Nissim Sharim y los agitados años 80 del Teatro Ictus

Nissim Sharim en enero de este año cuando recibió el Premio Luz y Memoria de parte de la Comunidad Judía.

Fallecido esta mañana a los 88 años, el actor y director lideró la compañía teatral por 50 años. Durante el régimen militar, la sala La Comedia se transformó en una sede de la disidencia a través de la creación colectiva. Recibieron amenazas y también la solidaridad figuras de Hollywood, y dejaron una huella profunda en la escena chilena.


Era octubre de 1987 cuando Nissim Sharim (1932 - 20202) y otros 79 actores chilenos recibieron una carta amenazante. “A contar de esta fecha: 30 de octubre de 1987, los siguientes testaferros del marxismo internacional tienen un mes de plazo para hacer abandono del país”, decía la misiva firmada por el grupo ultraderechista Comando 135 - Acción Pacificadora Trizano.

La situación tuvo amplia resonancia y llegó a oídos de grandes estrellas de Hollywood. Entre ellas Robert Redford, Robert De Niro y el actor Christopher Reeve, quien viajó a Chile a solidarizar con sus colegas chilenos. También la actriz Jane Fonda demostró su apoyo y realizó una llamada telefónica. “Hello, this is Jane Fonda”, saludaba al teléfono. “Oh, yes. This is Nissim Sharim”, respondía al otro lado de la línea el actor y uno de los líderes históricos del Teatro Ictus.

Figura protagónica de la compañía, Nissim Sharim falleció de causas naturales esta mañana a los 88 años. Por más de 50 años fue una presencia fundamental en la agrupación, a la que se integró en 1962, tras estudiar Derecho en la Universidad de Chile. El actor y director será velado hasta las 16.00 h en la Sala La Comedia de Teatro Ictus, ubicada en Merced 379.

Formada en 1955 por un grupo de estudiantes de tercer año del Teatro Ensayo de la Universidad Católica, la compañía se destacaría por su teatro moderno y experimental, de humor intelectual, con el montaje de obras de Harold Pinter, Eugenio Ionesco y Jorge Díaz. Sin embargo a fines de los 70 y durante los 80 se reinventan para afrontar desde el arte la represión política que vivía el país. Fue una época de gran creatividad, con hitos que marcaron la historia del grupo y con un elenco que incluía a Sharim, Delfina Guzmán, José Secall, Gustavo Meza, Mónica Echeverría, Jaime Vadell, entre otros.

Incluso con el complicado escenario político de la época, el Teatro Ictus no cerró y siguió funcionando. “Tuvimos mucha suerte por dos razones: una porque los artistas fueron considerados impotentes social y políticamente (yen eso se equivocó la dictadura), y dos, y no se equivocó mucho, era que cerrar un teatro como el nuestro producía un efecto de mayor contundencia negativa, sobre todo en el exterior; que permitir que fueran cien o doscientas personas diarias a gozar con la ilusión de recuperar la libertad. Pero sufríamos amenazas y en mi casa cayeron dos bombas”, recordó Sharim.

Imágen archivo de Teatro Ictus, con Nissim Sharim en escena.

En sus creaciones predominó la creación colectiva con autores como Marco Antonio de la Parra y Carlos Genovese, así también la participación de destacados escritores como José Donoso, autor de la obra Sueños de mala muerte (1982).

En ese periodo uno de los estrenos de contenido político más elocuente fue Lindo país esquina con vista a la mar que estaba serena (1984), dirigida por Claudio Di Girólamo. A través de cinco cuadros, retrataba la situación social de la época, y curiosamente fue permitida por los militares. “Circuló un memorándum de la CNI donde se recomendaba que este tipo de obras de teatro no fueran censuradas para evitar esa imagen negativa”, recordaba Sharim en una nota publicada en La Tercera hace diez años.

Otra de sus creaciones emblemas fue Primavera con esquina rota, basada en la novela homónima de Mario Benedetti que relataba la historia de un padre exiliado con un hijo detenido político. Fue precisamente en medio de este montaje en 1985 cuando la compañía vivió su momento más doloroso.

El 30 de marzo de 1985, durante el intermedio de una función, el actor Roberto Parada para se enteró del asesinato de su hijo José Miguel Parada. El sociólogo de 36 años era jefe del departamento de Análisis de la Vicaría de la Solidaridad y fue secuestrado junto al profesor Manuel Guerrero y al diseñador Santiago Nattino, todos militantes comunistas, entre el 28 y el 29 de marzo. Sus cuerpos fueron encontrados degollados cerca del aeropuerto.

A pesar de la trágica noticia, Roberto Parada decidió terminar la función. “Él dijo que no iba a suspender la obra, que se la dedicaba a su magnífico hijo”, recordó Nissim Sharim.

Durante la década de los 80 el Teatro Ictus también comenzó a producir ficciones y documentales relacionados al contexto que vivía el país, y que circulaban en circuitos cerrados para contrarrestar la propaganda oficialista. Entre los títulos que realizaron están Cuestión de ubicación (1980), Candelaria (1981) y Hecho Pendiente (1984).

Nissim Sharim participó activamente de esas producciones y obras de la compañía, así como también encarnó al personaje publicitario de Perico. Durante los 80 el Banco de Santiago estrenó comercial donde se ve al actor recorrer la ciudad en bicicleta hasta llegar a la casa de su amada para entregarle unas flores, mientras en el camino todos le gritan “¡Cómprate un auto Perico!”.

“Fíjate tú que era el año 1981, en la peor crisis financiera chilena y el Banco de Santiago, en aquella época, hoy el Banco Santander, contrató al Ictus para hacer una serie de mini comerciales, tipo comedia, como la Manivela (el programa de humor que hicieron en TV)”, contó a la revista América Economía. “Uno de esos comerciales, se me ocurrió, podría ser de un tipo yendo en bicicleta con flores, en camino a visitar a su novia y al llegar ella le decía: ‘¡Cómprate un auto Perico!’”. El comercial fue un éxito y por años a Sharim le gritaron la frase en la calle.

En 2015, el actor dejó la dirección artística del Teatro Ictus en manos de su hija Paula. Lo motivos, una dolencia en la espalda que lo complicó más de la cuenta. “Lo que nunca pensé fue dejar de actuar o de dirigir, pero la verdad es que tratando de mejorarme de una raquioestenosis (afección que se produce cuando la columna vertebral se estrecha y comprime la médula espinal), acepté hacer yoga el año pasado, y en una clase me di un porrazo que me fracturó la cadera, y tuve que operarme. Del accidente emergió un cojo”, señaló en su última entrevista a La Tercera hace tres años.

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