La doble vida del influyente armero Ennio Mangiola

Por años fue el presidente y rostro de la Asociación de Armeros. Era invitado a matinales y programas varios para hablar sobre la tenencia responsable de armas y los problemas que derivan del tráfico de armamento. Todo eso cambió la mañana del 27 de julio, cuando fue sorprendido por la PDI vendiendo un fusil de guerra que tendría como destino bandas criminales de La Pintana. El episodio no sólo significó la prisión preventiva para Mangiola, también derrumbó su reputación y su negocio.


“Fabián Alexander” tenía dinero. O al menos eso trataba de demostrar la madrugada del 27 de julio, cuando hablaba por WhatsApp con Gustavo Vera López (33), un hombre de Conchalí, sin antecedentes penales, al que había conocido días antes en las calles de la población El Castillo, en La Pintana, un barrio históricamente afectado por el narcotráfico y las balaceras.

Esa noche, ambos afinaban los detalles para la compra de un fusil de asalto que Vera estaba ofreciendo a $ 9 millones entre posibles compradores de la zona sur de la capital.

- “¿Tu traes la plata de todo o sólo del largo? Sólo te lo pregunto para que estemos en línea”, escribió Vera a las 0.48 horas.

- “Hermano, yo voy seguro con lo del largo (arma larga). Déjame decirle al guatón lo de las cajas (de municiones)”, replicó de inmediato Fabián Alexander.

- “A las 7 estoy en el local”, confirmó Vera minutos más tarde.

Esta es parte de la conversación por WhatsApp que tuvo el agente encubierto con Gustavo Vera, quien ofrecía un fusil de asalto por $ 9 millones en la zona sur de la Región Metropolitana.

Pero lo que Gustavo Vera no sabía era que todos sus pasos ya estaban bajo vigilancia de la Brigada Contra el Crimen Organizado (Bricrim) de la PDI. “Fabián Alexander”, en tanto, era en realidad “la chapa” de un agente encubierto dedicado a descubrir el origen de las armas de fuego que llegan a manos de bandas criminales de la Región Metropolitana.

Por ello, los investigadores vieron con sus propios ojos cómo a las 7.20 horas Vera llegó con un bolso a Zenteno 175, a dos cuadras del Palacio de La Moneda, en la comuna de Santiago. Lo esperaba un hombre de jeans, chaqueta color verde oliva y un característico peinado hacia atrás, quien de inmediato abrió los candados y levantó las cortinas de la tienda “Armería Mangiola”.

Se trataba de Ennio Mangiola Prieto (51), dueño del local y mediático dirigente gremial de los armeros, quien entró junto a Gustavo Vera a la tienda, en la que se ofrecen artículos de caza y pesca, pero también armas de fuego y municiones bajo supervisión de la Dirección General de Movilización Nacional (DGMN) del Ejército.

Esta es la última foto que el 9 de julio el armero Ennio Mangiola subió a sus redes sociales. Hoy se encuentra en prisión preventiva.

Tras unos minutos sale Gustavo con el mismo bolso en la mano, el cual se aprecia que mantenía cosas en su interior y luego lo depositó dentro de su vehículo y se dirigió a su domicilio en Conchalí”, relata el fiscal de la Fiscalía Metropolitana Sur, Guillermo Adasme.

Horas después, los funcionarios policiales irrumpieron en su hogar y encontraron 1.250 municiones de diferente calibre que serían vendidas en el mercado negro, mientras que el fusil que había ofrecido a Fabián Alexander estaba escondido en el techo de la vivienda. Se trataba de un Juggernaut modelo JT-15, arma de guerra prohibida en Chile, ya que por su poder de fuego es capaz de atravesar un chaleco antibalas. Confrontado con las pruebas, Vera delató de inmediato a su proveedor, con quien aseguró que venía trabajando desde hace “al menos dos años”.

Su confesión derrumbó el castillo de naipes sobre el que Ennio Mangiola construyó por más de una década su prestigio de líder y referente en el mundo de las armas. Mangiola aparecía en televisión y hacía lobby ante autoridades empujando la tesis de que el verdadero problema no era la tenencia legal, sino que el tráfico de armas. “Y el gobierno dice que el problema son los civiles. El contrabando ilegal de armas está desatado”, escribió en su cuenta de Facebook en julio de 2022.

En medios de comunicación y en redes sociales, el armero Ennio Mangiola defendía el derecho a portar armas y acusaba que el verdadero problema estaba en el tráfico y el contrabando de armamento.

Hoy, Mangiola está en prisión preventiva y arriesga un mínimo de 10 años de cárcel.

No sé qué cosa pasó por su cabeza o si se volvió loco. ¿Cómo arriesgar todo de esa forma? Sólo sé que su doble vida nos provocó un daño irreparable”, confiesa hoy, avergonzado, uno de sus amigos armeros más cercanos.

La cadena de confesiones en el caso del armero

Un par de horas después de la confesión y detención de Gustavo Vera en Conchalí, la PDI llegó a la “Armería Mangiola” en Santiago. Fuentes policiales relatan que cuando le preguntaron a su dueño si estaba involucrado en alguna venta irregular de armamento, su primera respuesta fue que no.

Pero cuando le mostraron las imágenes que los mismos funcionarios habían grabado esa mañana, en las que se veía a Vera saliendo del local, todo cambió. “Conozco a un amigo de nombre Sergio Bezanilla Laree (63), quien hace unas semanas me ofreció dos fusiles, pidiéndome $ 7 millones por los dos, a lo que yo le respondí que me dejara buscar a alguien para venderlos”, declaró Mangiola a la policía.

“Posteriormente me comuniqué con Gustavo (Vera) y le dije que los fusiles se los vendía en $ 9.500.000″, agregó el armero, quien obtendría una ganancia de $ 2.500.000 como intermediario en la operación. Además del fusil, hasta ahora se ha establecido que Vera ya le había comprado legalmente tres armas a Mangiola, de las cuales dos se declararon como “extraviadas”.

Este es uno de los dos fusiles que Ennio Mangiola compró a un coleccionista de armas y que luego vendería en el mercado negro.

“Además, me pidió ocho cajas de cartuchos 9mm y cuatro cajas de cartuchos .40, lo que le hice entrega en ese momento, entregándome $ 7 millones, lo que correspondía al pago de las municiones y un fusil”, puntualizó sobre la operación que era vigilada por la policía.

Al mismo tiempo, Mangiola confesó que el otro fusil, también de marca Juggernaut, estaba escondido en una bodega de su propiedad en Huechuraba. Allí la policía también encontró 3.202 municiones que se presume eran parte del mercado negro del que participaba Mangiola.

“Podemos proyectar que esta persona intermediaria, que es el dueño de la armería, podría ser uno de los principales proveedores de munición irregular en la Región Metropolitana. Además, esa munición no coincide con el calibre que usan los fusiles, por lo que creemos que iba destinada a otras personas”, asegura el subprefecto Juan Pablo Pardo, jefe de la Brico de la PDI.

Bezanilla Laree, quien hoy es acusado por la Fiscalía Metropolitana Sur de importar piezas desde el extranjero y con ellas armar los fusiles, hace más de 20 años que es cliente de Mangiola y trascendió que tiene permiso de la DGMN para poseer cerca de 150 armas como coleccionista.

En la bodega de un departamento de propiedad de Mangiola, en Huechuraba, la PDI encontró el segundo fusil y más de 3.000 municiones irregulares.

Desde el entorno de Bezanilla, médico de profesión, señalan que en realidad los fusiles estaban en su poder desde hace 10 años. También agregan que el hecho de que no se encontraran en su casa ni herramientas ni piezas de armas demostraría que no se dedicaba a armar o fabricar armamento de fuego.

Pero en noviembre del año pasado, Bezanilla, quien también practica el “tiro deportivo y caza sustentable”, presentó ante la Corte de Apelaciones de Santiago un recurso de protección en contra de una nueva norma de la DGMN que restringió la importación y el acceso a partes y piezas de armas de fuego. La acción fue declarada inadmisible.

Hoy, Bezanilla, al igual que Gustavo Vera y Ennio Mangiola, están confesos de participar en la venta de los fusiles y se encuentran en prisión preventiva.

El perfil de líder del armero Mangiola

Si bien toda su vida estuvo vinculado al mundo de la caza y las armas, fue recién en 2008 cuando Ennio Mangiola llegó con su negocio desde San Antonio a Santiago, tras comprar el local de Zenteno 175 a una histórica armera de la zona.

De profesión ingeniero comercial, en sus primeros años en la capital llevó en paralelo el negocio de las armas con su rol de gerente general de una clínica urológica. Fue ahí donde Mangiola tuvo su primer contacto con la justicia cuando, a fines de 2010, una secretaria demandó a la clínica por despido injustificado.

En la demanda, la mujer acusó que Mangiola la acosó laboralmente y la hostigó usando “términos soeces” y cambiándola de funciones constantemente. Un informe médico presentado por la demandante expresó que la situación de malos tratos “derivó de las intenciones sexuales que tenía con la mujer y que ella no correspondió”.

El año 2011 Mangiola se querelló por injurias y calumnias en contra de la exsecretaria, pero la acción no fue admitida a trámite. El juicio laboral, por su parte, terminó ese mismo año por un acuerdo entre las partes, donde no se reconoció ninguno de los hechos denunciados por la secretaria.

Ya dedicado un 100% a su armería, la figura de Mangiola comenzó a ascender y también sus acciones para defender el derecho a portar armas. Se unió como director de la Federación Deportiva Nacional de Tiro al Vuelo y se convirtió en presidente de la Asociación Gremial de Armerías (Agapech), plataforma desde la que daba entrevistas en medios.

Entre sus funciones gremiales, Mangiola se reunía con autoridades como la DGMN (en la foto) y constantemente hacía propuestas legales para regular el uso de armas en el país.

“Desde hace 10 años era el vocero. Ennio siempre ha sido una persona jovial, extrovertida y tiene un muy buen manejo con los medios de comunicación. Además, sabíamos que tenía un buen manejo comercial, por lo que era ideal para tener ese rol”, afirma hoy un miembro del directorio de Agapech.

Su rol gremial y la exposición pública también le abrieron la posibilidad de entablar amistad con futbolistas. Uno de ellos es el exseleccionado nacional Gonzalo Jara, a quien le agradeció en redes por invitarlo a un partido de “La Roja” contra Venezuela en 2017.

Pero con quien su amistad es mayor es con Mauricio Pinilla, quien era un cliente habitual de su armería. De hecho, en 2018, Mangiola, Pinilla y otras 10 personas fueron denunciadas por la Municipalidad de Maipú por estar cazando aves en un fundo de la comuna. Tras la fiscalización de Carabineros, se pudo constatar que contaban con todos los permisos correspondientes.

Esta foto del año 2015 es una de las evidencias de la amistad entre Mangiola y el exseleccionado nacional Mauricio Pinilla, quien es su cliente y con quien ha salido a cazar.

Desde la DGMN señalaron que la ley les prohíbe informar qué tipos de permisos y cuántas armas posee legalmente hoy Ennio Mangiola. Lo único cierto es que en redes sociales, como TikTok, se esforzaba por demostrar que las tenía y que las usaba frecuentemente en clubes de tiro.

Soy un afortunado, porque soy un legal tenedor de armas, cumplo con todos los requisitos que exige la ley chilena, por ende, puedo dormir tranquilo, ya que sé que puedo proteger a mi familia”, escribió en Facebook el 22 de octubre de 2019, a días del inicio del estallido social. El texto iba acompañado de varias fotografías en las que se mostraban dos pistolas Glock y varios cargadores llenos de municiones.

Esta fotografía fue publicada por Mangiola el 22 de octubre de 2019, a días del estallido social, junto a un texto en el que dijo sentirse afortunado por tener armas para defender a su familia.

Las esquirlas del caso Mangiola

“Estamos muy dolidos. No me cabe en la cabeza, me siento como una esposa engañada. No entendemos por qué lo hizo. ¿Problemas económicos? No creo, tuvo algunos problemas, como todos, pero ya estaban solucionados”, especula hoy uno de los amigos de Ennio Mangiola sobre por qué se involucró en la venta ilegal de fusiles de guerra.

Los estados de excepción constitucional decretados para el estallido social de octubre de 2019 y con motivo de la pandemia de Covid-19, en 2020 y 2021, golpearon con especial fuerza a las armerías: buena parte del tiempo en que estuvieron vigentes se prohibió la venta de armas de fuego y el funcionamiento de los clubes de tiro.

En el caso de Mangiola, las deudas comenzaron a perseguirlo desde el mismo 2019, cuando fue demandado por el Banco Santander tras dejar de pagar $ 60 millones de un crédito hipotecario. Luego, entre los años 2020 y 2022 otros tres bancos también le han cobrado judicialmente otros $ 40 millones impagos. Con todos llegó a acuerdos de pago y las demandas fueron retiradas.

Otra de las pistas que convencen a sus amigos de que el armero no tenía problemas económicos era que su nivel de vida no había bajado. Prueba de ello, dicen, es el viaje a Estados Unidos que realizó a fines de 2022 con su familia, que difundió públicamente en su cuenta de TikTok.

Mangiola practicaba constantemente la caza de animales y aves, además de disparar en diferentes polígonos de tiro autorizados.

Al momento de ser detenido, señalan fuentes de la investigación, Mangiola dio luces de lo que podría ser su real motivación para llevar una doble vida de armero legal y vendedor de armas y municiones en el mercado negro. “Me quedó gustando la plata”, es lo que habría sincerado ante funcionarios policiales.

Además de la prisión preventiva de los tres imputados, las autoridades también han tomado otras medidas. “La legislación estipula que en el caso de que se esté realizando una investigación, lo que corresponde es una suspensión de las autorizaciones que pueda tener esta persona, ya sea una tenencia de arma personal, de deportista, como coleccionista o algún permiso como casa comercial o armería”, relata el coronel Víctor Riffo, jefe del Departamento de Control de Armas y Explosivos de la DGMN.

Aunque la cancelación de todos los permisos sólo se puede ejecutar cuando se inicie un eventual juicio oral o cuando exista una condena de la justicia, sus cercanos creen que la vida de Mangiola como comerciante de armas se acabó.

Desde la Agapech, gremio de los armeros del que Mangiola era presidente y vocero, emitieron un comunicado señalando que “condenamos enérgicamente el actuar del expresidente de nuestra Asociación Gremial, Sr. Ennio Mangiola, quien deberá enfrentar la justicia y responder ante ella por sus actos”.

Por ahora, el armero y los otros dos involucrados fueron formalizados sólo por la supuesta fabricación y comercialización de los dos fusiles. Queda por periciar las decenas de armas y miles de municiones que la policía se llevó desde la Armería Mangiola y aclarar qué tan profundos eran los lazos del armero con las bandas criminales de la Región Metropolitana.

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