Teólogo expulsado de la UC: "Es grave que sacerdotes formados por Karadima formen a los seminaristas"
"Son víctimas, sí, pero no son víctimas sin poder, son víctimas activas. Ellos ejercieron el poder de manera abusiva", dice Mike Van Treek, quien celebra la carta que esta semana envió el consejo directivo de Teología UC, donde reconocen el abuso de poder contra teólogos. Él espera que le pidan disculpas por su caso.

Mike Van Treek es teólogo, doctor en Teología por la Universidad de Lovaina, y en enero de este año fue expulsado de la facultad de Teología de la Universidad Católica.
Entre las razones que se esgrimieron para fundamentar que "no aportaba a la comunión" se contaron dos. Un seminario organizado por él en 2014, en el que se discutió sobre la manera en que la Sagrada Escritura abordaba la homosexualidad; y luego una columna de opinión en la que analizaba la declaración de principios de la UC. Según relata Van Treek, ambas iniciativas generaron molestia en altas autoridades de la iglesia, entre los cuales nombra al nuncio Ivo Scapolo, al obispo auxiliar de Santiago y ex vicegrancanciller de la universidad, Cristián Roncagliolo, y al obispo castrense Santiago Silva. "Él manifestó su disconformidad con la columna, donde puse en cuestión el rol de la dictadura militar en la UC. Silva es el obispo castrense y en 2015 censuró en un texto mío la palabra "dictadura". Yo no quise hacerlo y renuncié a seguir en la comisión de redacción de ese texto", cuenta.
Por esta razón, Van Treek dice estar "sorprendido y muy feliz" con la carta que a principios de este semana el consejo directivo de la facultad envió al Papa, en la cual afirman que los teólogos también han sido víctimas del abuso de poder, y que "hay una larga lista que en Chile han sido excluidos por razones más ideológicas que teológicas". Van Treek afirma que ahora espera un gesto de perdón por parte de quienes firmaron la misiva, varios de los cuales protagonizaron su salida de la UC.
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Mike Van Treek[/caption]
Pero más allá de este capítulo, el teólogo reafirma que lo que le ocurrió a él es una señal de la "lógica abusiva" que impera en la iglesia chilena. Asegura que, para cambiarla, es necesario tener una nueva conferencia episcopal. Pero será un proceso lento, dice: hay que formar a los obispos de otra manera, cambiar la formación en los seminarios y cómo se enseña la teología. Y advierte que es "grave" que quienes fueron formados por Fernando Karadima sigan formando a los seminaristas porque "ejercieron el poder de manera abusiva".
-¿Cómo vio la carta de Joaquín Silva y directivos de Teología UC?
-Leí la carta y quedé muy sorprendido, muy feliz. Me parece muy interesante y no puedo sino felicitar al consejo de la facultad, que reconozca de manera pública que los teólogos en Chile hemos sufrido abusos de poder. Es un tremendo paso que da el consejo de la facultad. Abre muchos horizontes, abre mucho a la discusión concreta de cómo ha operado, cuáles han sido los mecanismos por los que los teólogos hemos sido excluidos del ejercicio libre y crítico de la teología.
-¿Esa carta hace referencia a su expulsión y de Jorge Costadoat de la UC?
-Me siento totalmente representado por lo que la carta describe, me siento emocionado incluso de que el consejo haya tenido la valentía de revisar las acciones que han llevado a la exclusión de teólogos por motivos ideológicos y no académicos. En toda la lectura me pareció estar muy adentro de esa carta, porque habla de exclusión ideológica a partir de presiones externas. En 2017, cuando el decano Joaquín Silva me cita a su oficina para hablar sobre un artículo que escribí sobre la declaración de principios de la UC, levantado la voz profética del cardenal Silva Henríquez, me reconoció que otros se la habían comentado con preocupación. Nunca supe quiénes. Creo que sería el momento de que el decano se libere de ese secreto y diga quién lo presionó a manifestar su desacuerdo.
-¿Estos abusos de poder o exclusiones se ven sólo en la UC o están más extendidos?
-Es algo que está más extendido, que ocurre dentro de la UC y que probablemente sigue ocurriendo. Yo puedo hablar de mí. El año 2014, yo organicé dos seminarios de discusión sobre la manera en que la Sagrada Escritura aborda la homosexualidad. A los pocos días, el decano de la época, Fredy Parra, me dice que el nuncio (Scapolo), el arzobispo Ezzatti y el vicegrancanciller, Cristián Roncagliolo, se han enterado de estas conferencias y que debe instruirse un proceso de investigación sobre este asunto. Ese proceso fue realizado. El decano pidió informes secretos sobre la conferencia, que yo no conozco, a personas que estuvieron ahí y que leyeron los textos. Estaba Marcelo Gidi, Rebeca Guzmán, Cristina Bustamante. Y luego la comisión de calificación académica, que está compuesta por algunos de los personeros que firman hoy la carta -Joaquín Silva, Samuel Fernández y Fernando Berríos- me investigó y me acosó laboral e ideológicamente por haber hecho esta conferencia. El procedimiento que se realizó no se ajustó al debido proceso: nunca supe de qué se me acusaba y la comisión de calificación académica nunca emitió un acta sobre este proceso. Había un dato importante: para realizar una investigación de este tipo en Teología, debe usarse un reglamento, y ese reglamento no existe.
-La carta que conocimos esta semana la firman personas que protagonizaron estos capítulos... ¿Cómo explica esa vuelta? ¿Cree que es un ejercicio honesto?
-Podría serlo, y por eso quisiera dejar claro que estoy dispuesto a recibir de parte de ellos las disculpas necesarias por el maltrato que he sufrido en estos meses. Estoy abierto a colaborar para hacer de Teología UC la facultad que la iglesia necesita para salir de esta crisis. Creo que han tomado conciencia del daño que han hecho a la facultad de Teología excluyendo a teólogos a partir de estos mecanismos.
"Las voces críticas deben ser suprimidas"
-Los abusos de poder se escuchan en denuncias a todo nivel en la iglesia chilena: el círculo de Fernando Karadima, en Valparaíso con denuncias contra el obispo Duarte, su caso en la UC... ¿Por qué predomina esa lógica?
-Hay lógicas institucionales que se someten rápidamente a la opinión de autoridades eclesiásticas abusivas. Personalmente creo que tiene que ver con un cristianismo elitista, donde es importante mantener cohesión, uniformidad. Entonces las voces críticas deben ser suprimidas. Cuando alguien somete a juicio racional la opinión de otro, ese otro se siente desestabilizado en la comunión de la iglesia, entonces el abuso es la exclusión de aquellos que piensan diferente al que tiene el poder dentro de la iglesia. Tienen la concepción de poder como mantener unidad, uniformidad, cohesión, en torno a su manera de ver la iglesia. Eso está reñido profundamente con la manera en que Jesús miraba las relaciones humanas y al interior de la comunidad de fe. Por eso la carta es interesante: dice que es necesario hacer un ejercicio libre y crítico de la teología, que es un intento de sacudirse de esa lógica que se subyuga a la lógica abusiva de un obispo.
-¿Tuvo influencia en estas prácticas el círculo de Karadima que se instaló en la facultad?
-Cuando llegué a trabajar a la facultad después de hacer mi doctorado, donde me especialicé en temáticas que rondaban el erotismo en la Biblia, Samuel Fernández, que en ese momento era decano y no se conocía públicamente el caso Karadima, se plantó en la oficina para decirme que de esos temas yo no puedo hablar en clases. De lo contrario, dice, él se verá obligado a pedir una rebaja de mi contrato. De eso yo nunca he recibido disculpas ni él lo ha reconocido. Me parece un atentado de libertad de cátedra grande.
-¿Lo que está sucediendo hoy en la iglesia chilena, la intervención del Papa mediante sus dos enviados, es entonces la punta de un iceberg?
-Hay mucha expectación con lo que está pasando. Hay que empezar a hablar de una nueva conferencia episcopal, y eso es un proceso lento. Es necesario formar obispos de otra manera. Para eso hay que formar sacerdotes de otra manera, organizar la formación en los seminarios, transformar la manera en que se enseña la teología, cosa que también se señala en la carta. En años anteriores se hizo una modificación de la malla curricular, cuyo resultado fue que la facultad de Teología se parecía más a un seminario que a una facultad universitaria. Quienes señalamos que eso era un peligro, hoy estamos excluidos.
-Hay que hurgar en las raíces, entonces...
-El tema de la nueva conferencia episcopal, de una nueva manera de conseguir el poder dentro de la iglesia, es un tema muy a largo plazo, que parte inicialmente con la selección para los seminarios, quiénes enseñan, cómo se forman los profesores. Por eso es relevante el tema de los profesores formados por Fernando Karadima, es grave que ellos sigan formando a los seminaristas. Esto lo digo de forma responsable: no se puede pensar que personas que fueron formadas por Karadima, que inicialmente lo defendieron, y que cuando se vieron expuestos a la luz empezaron a señalar que fueron víctimas pasivas de su abuso de poder. Son víctimas, sí, pero no son víctimas sin poder, son víctimas activas. Ellos ejercieron el poder de manera abusiva en el seminario pontificio, en la facultad de Teología, en el confesionario y en parroquias. Todo eso está documentado en el expediente judicial del caso Karadima. Ellos son víctimas, también fueron dañados pero también ejercieron acciones similares a Karadima sobre otros. Eso yo lo experimenté.
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