Testimonios de la masacre en Bucha: “Los civiles asesinados yacen en los patios y tienen las manos atadas a la espalda”

Journalists stand by a mass grave in Bucha, on the outskirts of Kyiv, Ukraine, Monday, April 4, 2022. Russia is facing a fresh wave of condemnation after evidence emerged of what appeared to be deliberate killings of civilians in Ukraine. (AP Photo/Rodrigo Abd)

Ucrania denuncia una “masacre” en la ciudad ubicada al norte de Kiev, donde las imágenes muestran cadáveres apilados en fosas comunes y cuerpos con ropas de civil tirados en las calles


“Los civiles asesinados yacen en los patios, cerca de las casas, debajo de la carretera. Algunos tienen las manos atadas a la espalda, con signos de tortura en el cuerpo”. Así describió en su cuenta Telegram Lyudmila Denisova, comisionada parlamentaria de derechos humanos de Ucrania, sobre la situación en la localidad de Bucha. La funcionaria indicó que el Ejército ucraniano encontró los cuerpos de 280 civiles, algunos de los cuales habían recibido disparos.

La que en un principio se celebró como la liberación de Bucha el 31 de marzo, dio paso al horror, a medida que se descubren las decenas de cadáveres civiles y víctimas de la ocupación rusa en la ciudad. 24 kilómetros al norte de Kiev, cercana a Gostomel e Irpin, Bucha es hoy otra ciudad símbolo de los abusos del ejército ruso sobre la población civil.

A pesar de las imágenes de cuerpos con manos atadas y de la cantidad de cadáveres encontrados en las calles de la ciudad, el Ministerio de Defensa Ruso alegó que las fotos y videos fueron “montados por el régimen de Kiev”, lo que hasta el momento ha sido la reacción estándar de Moscú a la mayoría de los comunicados de las autoridades ucranianas y de periodistas independientes reportando la guerra.

El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, en una visita a Bucha rodeado de oficiales. Foto: Reuters

A medida que pasan los días, más habitantes de Bucha cuentan lo que significó vivir bajo la ocupación. Para el medio independiente ruso Meduza, la diputada del municipio de Bucha, Kateryna Ukraintseva, señala que al principio se creía que su ciudad sería un lugar seguro: “Bucha queda cerca de Gostomel. Como ciudadanos comunes, pensamos ingenuamente que el combate principal tendría lugar en Kiev y no tocaría nuestra ciudad. Incluso después de que la guerra empezara, no esperábamos que empezara con nosotros”.

Ya en febrero, la ucraniana señala que la crisis humanitaria estaba desatada. “Cuando un tanque ruso golpeó el Novus –un mall–, la gente corrió y empezó a tomar todo lo que había ahí. Puedes llamarle saqueo, pero no había otra opción. La gente necesitaba al menos tener una reserva de comida, y la demanda por medicamentos había llegado aun punto crítico, en que se empezaron a saquear tiendas y farmacias (….) La policía y los voluntarios se habían ido los primeros días, y la gente se defendía a sí misma”, señala Ukraintseva.

“Ocuparon la ciudad y lo destruyeron todo, desde el alcantarillado a la señal de teléfono. No quedó ni la electricidad, ni hay agua ni internet. Y también ellos necesitaban sobrevivir de algún modo”, relata Ukraintseva. La funcionaria señala que tanto a los guardias como a los voluntarios de la alcaldía los tomaron como rehenes en un momento: “Taparon sus ojos, los golpearon con armas y los interrogaron. Luego los dejaron ir. Los chicos dijeron que había un francotirador, que los había estado siguiendo durante tres días. Trataba de desmoralizarlos, diciendo que los soldados ucranianos los habían abandonado”.

En esos momentos, Ukraintseva señala haberse vuelto demasiado activa en la esfera pública: “La gente realmente necesitaba información, así que a veces hacía transmisiones en las redes sociales con nueva información. Los rusos ya habían ocupado Bucha, y hacía estas transmisiones para decirle a la gente donde estaban ellos. Más tarde super que los rusos también habían visto mis videos”.

Ukraintseva se vio obligada a abandonar la ciudad. “Me fui porque supe que las tropas rusas me estaban buscando, y necesité abandonar físicamente el lugar. Me fui, y los tres días, los rusos estaban en mi casa. No podría ser útil estando muerta”, concluye la voluntaria.

Trabajadores de la ciudad cargan cuerpos a una van. Foto: AFP

Kristina cuenta que el 5 de marzo los rusos irrumpieron en su casa. En entrevista con el portal The Insider, relata que “rompieron nuestras ventanas, entraron y tomaron nuestros teléfonos”. “Encontraron mensajes y llamadas que tuvimos con la Defensa Territorial, estuvimos tratando de salir y encontrar información sobre la situación afuera. Se metieron en todo: las publicaciones, los canales de Telegram, y si acaso escribías algo que no les gustara, ya estabas muerto”, apunta la habitante de la ciudad.

Kristina cuenta que al día siguiente los invasores se llevaron a su padre y su esposo para interrorarlos. “A la gente le estaban disparando fuera de nuestra casa, y es un sonido aterrador, peor que el de una bomba. Solo te sientas en el sótano, y rezas para que tus familiares vuelvan. Tuvimos suerte de que nos encontramos con un comandante que era bueno con los niños: sabía que mi hija de 3 años estaba en el sótano y le ordenó a sus soldados mover los equipos a otra parte. Trajeron comida, agua y velas para los pequeños, y luego nos devolvieron a nuestros hombres, a quienes no pudieron probar culpables de nada”, relata.

No todos tuvieron la misma suerte, ya que según Kristina, un grupo de soldados “Kadyrovitas” chechenos, que estuvieron alguna vez al mando de Ramzan Kadirov, habían pasado por su barrio. “El comandante dijo que si ellos hubiesen venido, no habría quedado nadie vivo. Se estaban vengando por una columna de tanques que había sido destrozada un poco más temprano, y a ellos no les importaba a quién mataban”, señala en su testimonio.

Ya al 10 de marzo, Kristina pudo salir con su familia a través de un corredor humanitario que se abrió. Salió con su hija, una bandera blanca y un carrito, y como no se le permitió salir en auto, caminó hasta los distintos puntos de control “Tuve que empujar el carrito con los cadáveres de civiles inocentes, no sé cuántos ví, pero habrían estado ahí por días”, cuenta.

El cuerpo de un civil en las calles de Bucha. Foto: Reuters

Serhiy Kaplishny, un juez de la ciudad, contó a New York Times las casi dos semanas que estuvo, desde que empezó la invasión el 24 de febrero, hasta el día que logró evacuar el 10 de marzo. Durante ese tiempo, su equipo logró juntar más de 100 cuerpos antes y durante la pelea contra la ocupación. Antes de dejar Bucha, Kaplishny alcanzó a enterrar 57 personas en un cementerio: 15 de esas personas habían muerto por causas naturales, pero el resto tenían todos heridas de disparos, y solo tres de esos cuerpos correspondían a soldados ucranianos.

Antes de irse, en una fosa común vio apilarse 40 cadáveres, de personas que había muerto durante la ocupación. Ya con la liberación, de vuelta a Bucha, cuenta haber tenido que tomar otros 30 cuerpos en una van blanca. 13 de ellos, hombre soca sus manos atadas en su espalda y que habían sido disparados en un rango corto de tiro. Al respecto, declara no saber las circunstancias de sus muertes, pero debido a que parecen recientes, cree que se trata de prisioneros asesinados antes de la retirada del Ejército Ruso.

También a AFP, Kaplishny contó que llegó a un punto donde él y sus colegas no daban abasto con la cantidad de muertos. “Mucha gente murió por disparos o por esquirlas de obuses, pero al principio no se nos autorizaba a enterrarlos. Nos decían que los dejáramos mientras hiciera frío”, contó.

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