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La conmovedora historia de Francesco Acerbi, el héroe del Inter que dejó atrás el cáncer, la depresión y el alcoholismo

El defensa de 37 años ha debido superar duras pruebas en su vida antes de vivir el momento de gloria que hoy lo embarga.

La emoción de Francesco Acerbi tras convertirle al Barcelona @Inter

Con 37 años y mientras se esfumaba, quizás, su última posibilidad de ganar la Champions League, Francesco Acerbi necesitaba hacer algo para cambiar ese destino que parecía inexorable frente a un Barcelona que levantó un 2-0 en contra para ponerse 3-2 y que solo aguardaba el término del partido para meterse en una nueva final. Sin embargo, el veterano defensa tenía algo que decir.

Corría el tercer minuto de adición y el zaguero, que nunca había anotado en el torneo, se fue al ataque. “Acerbi decidió pasar al ataque en la parte final del partido, pero no le impedí hacerlo porque ya no teníamos nada que perder”, diría después Simone Inzaghi, su DT. Y esa desesperada decisión tuvo como consecuencia el milagroso gol que resucitó al Inter de Milán y que sería el impulso decisivo para quedarse con llave.

Pero detrás de esa gesta heroica, hay una historia conmovedora. Una de esas que reafirman que las cosas sí valen la pena. A los 20 años estaba en la Serie C2 del fútbol italiano y tres años más tarde debutó en la Serie A defendiendo al ChievoVerona. Luego, firmó en el Milan, y cuatro meses después falleció su padre, lo que gatilló en una profunda depresión.

“En esa etapa llegaba tarde de salir, casi sin dormir, y entrenaba todavía borracho. No tenía respeto por mí mismo ni por mi trabajo”, relató en una entrevista con The Atlantic.

El club rossonero intentó sacarlo de las tentaciones y lo llevó a vivir lejos, pero eso no impidió que el alcoholismo siguiera profundizándose. “No sabía qué hacer. Y bebía”, confesó.

Con ese panorama encima y habiendo jugado apenas una decena de partidos, el jugador terminó fichando en el Sassuolo, donde una noticia le cambiaría la vida: le detectaron un cáncer testicular y debió ser operado de urgencia. “El cáncer fue mi suerte. Doy gracias a Dios por haberlo tenido”, relató.

Luego tuvo una recaída y su tratamiento lo mezclaba con noches de juerga. Definitivamente, su vida iba por un despeñadero.

”Un año después de mi enfermedad me desperté con un ataque de pánico. Comencé a pensar en todas las preocupaciones que les di a mis padres, en las oportunidades que había desperdiciado, las noches de excesos. Esa mañana tenía miedo de mi propia sombra. Empecé a ir a un especialista que me ayudó a superar mis miedos”, describió en una entrevista con La Gazzetta dello Sport.

Una nueva oportunidad

De ahí en adelante sus hábitos cambiaron. Dejó el alcohol, fijó una dieta basada en verduras y comenzó a interesarse en causas sociales. “Me siento en casa acá. Nadie juzga, todos se abrazan y agradecen. Me ayudan a ver la vida desde el lugar correcto”, contó en una entrevista con The Guardian.

También alimentó su fe, siendo devoto de Juan Pablo II y de su propio padre, a quien le reza a diario. También se tatuó un león, en honor a un niño llamado Elia, enfermo de cáncer, a quien acompañó hasta su muerte.

En Sassuolo tuvo una campaña impecable y 149 partidos seguidos, lo que le valió saltar a la Lazio y luego al Inter, donde alcanzó a ser compañero de Arturo Vidal y Alexis Sánchez.

Con el cuadro lombardo alcanzó la final de la Champions League en 2023, pero no pudo festejar. Al igual que en su vida, tendrá una segunda oportunidad de quedarse con la Orejona y coronar una carrera llena de resiliencia.

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