en colaboración y sostiene la motivación.
Lenguaje: diagnosticar, ajustar y leer con propósito
A menos de tres semanas, explica Gonzalo González, no conviene empezar desde cero, pero sí hacer ajustes relevantes. El punto de partida es un diagnóstico honesto: rendir un ensayo completo equivalente a la prueba oficial y medir tiempos. La lectura más la resolución deben tomar cerca de dos horas y media. Con ese insumo, el siguiente paso es identificar la habilidad más débil y trabajarla de manera focalizada:
- Localización de información. Si los errores se concentran en “encontrar” lo que pide la pregunta, el problema suele ser la dificultad para reconocer sinónimos, paráfrasis o hiperónimos. Para corregirlo, González recomienda practicar escaneo: leer la pregunta, buscar proactivamente en el texto dónde aparece la idea y dejar marcas claras (subrayar, encerrar, anotar).
- Interpretación. Cuando cuesta comprender el sentido del texto, ayuda la lectura pausada: tras cada párrafo, preguntarse “¿qué quiso decir el autor?” y “¿cuál es la idea principal aquí?”. Identificar tesis y argumentos es un hábito que mejora la comprensión y la precisión en las respuestas.
- Evaluación. Si la dificultad está en juzgar posturas o tonos, es útil leer columnas y editoriales preguntándose: “¿cuál es la postura?”, “¿está a favor o en contra?”, “¿el tono es irónico, crítico, objetivo, pesimista?”. Pequeños matices importan: “es inconcebible” no equivale a “es preocupante”; “no es correcto” es distinto de “es inadmisible”. El léxico revela la valoración del autor.
Cierre para ambas pruebas: cuidar la energía es parte del estudio
Concha y González coinciden en un punto: llegar descansado es tan importante como estudiar bien. El cansancio afecta el cálculo preciso y la comprensión lectora. Mantener sueño regular, hacer pausas activas y optar por una alimentación liviana el día previo ayuda a rendir mejor.
Práctica dirigida, diagnóstico honesto y ajustes puntuales pueden marcar la diferencia.
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