Desnudez, feminismo y video arte: la desconocida obra artística de Marcela Serrano
Antes de convertirse en escritora bestseller, la autora de Antigua vida mía fue una pionera de la performance y el body art. Después de más de tres décadas sin ver la luz, el investigador Sebastián Valenzuela-Valdivia rescata el registro de esas obras con exposiciones en Matucana 100 y galería D21.

En 2017, la galería Artespacio exhibió por primera vez una serie de 80 collages, elaborados por la escritora Marcela Serrano (1956) de manera artesanal, que mostraron una faceta artística desconocida para gran parte de los lectores de sus novelas, pero no del todo ajeno a las raíces de la autora de Antigua vida mía. Antes de convertirse en escritora bestseller, Serrano se volcó durante cuatro años, entre 1979 y 1983, al arte de la performance y el body art.
Había recién egresado de la Escuela de Arte de la U. Católica, y aunque su mención era en grabado, la artista siguió la línea de vanguardia que varios creadores locales como Carlos Leppe, Juan Dávila y el grupo C.A.D.A estaban desarrollando, dejando de lado los medios tradicionales como la pintura para explorar nuevos soportes. La escritora, de hecho, se convirtió en una de las pioneras de la performance en Chile con acciones radicales para la escena local de la época, donde usaba su propio cuerpo desnudo como herramienta de trabajo.
Su obra no pasó desapercibida en esos años, llegó incluso a ganar el tercer salón de grabado del Museo Nacional de Bellas Artes, con una obra inspirada en las mujeres yaganas, pero por alguna razón, en 1983, Serrano decidió dejar las artes visuales y dedicarse sólo a la escritura.
Tres décadas más tarde, en 2016, el investigador Sebastián Valenzuela-Valdivia se topó con una de las obras de Serrano, el libro Autocríticas, mientras trabajaba en el Centro de Documentación de las Artes Visuales, y comenzó a explorar más su obra, pero no había mucho más.
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Registro de la escritora Marcela Serrano de la performance Autocríticas.[/caption]
"Me llamó la atención porque era un trabajo muy potente para la época, que estaba muy en sintonía con lo que estaba haciendo Carlos Leppe por ejemplo, pero nadie habla de ella hoy", cuenta Valenzuela-Valdivia, quien se ha dedicado al estudio del archivo de arte y performance y actualmente es investigador del International Center for the Arts of the Americas del Museo de Arte de Houston, EEUU.
"Le escribí un correo a Marcela para preguntarle más detalles, que demoró seis meses en responder. La verdad es que ella no tenía mucho interés en reflotar la obra, pero luego de que le envié un paper que escribí sobre su trabajo y por el cual me invitaron a dar una charla en México, logré que me mostrara todo el material que tenía. De hecho me cedió los derechos de las obras y me pidió que me hiciera cargo de las entrevistas, ella no quiere hablar. Me dijo 'si abres esta caja de pandora, tú debes hacerte cargo", agrega.
El curador se encontró con videos y fotografías de dos performances: Retrato hablado, donde la escritora pinta su cuerpo completamente desnudo con pintura blanca y Autocríticas, video grabado por el cineasta Carlos Flores, en el que se ve a Serrano en una escena cotidiana narrada con una voz en off: despertándose y luego maquillándose para salir. Ambos se exhiben ahora en una muestra en Matucana 100, hasta el 16 de junio.
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Otro detalle del video Autocríticas, exhibido por primera vez en 1980 y ahora en Matucana 100.[/caption]
Además, desde el 8 de agosto en galería D21, Valenzuela-Valdivia exhibirá más material inédito. Reeditará la instalación Autocríticas, exhibida en el desaparecido Instituto de Arte Contemporáneo en 1980, y que consiste en la emisión del mismo video que está en M100, pero desplegado en cinco monitores atravesados por un malla metálica, además de la proyección en un telón más grande y un montículo de tierra que irá de muro a muro.
En otra sala habrá una foto de Serrano otra vez desnuda y cubierta de pintura como yagana, parte de la obra Paisaje de la pintura chilena, que no ha sido expuesta. Se suma el levantamiento de archivo realizado por Sebastián Valenzuela-Valdivia y que incluye el proyecto de obra Yo, Dora que ironiza sobre el estudio de la histeria de Sigmund Freud, pero que Serrano nunca alcanzó a realizar.
"A diferencia de otros artistas de la época, quienes trabajaban con críticos y teóricos del arte, Marcela escribía y analizaba ella misma su obra. Tenía una autonomía que no calzaba con ese trabajo colectivo que se daba. Ella no tenía pretensiones de tipo conceptual, era súper concreta y su discurso era muy feminista, para ella preguntarse por el rol de la mujer era primordial, pero no lo hacía desde una mirada ideológica, sino personal, desde su propia identidad", explica el investigador.
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Imagen en color de Autocríticas, rescatado por Sebastián Valenzuela-Valdivia y nunca antes exhibido.[/caption]
Escritura visual
"Todo se centraba en la idea de autocrítica, en la ilusión de modificarme y de usarme a mí misma con una proyección social. En la película hablaría; en la acción -desnuda- me pintaría a mí misma de blanco. Cuerpo y palabra buscaban la máxima ilusión: llegar al desnudo total", anota la misma Marcela Serrano, en la publicación de Autocríticas que estará en la muestra de D21.
La autora que comenzó su trayectoria literaria en 1991 con Nosotras que nos queremos tanto y que acaba de cerrar un contrato con Penguin Random House para un nuevo libro, salió de Chile después del Golpe de 1973, junto a su pareja miembro del Mapu. Se instaló en Roma, Italia, hasta que en 1976 decidió volver e ingresó a la carrera de Arte en la U. Católica. Su círculo, eso sí, siempre fue literario: hija de la novelista Elisa Pérez Walker y el ensayista Horacio Serrano, la escritora es la cuarta de cinco hermanas, entre ellas la Premio Nacional de Historia Sol Serrano. En los años 80 estuvo casada con el escritor Antonio Gil.
"El trabajo de Marcela siempre tuvo un pie en la escritura y en el feminismo, en eso fue muy de avanzada. Mi opinión es que para muchos artistas de la época era agotador estar siempre defendiendo la obra frente a los críticos como Justo Mellado o Nelly Richard. Así lo menciona Carlos Leppe en la publicación Cegado por el oro (1998). Me parece que Marcela quiso también alejarse de eso", dice Valenzuela-Valdivia, quien además editará un libro sobre la obra visual de Serrano este año.
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