Viaje al laboratorio de Ricardo Gareca en Juan Pinto Durán

Entrenamiento de la selección chilena, en el Complejo Juan Pinto Durán. Foto: Photosport.

El DT de la Roja prepara el amistoso ante Paraguay, con la mira en la Copa América. Está lejos de ser un entrenador obsesivo. Sin embargo, es extremadamente detallista. Incluso, su rutina considera horarios y acciones específicas. Este fin de semana definirá el equipo titular.



Son las ocho de la mañana y en Juan Pinto Durán el frío cala profundo. El inicio de junio ha sido particularmente helado en la capital. Ricardo Gareca parece acostumbrado a la inclemencia del tiempo. Desde que asumió en la Roja, su rutina ha sido parecida: siempre ha traspasado el portón del complejo deportivo ubicado en Macul en el mismo rango horario. Minutos más o menos, pero nunca después de las 8.30 horas. La señal es clara: el esfuerzo conduce a los resultados. Así lo entienden, también, sus colaboradores más cercanos.

El seleccionador nacional llega conduciendo su vehículo. Ya se maneja adecuadamente en las calles de Santiago. El trayecto desde el exclusivo sector San Damián, en La Condes, hasta el laboratorio de la Selección ya lo domina a la perfección. Solo algún percance rutero le restará un poco de efectividad al desplazamiento. Con el complejo deportivo también está familiarizado. Lo había revisado en detalle en febrero y, en general, había quedado satisfecho con la infraestructura. También elogió el nivel de las canchas.

Manos a la obra

El Tigre demoró hasta el jueves en empezar a darle una estructura a su probable oncena. La jornada era decisiva, pues ese día se sumaría a las prácticas la estrella del equipo: Alexis Sánchez. Incluso sin haber llegado, el Niño Maravilla se transformó en figura de la gran polémica de la preparación para el duelo ante los guaraníes: su caso fue considerado por algunos como un privilegio frente a la imposibilidad de Huachipato de contar con Felipe Loyola para el choque copero frente a Gremio. Gareca, quien pudo estar en el centro de la controversia, prefirió ser fiel a su estilo y tomar distancia: aunque en las últimas semanas se había dedicado responder entrevistas en los medios de comunicación, dando cuenta de sus objetivos en el torneo continental, aunque con la mirada puesta las Eliminatorias, no es un consumidor habitual de lo que diga la prensa. Incluso de lo que se diga acerca de él y de su trabajo.

Su foco está puesto en el fútbol. En cómo sacarle provecho a los jugadores que tiene, en conocerlos en profundidad y en incluirlos de la forma más eficiente posible en el sistema de juego que pretende desarrollar. Antes de que comenzara el período en que podría tenerlos bajo sus órdenes, su preocupación estuvo puesta en el rendimiento que alcanzaban en sus respectivos clubes. Ahí su nutrido staff jugó un rol crucial. Sus asistentes Néstor Bonillo, Hugo Alves, Taiel Bonillo (hijo de Néstor) y los mellizos Lucas y Tomás Argento, a los que sumó al preparador de arqueros Bruno Vásquez, al preparador físico Sebastián Rojas, al analista Matías González y al sicólogo Rodrigo Cauas, se afincaron en Santiago, después de un período de trabajo a distancia, con una suerte de cuartel general establecido en Argentina. Mientras estuvieron al otro lado de la cordillera, las sesiones de Zoom eran habituales. Ahora, las reuniones presenciales son a diario. O a cada momento.

Eduardo Vargas, en un trabajo físico de la Roja
Eduardo Vargas, en un trabajo físico de la Roja (Foto: Comunicaciones ANFP)

Gareca es amigo de las métricas. En ese contexto, por ejemplo, su trabajo se orienta fuertemente por los parámetros que se obtienen de los dispositivos electrónicos que registran los desplazamientos de los futbolistas. El trabajo del mayor de los Bonillo es fundamental: es el encargado de ‘traducirle’ al estratega la información que entregan los programas de medición de rendimiento. De esos resultado surge la base para el diseño de la preparación y para la propuesta táctica y estratégica.

A la cancha

Esta semana, la teoría ha cedido frente a la práctica. Lo que no ha cambiado por ningún motivo es la rutina de llegada del estratega, quien siguió presentarse a las 8 horas a su trabajo, dos horas antes del puntual inicio de los entrenamientos. Ya en la sesión misma, el protagonista de la primera parte es el mayor de los Bonillo, quien dirige el calentamiento. A Rojas le cabe un rol relacionado con su especialidad: es el encargado de activar a los jugadores para que cuando empiecen los trabajos con balón estén en el óptimo de su capacidad. Los porteros, como suele suceder en todos los equipos, trabajan aparte.

Unos quince minutos después del comienzo de la práctica, Gareca aparecen el campo de juego. Su presencia es inconfundible y su don de mano, una cualidad de su sello como conductor. Lo saben en Perú y, antes de asumir en la Roja. también lo supieron en Vélez Sarsfield. En la gira europea de la Selección también había quedado establecida su autoridad, aunque quizás el mejor ejemplo de que no le tiembla la mano sea la ausencia de tres históricos en la convocatoria: Arturo Vidal, Gary Medel y Charles Aránguiz.

En la cancha, Gareca no perdona la falta de entrega. “Estos días han sido intensos”, reconoció públicamente el azul Maximiliano Guerrero, uno de los rostros nuevos del contingente. “Le gustan los duelos, los manos a mano, ganar harto la posición. Hemos hablado harto con el profe, de lo que quiere de mí, de lo que le puedo aportar”, añade el polifuncional jugador, quien puede actuar como volante ofensivo o atacante.

En los primeros días, solo Darío Osorio y Paulo Díaz recibieron alguna prerrogativa, para evitar alguna lesión. La exigencia va de la mano de la claridad conceptual: el técnico es amigo de las conversaciones individuales con sus dirigidos. Con dos objetivos: despejar dudas y fortalecer confianzas. En el último concepto también le ayuda Cauas, a quien Gareca le encargó un trabajo especial en la antesala del torneo continental y con quien se le ha visto permanentemente caminando juntos e intercambiando ideas. La pretensión es que la Roja llegue a Estados Unidos fuerte en todo aspecto. Las charlas entre el DT y los jugadores se producen antes o después de los trabajos grupales, previo aviso.

Gareca ha utilizado las dos canchas principales del complejo para desarrollar las rutinas, En primera instancia, a la espera de completar el contingente, para preparar jugadas de balón detenido o estratégicas. Ya con Sánchez, pieza fundamental en su armado, y con Osorio incluido a plenitud en las tareas, se comenzará a preparar derechamente la fórmula para recibir al equipo de Daniel Garnero, en el retorno al Estadio Nacional. La base, de todas formas, no debería diferir demasiado de la que dejo una buena impresión en la gira europea, con el triunfo sobre Albania y una decorosa derrota frente a Francia, el subcampeón mundial. Las dos horas y media que duran las prácticas se aprovechan al máximo.

El plantel recibe, también, muestras de confianza. En efecto, aún no está bajo régimen de concentración, por lo que los futbolistas pueden volver a sus casas. Las excepciones han sido Gabriel Arias, Matías Catalán y Ben Brereton, quienes han sido los residentes permanentes en Pinto Durán.

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