Irina Bogantseva: “Las protestas en Rusia son el proceso de deslegitimación del poder de Putin”

La activista rusa, Irina Bogantseva con un letrero, en una protesta.

La activista rusa fue detenida por seis horas tras haber participado en las manifestaciones a favor del líder opositor Alexei Navalny. En conversación con La Tercera cuenta su historia.


“Ya estoy en casa después de seis horas”, escribió Irina Bogantseva en su página de Facebook el 31 de enero pasado. De esa forma, la profesora rusa, que enseña estudios sociales en un colegio privado de su propiedad en Moscú, avisaba a sus familiares y amigos que había sido detenida por agentes de la policía, quienes la habían interrogado por su participación en las protestas en favor del líder de la oposición Alexei Navalny.

“Cuando estaba en la policía, había una señora que hacía uno de los protocolos y me dijo: ‘La entiendo, entiendo por qué vas a las manifestaciones, pero no quiero a Navalny’. Por supuesto, muchas veces Navalny ha hablado de policías que golpean a la gente, que violan la ley, que hacen cosas ilegales, obvio que no les gusta. Pero le respondí: ‘¿Sabes? Esto no se trata de Navalny, porque yo quiero elecciones justas. Dejen que Navalny y otros se presenten en estas elecciones, déjennos cambiar el poder, dejen que las personas decidan quién pierde y quién gana’. Ella me contestó: ‘Sí, exactamente, te respaldo’. Así que creo que hemos encontrado una visión común de esta forma”, comenta la mujer de 68 años en conversación con La Tercera, cuya historia también ha sido retratada por la revista The New Yorker.

La activista y profesora rusa, Irina Bogantseva fue detenida tras una movilización a favor del opositor Alexei Navalny.

La historia de activismo de Irina tiene sus inicios el 11 de septiembre de 1973, justo cuando celebraba su cumpleaños. Ese día supo del golpe de Estado en Chile, así que decide recolectar dinero para ayudar a los exiliados. Incluso, se hizo un prendedor con la cara del Che Guevara y abajo escribió “venceremos” en español, en referencia al himno de la Unidad Popular.

Y no se quedó ahí. Años después escribió la resolución para derribar la estatua de Felix Dzerzhinsky, el fundador de la policía secreta soviética, cuya imagen fue usada por el KGB, que estaba erigida en medio de la plaza Lubyanka, justo al frente del edificio del mismo nombre, donde están los cuarteles del Servicio Federal de Seguridad (ex KGB), en pleno centro de Moscú. “Por ese entonces era miembro del Parlamento de la Ciudad de Moscú. En 1991, durante el golpe de Estado, cuando querían reemplazar a (Mijail) Gorbachov, las personas estaban muy enojadas, cuando el golpe fracasó, las personas se reunieron en la plaza Lubyanka junto a la estatua de Felix Dzerzhinsky para removerla, pero era muy sólida y no pudieron. Uno de mis colegas propuso hacerlo legalmente, así podíamos usar alguna maquinaria. Fue muy lento y finalmente después de un día de trabajo se logró sacarla cuando era ya de noche. En estos 30 años, muchas veces algunos líderes comunistas y otras personas, algunos ex KGB, proponen poner esta estatua en su lugar en Lubyanka, solo para mostrar que el orden soviético está restaurado. En cierta forma eso es justo. Aunque no todo, porque por supuesto tenemos mercado, relaciones económicas, pero en cuanto a la política tenemos un sistema muy extraño”, sostiene.

Una masiva movilización en apoyo al líder opositor ruso, Alexei Navalny en Moscú, Rusia.

Desde el arresto de Alexei Navalny, el 17 de enero pasado, el país ha visto manifestaciones en contra de esta medida. ¿Estas protestas son solo a favor del líder opositor o hay personas que se manifiestan en contra del régimen de Vladimir Putin?

La gente protesta a favor Navalny y otros son contrarios a Putin. También, muchas personas que están a favor de Navalny están a favor de Putin. Había personas en la plaza que no quieren tener nada en común con Navalny, pero son contrarios a Putin. Navalny es muy popular ahora. Lo respaldo, porque él es un político muy talentoso y ha mostrado muchas veces, no solo el año pasado cuando fue envenenado, sino antes ya había mostrado que tomaba pasos muy precisos para dar a conocer a las personas cuál es el poder de Putin, porque muchas personas no lo entienden de forma suficientemente clara. Ellos confían en Putin. Navalny está tratando de deslegitimarlo. Por ejemplo, cuando mostró ese video en YouTube sobre el palacio de Putin, tuvo éxito, 108 millones de personas vieron ese video y la población de Rusia es de 140 millones, así que todo el mundo lo vio, quizás los niños no.

Protestas en todo el país

Navalny lleva más de una década denunciando las malas prácticas y la corrupción en algunas de las grandes corporaciones controladas por el Estado en Rusia. Además, ha usado las redes sociales como su plataforma, lo que ha atraído a los jóvenes. Así, por muchos años Navalny fue solo conocido en ciudades como Moscú y San Petersburgo. “Navalny es principalmente popular en las ciudades. Esto es porque las grandes urbes son más preparadas políticamente. Las ciudades grandes están adelantadas al movimiento político, porque muchas personas se comunican, ellos tienen más acceso a internet, a información, tienen mejor educación. Esto no solo se trata de Navalny”, comenta Irina.

Irina Bogantseva, acompañada de su familia en una protesta, en Rusia.

En el pasado se realizaron protestas, por ejemplo, para las elecciones de 2012. ¿Existe alguna diferencia entre las actuales manifestaciones y otras que se han realizado antes?

De alguna forma estas protestas son diferentes a otras. En Rusia hay una ley muy brutal sobre cómo organizar las protestas. No es como en París, Berlín, Londres, donde vas a las autoridades y les dices los días que planeas hacer una protesta y en qué lugar. Las autoridades van y hacen un anillo de seguridad. En Rusia no es así, porque hay tantas reglas sobre cómo hacer estas declaraciones, que prácticamente siempre el poder te dice que no, que no puedes ir a ese lugar. No puedes hacerlo. Es ilegal. Porque es el lugar incorrecto, es la hora equivocada, es la gente equivocada, vas a tener mucha gente, vas a tener poca gente. Por ejemplo, en la protesta contra la guerra en Ucrania, yo participé. Hubo una gran manifestación, tenía un cartel grande, que hice yo misma y que decía: “Perdónanos Ucrania”. Esa manifestación fue permitida y muchas otras no fueron permitidas, por ejemplo, cuando el líder de la oposición Boris Nemtsov, que era muy popular, fue asesinado. Después de eso hubo una gran manifestación en dos días y fue permitida, y nadie dijo que había poco tiempo para organizarla, y estuvimos muy cerca del Kremlin, en el mismo centro de la ciudad. Cuando la manifestación es permitida hay como 20 mil personas o más, pero cuando no se permite hay dos mil personas. En las últimas protestas había como 40 mil personas y eso que no estaba permitida. Es por eso que muchas personas fueron golpeadas, muchas personas fueron detenidas, ahora hay tantas personas arrestadas, que no hay suficientes prisiones en Moscú, así que están sacando a las personas afuera de la capital para encontrar un lugar para ellos. Esa es la diferencia, es que nunca ha habido tanta gente en las manifestaciones no permitidas. Otra diferencia: antes la mayoría de las protestas se producían en Moscú o San Petersburgo. Ahora se realizaron protestas en más de 100 ciudades o pueblos, había en todos lados, ya sea a favor de Navalny, contra Putin. Este es el proceso de deslegitimación del poder de Putin.

Una imagen tomada de un video muestra al líder de la oposición rusa Alexei Navalny, quien está acusado de desobedecer los términos de una sentencia suspendida por malversación, durante el anuncio de un veredicto judicial en Moscú, Rusia.

No solo jóvenes

Irina cuenta que quienes se oponen al mandatario no son solo jóvenes que buscan mejores perspectivas de vida. “Esto es algo diferente para distintas personas. Porque no todos son iguales. Tengo tres hijos que ya son adultos. Todos ellos son más o menos exitosos. Mi hijo mayor vive en Londres, mi otro hijo heredó un colegio privado, que fundé hace unos 28 años. Mi hija es arquitecta. Todos tuvieron una muy buena educación. Ellos están bien. Y todos ellos se oponen a Putin. Y todos apoyan a Navalny. No porque no tuvieran nada que comer, no porque no tuvieron una carrera. Esto tiene que ver con la justicia, con tu dignidad, sobre cómo vives en estas condiciones en donde la ley no existe”, indica.

La activista rusa, Irina Bogantseva acompañada de su familia en una protesta a favor de Navalny.

Es en este sentido que Bogantseva recuerda que el 23 de enero pasado se unió a los miles de manifestantes que marcharon en Moscú por la liberación de Navalny. Incluso, en una clase les mostró a sus alumnos una caricatura llamada “Instrucciones para el detenido ideal”, en la que se detallan las mejores prácticas para los manifestantes que tratan con la policía.

Usted fue detenida por haber participado en las protestas, ¿cómo ocurrió esto?

Cuando la policía vino a mi casa, golpearon la puerta, yo no quería abrir, pero ellos me dijeron que la iban a romper. Así que abrí y me preguntaron: ¿Salió hoy? Era domingo, era el segundo día que se hacía una protesta. Yo recién había llegado a mi casa, no de la protesta, porque no la pude encontrar, los manifestantes se iban moviendo. Les dije que sí había salido, que cuál era el problema con eso. Luego me dijeron que fuera con ellos a la comisaría, y yo preguntaba por qué, preguntaba las bases legales. Ellos me dijeron que si no iba ahora me iban a llevar por la fuerza e iban a tener que escribir que no obedecí. Así que fui, pasé seis horas en la estación de policía, haciendo distintos protocolos sobre lo que fuese. También me preguntaron si había ido a la protesta anterior. Les dije que no iba a responder, porque en nuestra Constitución, en el Artículo 51, se estipula el derecho a no decir nada en contra de uno mismo, o alguno de tus familiares. Les pregunté cómo ellos sabían que yo había estado ahí hace una semana. Ellos me mostraron una foto mía de una cámara en la calle, en la que yo estaba caminando. Ellos de alguna forma me identificaron, tenían mi dirección y todo. Eso significa que todas las cámaras en Moscú están conectadas con una gran central de información, que tiene datos de todos los ciudadanos en Moscú. Ellos tienen las direcciones y todo de cada persona. Luego hicieron otro protocolo conmigo, hay un caso criminal. Esto no es criminal, es administrativo, con un castigo, quizás 10 días en prisión. Hay otro caso criminal, no contra mí, sino contra otra gente, cinco o 10 personas de Navalny, los que son culpados de haber organizado estas protestas y de esta forma hacer que el Covid-19 se propagara. Querían que diera información sobre eso: cuán cerca estaban las personas en la plaza, si mantenían el distanciamiento social, si usaban mascarillas. Tomó más de dos horas. Luego me tomaron una foto de todos los ángulos como una criminal, en una muralla especial. Ellos trataron de tomarme las huellas dactilares, pero me negué y accedieron. Después de todo, me dejaron ir cerca de la medianoche.

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