Maestranza Franklin es uno de esos locales imperdibles del popular y querido barrio Franklin.

Se trata del restaurante que abrió en 2015 en el número 42 de la galería comercialde calle San Diego, casi en la esquina con Franklin, a pasos del antiguo Matadero.

Si bien ha cambiado de manos, mantiene esa esencia de "cocina chilena, pulenta y sabrosa", como dicen en el lugar.

De hecho aquí no hay chef. Quien cocina es Francisco Varela, el dueño, publicista y fotógrafo, quien a diario está a cargo de este menú de cocina de mercado, sin pretensiones, con platos con baranda y bien caseros, que llegan en sartenes directo a la mesa.

"Para irse rodando y no pelando" reza una de las tantas frases en las murallas de Maestranza Franklin.

Lo mejor de todo es que tiene ese dejo de cocina de la abuela, pura memoria emotiva.

Más aún si partes con su delicioso consomé ($ 1.500), que llega en tacho metálico, con pollo, huevito y verduras, acompañado de pan y pebre. Nada más rico y reconfortante para partir.

Con la sazón de la abuela

Como te contábamos, en Maestranza Franklin el menú cambia a diario y se escribe con tizas de colores en la pizarra, puesta en la entrada del local.

Puedes encontrarte con unos porotos con rienda ($ 5.000), con longaniza de La Choricería Gourmet, unas artesanales que encuentras en la misma galería.

Además de panitas ($ 6.900), un bistec que llega con un arroz cremoso con zapallo; o la merluza austral ($ 9.500), con ceviche de lentejas, que puedes acompañar de ensalada chilena ($ 3.500).

Otro imperdible de este lugar es el lomo vetado ($ 14.500), un plato digno de compartir, con charquicán y huevo frito; o el costillar ($ 13.900), con una buena porción de puré picante.

De postre puedes encontrar leche asada ($ 3.000) o castañas con crema ($ 3.000).

También ten en cuenta que aquí no se vende alcohol, por lo que puedes probar los jugos naturales ($ 3.000), de frutilla o mango por ejemplo; o el té helado ($ 2.000).

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