Nueve disparos en Carahue: el brutal ataque a sangre fría en que fueron asesinados dos jóvenes guardias

Benjamín Bustos Manríquez (23) y Alejandro Carrasco Mellafe (30) fallecieron tras recibir cinco y cuatro disparos a quemarropa cuando vigilaban la seguridad del fundo "El Encanto", propiedad de la Forestal Mininco. Familiares de una de las víctimas detallaron el infortunio del joven: había sido invitado por un primo a este trabajo y llevaba poco tiempo en éste.


En la Macrozona Sur es difícil encontrar una semana en que no pase un hecho de violencia asociado a ataques en las zonas rurales de esas regiones, especialmente en La Araucanía. La intensidad y el poder de fuego empleado, según registros policiales, están lejos de ir a la baja, configurándose así un peligroso panorama en que ajustes de cuentas, homicidios y ataques selectivos surgen con más preponderancia.

Si hace casi un mes -el 18 de enero- personas acribilladas por desconocidos fueron el trabajador forestal Andrés Millanao Cayup (22), en Arauco, y Joel Ovalle Durán (68), en La Araucanía, durante la tarde de ayer el listado de fallecidos por crímenes a sangre fría en esa zona encontraría dos nuevos nombres: Benjamín Bustos Manríquez (23) y Alejandro Carrasco Mellafe (30).

Fue una seguidilla de disparos lo que activó la preocupación de tres brigadistas que trabajaban en controlar un incendio que ya sumaba más de 10 días de expansión en las cercanías del fundo “El Encanto”, en la Forestal Mininco. Lejos de tomarse el asunto a la ligera, el grupo decidió refugiarse en el bosque para dar cuenta de los sospechosos ruidos que se acababan de escuchar. Por lo mismo, según relataron fuentes del caso, llamaron a la central de la forestal para advertir de lo ocurrido. En la oficina de la empresa trataron de contactarse con los vigilantes que prestaban labores de seguridad a los trabajos, sin embargo, no obtuvieron respuesta. Era una mala señal.

Eran las 19.50 horas del domingo y, entonces, el encargado de seguridad del fundo llamó a Carabineros: “Hubo disparos y no responden los guardias”, fue el mensaje que entregó a la policía, quienes de inmediato requirieron el apoyo de personal militar para poder llegar hasta el lugar, dado que el acceso no es fácil. Así, en compañía de vehículos Mowag del Ejército, lograron permear el camino.

Luego de dos horas de traslado, los policías confirmaron las sospechas de los encargados del fundos: los dos guardias privados, especializados en vigilancia para los camiones de valores, Benjamín y Alejandro, estaban muertos, acribillados con cinco y cuatro disparos cada uno. No tuvieron posibilidad de defenderse o incluso huir, comentan quienes acudieron hasta el sitio del suceso.

Según los peritajes que se pudieron hacer entonces -y que siguen a esta hora a cargo de la PDI-, las víctimas fueron emboscadas de frente, atacadas a quemarropa y con armas tipo 9 milímetros ¿Panfletos alusivos a la causa mapuche?, nada; ¿Incendio posterior?, tampoco. ¿Se llevaron la camioneta?, nada, es más, los cuerpos de Benjamín y Alejandro estaban dentro, junto a sus pertenencias. Los desconocidos lo único que se llevaron fue una cámara que había en la camioneta, la cual es dispuesta por los vigilantes privados que hay en los distintos predios que operan en la zona. Esto para registrar cualquier tipo de acción que pueda ser reportada a la policía. Sin embargo, los delincuente este dato lo manejaban: no dejaron pistas, ni menos imágenes de su identidad.

El robo de madera

El móvil del crimen, hasta ahora, es incierto, pero todo apuntaría a que tendría relación con el robo de madera. Las forestales han invertido en seguridad para evitar este tipo de delitos, dado que las pérdidas por estos ilícitos son millonarias.

Es en este escenario que guardias como Benjamín y Alejandro se habrían encontrado cara a cara con quienes quieren sustraer esta madera para venderla en el mercado negro. Como estos dos guardias, hay muchos quienes, según cuentan policías de la zona, son denominados por los grupos radicales como “Los Gringos”.

De esta manera, creen las autoridades de la zona, temen que a los hechos de violencia rural se sume una nueva derivada: los ajustes de cuentas entre “Los Gringos” y los grupos radicales que protagonizan los atentados más violentos en la Macrozona Sur.

El delegado presidencial, Pablo Urquízar, sostuvo que “este es el mismo sector donde en octubre pasado la Weichan Auka Mapu, grupo organizado y terrorista que opera en la zona, se adjudicó un grave atentando incendiario de más de 10 cabañas”.

Trabajo de una temporada

Los familiares de Benjamín Bustos lo describen como un joven trabajador, donde la suerte, y de la mala, le jugó una pésima pasada. Llevaba muy poco tiempo en el trabajo de la forestal, era uno de temporada y llegó a él porque un primo que trabaja también ahí le dio el dato. No era un trabajo ligado a la seguridad, sino que estaba más bien ligado a funciones de temporada para prevenir incendios forestales.

Su labor, precisamente, era reportar y revisar que no exista nada respecto a incendios forestales, que no existan focos de incendios ni tampoco posibles focos sobre los árboles. Reportaban esta información, sacaban fotos y hacían rondas. Cada brigada estaba compuesta por dos personas que revisaban.

Benjamín siempre trabajó en empresas ligadas a la seguridad, como vigilante o guardia. El primo lo invitó, ya que él estaba sin trabajo y porque eran funciones relativamente tranquilas que no significaban un mayor esfuerzo físico, y era bien remunerado.

Es hijo de madre soltera y tiene dos hermanos menores. Se crió con sus abuelos en la zona rural de la comuna de Vilcún, lugar donde vivía hasta hoy.

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