Idas y venidas: Piñera y la idea de una Nueva Constitución

Si bien tener una nueva Constitución o hacer una gran reforma constitucional nunca fue visto como un asunto de primera necesidad para el presidente Sebastián Piñera, en el transcurso de los últimos años el mandatario sí tuvo algunos acercamientos a la idea y la necesidad de un cambio en la carta fundamental. ¿Por qué terminó dejándolo en segundo plano?


Ocurrió el 9 de abril de 2015 durante el lanzamiento del libro ¿Nueva Constitución o Reforma? Nuestra propuesta: Evolución Constitucional, que se presentó en Libertad y Desarrollo (LyD). “Chile cuenta con una constitución que nos divide”, fueron las palabras de Sebastián Piñera, en ese entonces ex mandatario y encargado de presentar el documento. La frase tomó a varios de sorpresa. Hasta ese entonces, Piñera nunca se había mostrado partidario de hacer grandes cambios a la Carta Fundamental y algunos interpretaron un giro en esas declaraciones.

Sin embargo, cercanos al presidente dicen que la frase era más bien un lugar común en un minuto en que el debate constitucional era impulsado con fuerza por el gobierno de Michelle Bachelet, pero que la verdad es que para él la constitución nunca fue una real prioridad entre las grandes reformas.

Otros disienten y recuerdan un par de reuniones que realizó Sebastián Piñera con un grupo reducido de constitucionalistas, entre ellos Arturo Fermandois, Gastón Gómez, José Francisco García, Miguel Ángel Fernández, entre otros, algunos meses antes de la presentación del libro en LyD, en las cuales se mostró abierto e incluso convencido de que había que lanzar la idea de una nueva constitución, siempre pensando en una gran reforma, parecido a lo que había hecho Lagos en 2005, pero discrepaba profundamente del proceso constituyente de Bachelet. “Pero eso -recuerda uno de los miembros de ese grupo- duró solo dos meses y no fueron más de dos reuniones”.

A poco andar, en todo caso, Sebastián Piñera desecharía la idea de hablar de una nueva constitución y se referiría a la necesidad de una gran reforma. Algunos lo atribuyen a que con el estallido del caso Caval el tema constitucional perdió fuerza. Otros dicen que la verdad es que nunca estuvo convencido.

Hay un episodio que reafirma esta postura. A pocos meses de que Michelle Bachelet acababa de asumir como presidenta, Juan Francisco Galli, que en ese entonces era asesor legislativo en Avanza Chile convocó a un grupo de columnistas de derecha a sus oficinas de Apoquindo 3000. Asistieron Luis Larraín, Francisco Covarrubias, Nicolás Vergara, Héctor Soto y Fernando Villegas. Este último fue el que tomó la posición más dura. Dijo que el gobierno de Bachelet iba directo al marxismo y a las ideas de la UP. Piñera, en tanto, reafirmaba su posición: “Yo no necesité cambiar la constitución para avanzar durante mi gobierno”, fueron sus palabras.

“Siempre ha mantendio una posición distante con el tema, no obstante siempre ha estado abierto a cambios específicos, nunca estuvo muy convencido de que fuera necesario hablar de gran reforma y menos de nueva constitución”, dice un cercano.

Sus posiciones

En 2016, cuando el debate constitucional estaba en su minuto más álgido con el Consejo Ciudadanos de Observadores -nombrado por Michelle Bachelet para garantizar la transparencia en la etapa de participación ciudadana del proceso constituyente- funcionando, Sebastián Piñera volvería a convocar a constitucionalistas para

profundizar en reformas y propuestas en esta materia.

Las reuniones, organizadas por Sebastián Soto, profesor de derecho de la UC y considerado el principal asesor constitucional de Piñera, eran en las oficinas de Avanza Chile en Apoquindo 3000 y a ellas asistió un grupo de 20 expertos en Constitución. “Me fui de esa reunión con la idea de que él quería tener propuestas concretas de reformas a la constitución. Y que fuera más allá de una lista de supermercado, sino que eventualmente esto podría encauzarse hacia una gran reforma constitucional”, recuerda un constitucionalista que asistió a esa cita.

Sin embargo, si quedaba alguna duda respecto a su posición, éstas quedaron disipadas en su presentación del libro “Propuestas Constitucionales” del CEP en julio de 2016. https://www.cepchile.cl/cep/site/docs/20170113/20170113132916/rev144_spinera.pdf

Sebastián Piñera fue el encargado de presentar el documento en una presentación que según uno de los presentes “estuvo excelente” y que refleja su grado de escepticismo frente a la idea de una nueva constitución, pero su apertura a discutir cambios más profundos, algo similar a lo que Ricardo Lagos hizo en 2005. “Creo que Chile sí necesita hacer un esfuerzo por perfeccionar y modernizar nuestra constitución. ¿Debemos partir de cero como si fuera un libro abierto, una página en blanco? Pienso francamente que no, porque tenemos una historia constitucional, porque en estas materias es bueno ir avanzando en forma de evolución más que de revolución”, fueron sus palabras.

Y más adelante agregó: “Han pasado once años, el mundo y Chile han cambiado y, por tanto, es bueno tener nuevamente una reflexión como la que tuvimos ese año 2005”.

Fue una presentación extensa en la cual el mandatario manifestó su posición en cada una de las propuestas que recoge el libro: Derechos constitucionales, frente a lo cual dice que al mismo tiempo que garantizar derechos un estado debe estar capacitado para poder cumplirlos; Forma de estado, tema en el que se inclina por un estado unitario, más que uno federal; Régimen político, donde se manifiesta más cercano al presidencialismo; Potestad constituyente, frente a la cual dice que debe ser el Congreso el encargado de hacer los cambios constitucionales; y Régimen jurisdiccional, donde propone fortalecer la justicia constitucional.

En su presentación además critica fuertemente el proceso constitucional de Bachelet, del que siempre se mostró lejano y escéptico. Cuestiona los desencuentros del Consejo Ciudadano de Observadores con el gobierno, el “sesgo en la designación de los facilitadores” la baja participación ciudadana en los Encuentros Locales Autoconvocados, las expectativas excesivas respecto del poder de la Constitución para solucionar los problemas de la gente y el itinerario propuesto por Michelle Bachelet para una nueva carta fundamental.

Una columna publicada en mayo 2016, da cuenta que Piñera tenía claro cuáles eran los temas que debían reformarse de la constitución. Ahí enumera ocho: modernizar el régimen presidencial, fortalecer los derechos de las personas, consagrar a nivel constitucional los deberes del Estado con la sociedad y los ciudadanos, establecer un mejor equilibrio entre el rol subsidiario y el rol solidario del Estado, impulsar la descentralización, dar autonomía a los servicios públicos, modernizar la Contraloría y agilizar el funcionamiento del Congreso y del Poder Judicial.

El programa y la ausencia

Para varios fue confuso. Después de todas sus aproximaciones al tema, Sebastián Piñera decidió dejar fuera de su programa de gobierno una gran propuesta de cambio constitucional y se limitó a presentar reformas acotadas relacionadas con cambios al Tribunal Constitucional, la Contraloría y el Congreso. ¿Qué ocurrió? Varios constitucionalstas y cercanos al presidente lo explican.

“En 2017, en plena campaña presidencial, el debate constitucional había perdido fuerza y el proceso constituyente de Bachelet se desarma solo. Hubo un quiebre entre los consejeros y el gobierno y todo este tema desemboca en que la Constitución termina redactándose de manera hermética en una oficina de La Moneda”, dice un constitucionalista que participó del proceso constituyente de Bachelet.

El ímpetu constitucional se fue apagando, por lo mismo, dicen cercanos al mandatario, no fue raro que el programa presidencial de Piñera incluyera solo algunas propuestas tímidas de reformas constitucionales puntuales y que no fuera uno de sus caballos de batalla.

“El debate constitucional es una cosa de alzas y bajas. Piñera salió elegido en 2009 sin proponer nueva constitución y después gana Bachelet con el proceso constituyente como una de sus tres promesas de campaña. Cuando gana Piñera en 2017 no propone grandes cambios. El proceso constitucional estaba sepultado a esa altura”, explica un abogado.

“Él no tomó el tema de la Constitución como una de sus grandes batallas en su campaña porque no era el timing. A esa altura pesaba más el empleo y la reactivación económica”, agrega un constitucionalista que trabajó en su programa.

“La cuestión constitucional, incluso en los tiempos de su debate más álgido, nunca superó el 4% o el 5% entre las grandes demandas de la gente. Eso influyó en Piñera, además de la alta votación que tuvo con el 55% de los votos y con una propuesta constitucional tan pobre como la que presentó”, agrega otro constitucionalista.

Y un cercano al mandatario aclara: “Cuando llega el 2018, Piñera dice vamos a hacer cambios constitucionales, pero no van a ser nuestra prioridad. Ese no era el centro del relato de su gobierno”.

Otros dicen que Piñera nunca quiso en realidad hacer cambios importantes y cuentan que en ese entonces, eran dos los constitucionalistas que más influían en el actual mandatario. Gastón Gómez, cercano a RN, ex miembro del Consejo Ciudadano de Observadores de Bachelet, quien siempre apoyó la idea de que Piñera debía seguir la senda de la ex presidenta y plantear el cambio constitucional como una propuesta fuerte de campaña y Sebastián Soto, profesor de la PUC, cercano a Cristián Larroulet y considerado como parte del ala conservadora de la derecha en materia constitucional. Finalmente, Piñera terminó escuchando a este último, quien incluso entró a trabajar en La Moneda en media jornada durante los primeros meses de gobierno, hasta que fue designado miembro del Consejo de Defensa del Estado (CDE) en julio del año pasado.

Con el 18 de octubre, el escenario cambió radicalmente. Luego del Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, Piñera se convenció que la salida constitucional era la única posible. Una decisión que, si bien estuvo cargada de pragmatismo, ha tomado como propia. Así lo transmitió en un mensaje del 23 de enero en su cuenta de Twitter: “Chile ha esperado 30 años para llegar a este momento: una nueva Constitución que se inicia con una hoja en blanco. Ya lo señalé hace 6 años, el país necesita un nuevo consenso institucional que responda a su presente y, sobretodo, a su futuro”.

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