Las carreras más exitosas de la modalidad Advance
No son diplomados ni cursos cortos. Son carreras adaptadas para personas con estudios previos —y en muchos casos, experiencia laboral— que buscan reconvertirse, mejorar sus ingresos o escalar profesionalmente.
Frente a la lógica de la educación continua más tradicional, hoy existe una alternativa distinta: carreras de pregrado más breves, que reconocen aprendizajes anteriores y conducen a un nuevo grado académico. Aunque se imparten bajo distintos nombres —Advance, prosecución, continuidad o articulación—, todas buscan lo mismo.
No se trata de estudiantes que ingresan por primera vez a la educación superior. Muchos ya cuentan con un título técnico o universitario y, en varios casos, con años de experiencia laboral. “Tenemos estudiantes que, después de 15 o 20 años en el mundo laboral, buscan asociar sus conocimientos a una carrera técnica o profesional para obtener un título. Otros, más jóvenes, vienen de otras instituciones sin haber completado estudios y retoman con más claridad vocacional su camino académico”, explica Gastón Ramos, director de Operaciones Académicas de Duoc UC.
Las carreras más exitosas de la modalidad Advance
Los programas Advance, por ejemplo, son carreras universitarias de pregrado —con licenciatura y título profesional—. “Son más cortas porque reconocen estudios previos y permiten avanzar hacia un título profesional que muchas veces abre puertas a nuevos cargos, promociones o reconversiones laborales. Es una segunda oportunidad real y concreta, sin tener que empezar desde cero”, señala Mauricio Vial, director general de Vida Universitaria y Comunicaciones de la Universidad Autónoma.
La posibilidad de volver a estudiar no solo responde al deseo de alcanzar un título, sino también a la necesidad de actualizar conocimientos y adaptarse a las exigencias del presente. “Hoy, con modelos educativos pensados para adultos que trabajan, esa meta está más cerca de lo que parece”, agrega Emilio Escobar, vicerrector de Desarrollo Profesional de la Universidad Andrés Bello.
Estos programas se ajustan a los tiempos de quienes ya trabajan o tienen responsabilidades familiares. Por eso se imparten casi exclusivamente en jornada vespertina o en modalidad 100% online. Según datos del Servicio de Información de Educación Superior (SIES), dependiente de la Superintendencia de Educación Superior, los programas a distancia han ganado terreno de forma sostenida. En 2016 representaban apenas el 2% de la matrícula de pregrado; en 2025, alcanzan el 13,8%. Es un crecimiento de 644% en la última década, y de 131% solo en los últimos cinco años.
“La flexibilidad también se refleja en los horarios. Muchos estudiantes comienzan a trabajar tras titularse como técnicos, y luego retoman la carrera profesional cuando su vida laboral lo permite, ya sea en jornada vespertina o diurna”, comenta Catalina Iglesias, vicerrectora académica de Inacap. Esa flexibilidad, dice, ha sido clave para ampliar las oportunidades educativas más allá de los estudiantes jóvenes que tradicionalmente ingresaban a la educación superior.
Este cambio en las modalidades también se refleja en la edad de quienes hoy estudian. En 2025, más de 179 mil personas de 35 años o más están matriculadas en programas de pregrado: 76.291 tienen entre 35 y 39 años, y 102.990 superan los 40. Este segmento, antes marginal, ha crecido en más de 41 mil personas desde 2021. Es, de hecho, el tramo con mayor aumento absoluto de matrícula en los últimos años.
Buena parte de esta transformación se explica por el auge de la educación online, donde casi la mitad de los estudiantes (49%) tiene 35 años o más. En otras palabras, el crecimiento de la matrícula ya no se explica solo por la expansión del acceso juvenil, sino también por una nueva capa de estudiantes adultos que buscan reconvertirse, avanzar o cerrar un ciclo pendiente.
Las carreras que permiten ese salto
Según datos del SIES, las carreras con mayor empleabilidad al primer año en universidades e institutos profesionales son también las que concentran buena parte de la oferta en modalidad Advance o de prosecución. Entre ellas destacan Ingeniería Comercial, Ingeniería Civil, Psicología, Informática y Administración.
Son programas que, además de adaptarse a las necesidades de personas ya insertas en el mundo laboral, ofrecen un retorno económico claro. Muchos permiten alcanzar sueldos promedio superiores al millón de pesos al segundo año de egreso.
“La ventaja de nuestros estudiantes al estar insertos en el mundo del trabajo les permite aplicar de inmediato los nuevos conocimientos, identificar oportunidades, ampliar redes y fortalecer la movilidad laboral, lo que tributa directamente en la empleabilidad y la mejora de sus remuneraciones”, afirma Alejandra Díaz, directora ejecutiva Advance de la Universidad San Sebastián.
En la experiencia de la UNAB —que en 14 años ha titulado a más de 12 mil personas en esta modalidad— los programas responden a las demandas del presente: desde Ingeniería en Ciencia de Datos, Computación y Robótica hasta Ciberseguridad, Psicología, Trabajo Social, Periodismo y Educación, detalla Emilio Escobar.
Muchos de estos estudiantes vienen de trayectorias técnicas, especialmente en áreas como informática, logística o automatización. En instituciones como Duoc UC, esos conocimientos —por su especificidad y vínculo con el mundo laboral— pueden validarse mediante distintas vías de articulación. “El enmarcar lo aprendido a lo largo de la vida en un título, y complementarlo con la experiencia laboral, facilita enormemente la búsqueda de nuevas oportunidades de empleo”, señala Gastón Ramos.
Eso sí, no todas las carreras con alta empleabilidad están disponibles en estos formatos. Áreas como Medicina, Odontología o Física, por ejemplo, no tienen hoy versiones Advance, debido a sus exigencias prácticas o curriculares. El foco de estos programas no es replicar toda la oferta académica, sino abrir rutas viables en campos con alta demanda.
Rutas diversas, una misma meta
Los programas Advance no son los únicos. También existen vías de articulación entre carreras técnicas y profesionales. Aunque su estructura es distinta, el objetivo es el mismo: permitir que personas con estudios previos accedan a un nuevo título profesional, sin tener que rehacer lo ya aprendido ni abandonar el trabajo.
Estas rutas de continuidad reconocen la trayectoria formativa de quienes egresaron de un centro de formación técnica o completaron ciclos iniciales, y les permiten alcanzar un título profesional sin duplicar esfuerzos. En muchos casos, los programas están diseñados desde el inicio con ese trayecto en mente, permitiendo una articulación planificada y fluida.
“Creemos en el concepto de trayectoria formativa, donde las personas puedan avanzar desde la educación media técnico-profesional hasta la educación continua, forjando su desarrollo profesional según sus propias necesidades”, explica Catalina Iglesias, de Inacap.
En el caso de Inacap, por ejemplo, una persona que se titula de una carrera técnica de dos años puede convalidar automáticamente ese tramo e ingresar al tercer año de una carrera profesional de la misma especialidad. Esta articulación se aplica tanto entre programas propios del CFT e IP de la institución como con egresados de otros centros de formación técnica —estatales o privados— previa revisión de contenidos.
Modelos similares han desarrollado otras instituciones como Duoc UC, aunque con variantes según el perfil del estudiante. Una vía está pensada para quienes tienen experiencia laboral en un área específica y pueden rendir pruebas o acreditar trayectoria. Otra es para quienes comenzaron una carrera en otra institución y desean retomarla, ya sea en la misma especialidad o en otra afín. Y una tercera opción permite a egresados de carreras técnicas —de Duoc UC u otros planteles— acceder a programas profesionales, convalidando hasta el 50% del plan de estudios.
Un modelo con espacio para crecer
Aunque la matrícula ha aumentado, las instituciones coinciden en que todavía hay mucho desconocimiento. A menudo se confunden estos programas con diplomados o postítulos, sin dimensionar su verdadero impacto en la trayectoria laboral. Se necesita, dicen, mayor articulación con el mundo del trabajo, más apoyos financieros y una visibilidad pública decidida. Porque estudiar después de los 30 o 40 ya no es una excepción: es una decisión profesional consciente que puede marcar la diferencia.
“Hoy más que nunca es necesario visibilizar este tipo de trayectos. Son carreras que responden a las necesidades reales de las personas y del mercado, pero muchas veces quienes podrían acceder no saben que existen”, subraya Gastón Ramos, de Duoc UC.
Y en más de una ocasión, esa decisión transforma también lo personal. “Volver a estudiar es también volver a creer en uno mismo. Es una oportunidad para crecer, reconectarse con los propios objetivos y construir un nuevo camino profesional. No hay edad ni momento perfecto, solo se necesita la decisión. Junio, octubre o marzo. Tú eliges cuándo comenzar”, dice Emilio Escobar, de la UNAB.
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