Tragedias y esperanzas paralelas: el camino que une a Chile 1962 con Santiago 2023

La organización de la cita de hace 58 años siguió adelante pese al peor terremoto de la historia, en 1960, y significó la reactivación de un país. Hoy, en medio de la pandemia, los Juegos Panamericanos apuestan por lo mismo.



El 21 de mayo de 1960 un sismo de gran magnitud afectó a Concepción, mientras que, al día siguiente, en Valdivia, se produjo el mayor movimiento telúrico que recuerde la humanidad: 9,6 grados, acompañado de un devastador maremoto. Más de 2.300 fallecidos, dos millones de damnificados y daños avaluados en 961,7 millones de dólares fueron el resultado del desastre.

A pesar de esas cifras tan negras, el gobierno decidió seguir adelante con la realización del Mundial de Fútbol de 1962, un escenario que hoy vuelve a presentarse ante el complejo panorama económico que se vislumbra para el país por el Covid-19 y que llevó a la actual administración a anunciar un paquete de medidas que bordea los US$ 17 mil millones, equivalente al 6,7% del PIB, más una línea de crédito por US$ 24 mil millones que movilizará a través de la banca. Esta vez, eso sí, no parece estar en duda la realización de los Juegos Panamericanos de Santiago 2023. Al contrario, según sus organizadores, asoma como una oportunidad para reactivar a la nación, desde el punto de vista de las inversiones y de las emociones.

Una foto del centro de Valdivia en ruinas, tras el terremoto de 1960, el más fuerte de la historia.

Hace 60 años, Carlos Dittborn y Ernesto Alvear fueron los encargados de convencer al Presidente Jorge Alessandri de seguir adelante con el Mundial, que años antes habían conseguido junto a Juan Pinto Durán. “Mi padre tenía una relación muy especial con el Presidente, mi papá trabajaba en la Papelera y pidió un permiso sin goce de remuneración para dedicarse a la organización del Mundial. Recuerdo muy bien cuando fue a hablar con don Jorge, quien le señaló que realizarlo era inviable. Después de conversar largamente, mi padre le dijo que no iba a significar más recursos al Estado y que buscaría el apoyo de patrocinios privados, porque realizar el Mundial iba a ser una alegría inmensa para todos los chilenos. A don Jorge no le gustaba mucho el fútbol, pero tenía confianza”, relata Soledad Alvear, hija de Ernesto, el único de los tres mosqueteros que sobrevivió para ver la cita.

La exministra rememora la situación del país en ese momento, inmensamente más precaria que la de hoy. “Chile era un país muy pobre, no teníamos nada. Fue una gesta gigantesca, que llenó de orgullo a la gente”, sostiene. Y celebra los beneficios de hacer los Juegos de 2023: “Hoy el Covid-19 es una noticia en desarrollo, pero sin duda que todos los eventos deportivos traen alegría y satisfacción para el espíritu”.

La tragedia obligó a descartar al sur del país como sede y se concentraron los esfuerzos en Santiago, Arica, Viña del Mar y Rancagua. En el norte se creó una junta de adelanto, mientras que, en la Ciudad Jardín, la municipalidad hizo los esfuerzos necesarios. En la capital de la actual Sexta Región el apoyo provino de la Braden Copper Company, dueña de la mina El Teniente.

Sergio Navarro, capitán del equipo que consiguió el tercer lugar en 1962, afirma que el Mundial y la actuación del equipo fueron claves para salir a flote: “Fue un renacer para el país. Antes del Mundial la gente nos veía como un equipito, porque lo lógico era que pasaran de fase Italia y Alemania. Después estuvimos dos semanas sin poder salir de las casas por la euforia que había. Le levantamos la moral a la gente en tiempos tan difíciles”.

Desde un enfoque emocional, hoy la apuesta es similar a la de hace tantas décadas. “No sé si podemos decir que Santiago 2023 surgirá como la gran salvación del país, pero sí puedo decir que será un motor de unión y crecimiento, desde todo punto de vista. El deporte siempre es un bálsamo en minutos duros”, señala la ministra del Deporte Cecilia Pérez, quien preside a la corporación organizadora del certamen.

En este mismo sentido, Miguel Ángel Mujica, presidente del Comité Olímpico de Chile, encuentra algunas similitudes con la tragedia del terremoto del 60: “Se puede hacer un paralelo. Son dos situaciones inesperadas, que modificaron muchas planificaciones, pero que nos dan la oportunidad de sentirnos orgullosos de lo que podemos lograr”.

El dirigente sostiene que el certamen ayudará a la reactivación. “Este nuevo escenario nacional y mundial hace aún más importante la realización de los Juegos Panamericanos y Parapanamericanos Santiago 2023. La inversión en infraestructura anunciada por el gobierno creará nuevos puestos de trabajo, algo que vendrá muy bien para la economía. Pero sobre todo porque los Juegos serán un elemento de unidad, donde tendremos la oportunidad una vez más para ponernos ante los ojos del mundo”, declara.

La imagen del festejo oficial, tras conseguir que Santiago sea sede de los Panamericanos de 2023.

Pese a lo que suceda con la pandemia, la ministra Pérez apuesta en grande para una cita, cuyo presupuesto hoy es de US$ 507 millones. “Un megaevento deportivo como Santiago 2023, que nosotros planificamos para que sean los mejores de la historia, y teniendo la vara muy alta que dejó Lima, indiscutiblemente mueve mucho más que una simple competencia. Hay mucho trabajo, inversión, que será de mucha ayuda para los tiempos que vienen. Creemos que los Juegos Panamericanos en Chile, sin duda, serán un foco de crecimiento importante para todo el país”, dice, para luego sentenciar: “El enfoque social es fundamental. Lo hemos conversado mucho con la gente del deporte. Queremos que Santiago 2023 le traiga alegría a todo el país”.

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