El “Código de las Familias”: El referendo que pone a prueba al gobierno de Díaz-Canel en Cuba

Una manifestación a favor del referendo organizado por el Estado pasa por el malecón frente al mar en La Habana, el 17 de septiembre de 2022. Foto: Reuters

Este domingo los cubanos decidirán en una inédita consulta si aprueban o no un nuevo reglamento que incluye la legalización del matrimonio igualitario y el vientre de alquiler, entre otras medidas. Mientras el régimen moviliza a toda su maquinaria para la campaña del “sí”, los opositores y activistas piden el “no” o la abstención para evitar que el gobierno convierta la elección en un plebiscito sobre su legitimidad.


En un referendo que ha sido calificado como inédito y controvertido, los cubanos votarán el domingo sobre un nuevo “Código de las Familias” que legaliza el matrimonio homosexual e impulsa los derechos de las mujeres, en un ejercicio poco usual que representa una prueba de legitimación para el gobierno del Presidente Miguel Díaz-Canel, para que sus ciudadanos voten “sí” en medio de la peor crisis económica en décadas.

Más de ocho millones de cubanos mayores de 16 años podrán emitir su voto voluntario y secreto para validar por primera vez una ley en referendo. El ejercicio pretende ser el punto y final de un proceso de años. Arrancó con el intento de introducir el matrimonio entre personas del mismo sexo en la Constitución aprobada en 2019 y concluyó con la aprobación de la vigésimo quinta versión del Código de las Familias en la Asamblea Nacional del Poder Popular en julio pasado, después de tres meses de consulta popular y 79.000 reuniones con ciudadanos en barrios y municipios.

El Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, durante una manifestación de ciudadanos para exigir mejoras en el país, en San Antonio de los Baños, el 11 de julio de 2021. Foto: AFP

El nuevo Código de 114 páginas y 521 artículos consolida las leyes de Cuba en torno a una política social progresista que reconoce el matrimonio entre personas del mismo sexo y uniones civiles, el derecho de los homosexuales a adoptar niños y la “gestación solidaria” (vientre de alquiler), en una isla aún marcada por el machismo y la homofobia, según destaca France Presse.

En ese sentido, define el matrimonio como “la unión voluntariamente concertada de dos personas” y no “entre un hombre y una mujer”, como establece la norma vigente. Asimismo, legaliza la posibilidad de prestar el vientre materno para que personas “unidas por vínculos familiares o afectivamente cercanos”, incapacitadas de tener hijos, puedan formar una familia, incluidos “hombres solos o parejas de hombres”.

Junto con promover la distribución equitativa de las responsabilidades domésticas, el Código también protege a sectores vulnerables de la sociedad como los discapacitados; define la violencia familiar sexual y de género, e introduce la posibilidad de que los menores estén bajo la responsabilidad de varios padres o de abuelos y parientes cercanos.

Al respecto, con el nuevo Código evoluciona el concepto tradicional de familia al permitir que “excepcionalmente” un menor pueda tener más de dos padres o madres, por ejemplo, en familias integradas por parejas que hayan tenido hijos anteriormente y las madrastras y padrastros se conviertan también en tutores.

El gobierno cubano y todas las estructuras del Estado se han volcado en la campaña por el “sí”, incluida la Comisión Electoral Nacional (CEN) y el Tribunal Supremo, con continuos mensajes desde hace semanas en medios oficiales y redes sociales.

El Código de las Familias “es la esperanza de miles de personas marcadas por dolorosas historias de exclusión y silencio. Seres humanos que han sufrido y sufren los vacíos de nuestras leyes”, dijo el miércoles el Díaz-Canel, en su cuenta de Twitter.

La directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), Mariela Castro, hija de Raúl Castro y sobrina de Fidel, destacó que el Código responde a una “ampliación de derechos” en el ámbito del derecho familiar. “El Código de las Familias aporta, amplía y contribuye a garantizar ampliamente los derechos de todas las personas y todas las familias. Contribuye a democratizar aún más las relaciones intergenéricas e intergeneracionales”, aseguró.

El “no”, por su parte, no ha tenido una campaña articulada ni presencia en los medios oficiales. En las redes sociales, activistas y algunas instituciones y colectivos han abogado por la abstención o el rechazo a la ley.

La Conferencia de Obispos Católicos de Cuba criticó este mes la llamada “ideología de género”, que sustenta muchos preceptos contenidos en la nueva legislación, como el matrimonio gay, la gestación asistida y la posibilidad de que los menores puedan iniciar un proceso clínico para cambiar de sexo.

“Todo hijo es un don y un fin en sí mismo; es un derecho del niño a tener un papá y una mamá. No es ético que se reconozca como adecuada la llamada ‘gestación solidaria’, en la que una mujer que lleve en su vientre durante nueve meses una criatura la deba entregar inmediatamente después del parto a otras personas”, dijo en un comunicado.

Para el académico cubano Arturo López-Levy, de la Universidad de Holy Names, California, el nuevo Código “entronca con lo mejor de la visión progresista internacional”, pero “implica una confrontación entre visiones de esa institución” familiar en Cuba.

En medio de la difícil situación económica y migratoria que enfrenta la isla, López-Levy alerta sobre la posibilidad de abstencionismo y rechazo “para pasarle la cuenta de la crisis al gobierno”. Es “una oportunidad dramática de aprobar o desaprobar su gestión”, dijo el académico a France Presse. Sin embargo, reconoce que parece “muy poco probable” el triunfo del “no”, aunque no descarta que el rechazo pueda alcanzar hasta un 30%.

“El tema es que mucha gente va a votar (...) en protesta o en lealtad al gobierno, mucho más que en el contenido”, dijo Bert Hoffmann, un experto en América Latina del Instituto Alemán del Global and Area Studies, citado por Reuters. “Y eso sería una pena”.

No existen encuestas de opinión confiables en Cuba, pero históricamente los referendos en el país caribeño han sido aprobados por grandes mayorías y con una participación de más del 90%.

Sin embargo, la votación del domingo será la primera desde que se legalizó el internet móvil en diciembre de 2018, lo que ha permitido que las opiniones disidentes se propaguen más ampliamente. También será la primera desde las protestas en la isla el 11 de julio de 2021, un vistazo sin precedentes del malestar de los cubanos por las dificultades económicas surgidas.

“Será una votación para castigar al régimen”, escribió desde Madrid el cubano Yunior García en una reciente columna difundida en 14ymedio, un sitio web independiente en línea que encabeza Yoani Sánchez, la disidente más conocida de Cuba.

Pero Rafael Hernández, editor de la revista cubana Temas, advirtió que mezclar asuntos como la economía con el “Código de las Familias” ha sido un error. “Si la (oposición política) apoya los derechos humanos, debería apoyar el Código también”, afirmó Hernández a Reuters en una entrevista en La Habana. Y describió el Código como “audaz” y “un salto adelante por los derechos humanos” en Cuba.

“Politizar el Código es una forma de tratar de promover, polarizar la situación nacional (...) pero creo que la mayoría de los cubanos entenderá que el Código es de su interés”, dijo.

Pero la opositora y expresa política cubana Marta Beatriz Roque, en declaraciones a la agencia EFE, explicó que si pudiera votar -tiene los derechos civiles suspendidos por una condena- optaría por la abstención. “Yo no estoy ni por el sí ni por el no, ni por nada, porque conozco la dictadura, se cómo trabaja y estoy convencida de que en estos momentos ya se sabe lo que va a ser el resultado de este plebiscito”, sostuvo.

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