Columna de Pedro Tenorio: Fujimori, esplendor y derrota

Alberto Fujimori
Columna de Pedro Tenorio: Fujimori, esplendor y derrota. Foto: Reuters


Por Pedro Tenorio, periodista peruano en Latina Televisión.

Hasta el último día de su vida y el primero de su muerte, Alberto Fujimori dividió al Perú: se le amó y se le resistió políticamente en igual medida. Y hoy llega al camposanto en medio de la polémica entre quienes lo sitúan como lo mejor y lo peor que le pasó al país en los últimos 34 años. Desde aquel marzo de 1990 en que irrumpió sorpresivamente en el panorama electoral peruano y ganó la Presidencia. Desde entonces, Fujimori cambió la política peruana para bien y para mal, y si bien fue destituido del cargo en 2000 tras huir a Japón -y confirmarse toda la trama de corrupción que pervirtió su gobierno-, todavía hay quienes le agradecen por sus importantes logros en materia económica y de derrota del terrorismo que caracterizaron su paso por el poder.

Fujimori fue demócrata en 1990, golpista en 1992, apabullante en su triunfo electoral con el que obtuvo su primera reelección en 1995 (ganó con el 64% de los votos) y un autócrata que de la mano de Vladimiro Montesinos -primero su asesor, luego su socio político- desplegó un minucioso plan para controlar al Poder Judicial, la Fiscalía, el Tribunal Constitucional, los poderes electorales y toda institución, incluida gran parte de la prensa, que amenazara su segunda -e irregular- reelección del año 2000. Y fue prófugo de la justicia peruana hasta 2007, cuando fue extraditado desde Chile.

Desde entonces, nada de lo que harían sus seguidores lograría redimirlo ante el país: su hija Keiko, su principal heredera política, ha perdido tres elecciones consecutivas en balotaje. Y solo un mes y medio antes de su deceso se anunció una nueva candidatura de Alberto (en libertad gracias a un indulto ejecutado hace nueve meses) con miras a la elección de 2026 -con casi 88 años-, que volvió a dividir al país.

Hoy, en medio de unos funerales de Estado y tres días de Duelo Nacional a los que tiene derecho por ley, el “Chino” se asoma al que debería ser el desapasionado juicio de la Historia. La gran interrogante que surge es si un Nuevo Fujimorismo tendrá o no futuro político. Por lo visto en los últimos 24 años a manos de sus propios hijos y ex colaboradores, difícil que lo tenga.