A 10 años del día más glorioso en la historia de la U

Pepe Rojas y Diego Rivarola levantan la copa. Foto: AGENCIAUNO

El 14 de diciembre de 2011, Universidad de Chile goleó a Liga de Quito en el Estadio Nacional, para conseguir invicto la Copa Sudamericana, su primer título internacional. El equipo de Jorge Sampaoli y la figura descollante de Eduardo Vargas hicieron posible una jornada inolvidable.



Corría el minuto 80. Universidad de Chile le estaba ganando 1-0 a Liga Deportiva Universitaria de Quito. Entre los hinchas había puro nerviosismo. El fantasma de la maldición del Estadio Nacional, que había privado a tantos equipos chilenos de ganar copas internacionales, estaba fresco con el recuerdo de la final perdida por Colo Colo ante Pachuca en la Copa Sudamericana de 2006, mismo torneo que ahora los azules tenían a la mano. Si bien en la cancha no se veía cómo los ecuatorianos pudieran dar vuelta el resultado, el miedo a que el hito se esfumara estaba presente. En eso estaba la mayoría de los 47 mil espectadores, cuando una combinación entre Gustavo Canales y Eduardo Vargas terminó en un remate de este último. La contención de Alexander Domínguez fue a medias y el balón le quedó servido a Gustavo Lorenzetti, quien la colocó con clase, inflando las redes y confirmando lo que pocos meses atrás ningún amante de los colores de la U hubiera imaginado: conquistar su primer torneo internacional. Comenzaba el carnaval.

Con el segundo tanto, llegó un sentimiento masivo de relajo. También, incredulidad. Otros comenzaron a recordar a sus seres queridos que ya no estaban: padres, madres, abuelos, los responsables, seguramente, de transmitirles esa pasión por el chuncho. Hubo espacio para el recuerdo de épocas duras, como el descenso del 89 o la semifinal de la Libertadores de 1996, con el infame arbitraje del ecuatoriano Alfredo Rodas. Recuerdo de niño y un cúmulo de emociones. Lo que vino antes y después del segundo tanto fue obra de un Vargas excelso. A los 3′, Eduardo Vargas capturó un rebote en la entrada del área y de zurda abrió la cuenta. Luego, cuando el partido ya se terminaba, desparramó rivales como quiso y definió con la categoría de un crack para establecer la goleada y ponerle la guinda delirio que se desataba en todo el país. Fue el punto más alto de un campaña histórica que comenzó a gestarse a comienzos de ese año.

El gol de Gustavo Lorenzetti, que liberó toda la tensión acumulada. Foto: AGENCIAUNO.

Seis días antes, la copa se comenzó a teñir de azul. Esa vez hubo dos protagonistas en la Casa Blanca de Quito, un recinto inexpugnable para la mayoría de los equipos del continente: Albert Acevedo y Eduardo Vargas. El primero, un acierto de Jorge Sampaoli, quien decidió ubicarlo como volante central para anular a Ezequiel González. El Equi era el cerebro del equipo y por él pasaban todas las jugadas de peligro de los dirigidos por Edgardo Bauza. En tanto, Edu aprovechó la primera desinteligencia de la zaga local y se fue en demanda del arco para convertir la única cifra del encuentro y dejar a los universitarios a un paso de la historia.

El milagro de Ñuñoa

El 12 de junio de 2011 quedó grabado para siempre en la retina del hincha azul. Esa tarde, la U consiguió un verdadero milagro. Debía vencer por tres goles o más a Universidad Católica para ser campeón del Apertura. El 0-2 en la ida parecía no tener vuelta, salvo para un grupo de jugadores que siempre creyó en que era posible. Tres horas antes de la revancha, un emotivo video que hablaba del Maracanazo de 1950 y frases como “quedémonos con los que nos pertenece” o “hasta la victoria, siempre” motivaron a un plantel que solo quería saltar a la cancha y comerse a su rival. A ello, se sumó que los cruzados llegaron al Nacional con cotillón en el bus, lo que rápidamente se supó en el camarín.

En la cancha, tres goles de Gustavo Canales y un autogol de Juan Eduardo Eluchans, más el empate transitorio de Lucas Pratto, le dieron a la U el título y a Sampaoli la validación ante una hinchada que todavía tenía ciertas dudas frente al juego del equipo y que no le perdonaba la suplencia de Rivarola (”Sampaoli, Sampaoli, yo te quiero recordar: Rivarola es lo más grande, lo queremos ver jugar”) ni la salida de referentes como Manuel Iturra y Rafael Olarra. El 4-1, además, le dio el paso a los estudiantiles a disputar una llave frente a Deportes Concepción por un cupo a la Copa Sudamericana.

Jorge Sampaoli, Jorge Desio y Sebastián Beccacece, levantando la copa del Apertura 2011. Foto: AGENCIAUNO.

Historia pura

“Tenemos todo para pelear por el bicampeonato y ganar la Sudamericana”. Con esas palabras, Eduardo Vargas contaba sus deseos en una entrevista con La Tercera. Y no se equivocó, ya que con esa abismante misma precisión comenzó en ese semestre su explosión como futbolista y él mismo sería el responsable de cumplir esos dos objetivos, siendo la máxima figura. Con 11 goles, fue el goleador de la copa y el mejor jugador de esta, lo que valió ser vendido al Napoli por US$ 14,8 millones. Una profecía autocumplida.

Para enfrentar la segunda parte del año, los azules se reforzaron con Osvaldo González y Gustavo Lorenzetti, como principales nombres. El aporte de ambos sería decisivo para la Copa Sudamericana. El defensor fue un puntal de la zaga y se matriculó con un gol clave ante Vasco da Gama en Brasil. Ese tanto le dio el empate al cuadro laico en la ida de las semifinales, en uno de los duelos más duros de esa campaña. El duende, por su parte, no solo celebró en la final, sino que también se inscribió en el histórico 4-0 sobre Flamengo en Río, en octavos de final.

Luego de superar a Concepción, en una cerrada llave (2-2 y 2-0), la U se ganó el cupo al certamen. En la primera fase, el rival fue Fénix de Uruguay, dirigido por el fallecido Rosario Martínez. Un equipo rocoso y que tenía como principal figura a Román Cuello, exjugador de Rangers, Melipilla, Palestino y Cobresal. En otra estrecha serie, los de Sampaoli ganaron 1-0 en Santiago e igualaron sin goles en Montevideo.

La segunda fase pondría en el camino a otro rival uruguayo, Nacional de Montevideo. Los charrúas llegaban a Santiago de la mano de Marcelo Gallardo, quien hacía sus primeras armas como entrenador. Los azules, por su parte, impusieron sus términos. La intensidad, la presión alta y el vértigo sometieron al rival. El mezquino 1-0 en Santiago le dio poco margen a la U, en un partido que se jugó en una noche de numerosas protestas en los alrededores del estadio y en buena parte del país.

A pesar del ajustado resultado en la ida, dos goles tempraneros de Vargas (11′) y Matías Rodríguez (12′) sentenciaron la llave rápidamente. La impotencia de la hinchada del Bolso fue tal, que el partido se suspendió en el comienzo del segundo tiempo, luego de que le cayera un proyectil al árbitro asistente Milciades Saldívar. Así se firmó la primera victoria azul en ese país.

Matías Rodríguez fue la figura frente a Nacional, su exequipo, en la segunda fase. Foto: AGENCIAUNO.

El Muñeco quedó impresionado con su nivel y años después lo reconoció. “Me ha gustado mucho su trabajo. Me llamó mucho la atención cuando yo me iniciaba como entrenador en Nacional de Montevideo. Me tocó jugar en la Sudamericana con la U de Chile de Sampaoli, y ya como cuerpo técnico habíamos visualizado algo distinto, un equipo con intensidad altísima, con enfoque ofensivo como prioridad”, admitió hace un tiempo.

El baile al Flamengo de Ronaldinho

En cuartos de final aparecía un gigante de América: Flamengo, cuya principal estrella era Ronaldinho Gaúcho. Con el Mengao la historia era reciente y era favorable a la U. En la Copa Libertadores de 2010, la U eliminó a los cariocas en cuartos de final, después de vencer por 3-2 en Río y caer por 1-2 en Santa Laura (golazo de Montillo mediante) y avanzar a semifinales, donde quedaría eliminada ante Chivas de Guadalajara.

Lo que pasó esa noche en el Joao Havelange fue algo a lo que el fútbol chileno no está para nada acostumbrado. Las casi 37 mil personas que presenciaron el duelo quedaron incrédulas ante tamaña demostración del equipo de Sampaoli. El 0-4 que le propinó a un elenco que también contaba en sus filas a Claudio Maldonado y Gonzalo Fierro. Pudieron ser seis, de no ser por los errores del juez uruguayo Saúl Laverni, quien le anuló un gol legítimo a Vargas y no vio que el balón ingresó en el penal ejecutado por Matías Rodríguez. De todos formas, el doblete del renquino, el tanto de Pepe Rojas y el mencionado de Lorenzetti colocaron este partido como el podio de los partidos más importantes en el certamen. La vuelta se jugó casi por cumplir. Los brasileños jugaron con suplentes y la U se impuso por 1-0, con un golazo de Marcelo Díaz.

El festejo azul en Maracaná, en la noche del 4-0 sobre Flamengo. Foto: AGENCIAUNO.

A esas alturas, en todo Sudamérica se hablaba del equipo de Sampaoli, un entrenador que en su Casilda natal había trabajado como cajero en el Banco Provincia y que luego se desempeñó como juez de paz, realizando matrimonios y firmando certificados de defunción. En esos años soñaba con estar algún día en las grandes instancias del fútbol, aunque en ese momento vivía con un sueldo módico y combinaba su trabajo en el servicio público con entrenar por las tardes. Así dirigió a Aprendices Casildenses, Unión Casildense y Alumni de Casilda. Fuera de su pequeña ciudad, no lo conocía nadie en Argentina. Pero esa carencia la estaba comenzando a subsanar con esta Universidad de Chile que traspasaba fronteras.

La recta final

Después de la tremenda muestra de autoridad sobre el Fla, el continente miró distinto a los azules. Se transformaron en los grandes favoritos para ganar la copa. En cuartos de final, el Chuncho consiguió su primer triunfo en Argentina tras vencer por 1-2 a Arsenal, que en esa época era conducido por Gustavo Alfaro, actual DT de Ecuador. En la capital, otra concierto en el Nacional para un cómodo 3-0 y el paso a las semifinales.

En la ronda de los cuatro mejores, Vasco da Gama se plantó como el rival a vencer. El Gigante de la Colina había masacrado por 8-3 al Aurora boliviano, en octavos, y había goleado 5-2 a Universitario de Lima, en cuartos. La ida en Sao Januario fue la ocasión en que peor se vio a los azules en el torneo. Un primer tiempo para el olvido, que significó el tanto de Bernardo y un cambio de esquema a los 33′, con la salida de Lorenzetti y el ingreso de Matías Rodríguez. La apuesta le dio resultado al DT, cuyo elenco llegó al empate a través de un cabezazo de Osvaldo González, a los 78′.

Eduardo Vargas, el héroe azul en la Copa Sudamericana. Foto: AGENCIAUNO.

La vuelta en Santa Laura tenía toda la tensión de la instancia. Los cariocas llegaban peleando el título del Brasileirao y mucho se especuló con que pudieran botar la revancha por el torneo internacional. Sin embargo, la revancha estuvo llena de nervios, pero la U lo supo sacar adelante con tantos de Canales y Vargas. Por primera vez los hinchas azules sabían lo que significaba jugar una final continental.

La final ante Liga coronó la mejor campaña de cualquier equipo en el torneo con un 88,8% de rendimiento, producto de 10 triunfos y dos empates; 21 goles a favor y apenas dos en contra. Números impresionantes que solo engalanan lo legendario que fue el equipo que cambió la historia de Universidad de Chile y que hoy, a 10 años de la gesta, los hinchas recuerdan con especial cariño.

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