Los seis factores que explican por qué este rebrote podría ser peor que el anterior

Al 22 de marzo las clínicas y hospitales deben reponer la cantidad máxima de camas UCI que habilitaron durante la primera ola.

Licencias médicas en el personal de salud por agotamiento extremo, la circulación de nuevas variantes del virus y el aumento de enfermos crónicos no Covid en las áreas complejas, dificultan el mandato a hospitales y clínicas de abrir nuevas camas UCI para responder a la demanda de pacientes que no deja de crecer, a la vez que los casos diarios ya superaron los seis mil y se acercan al peak histórico de 6.938 de junio del año pasado.


El ausentismo por “burnout” del personal de salud

“La disponibilidad de personal de salud ha mermado respecto de la primera ola entre un 15% y un 25%, y llega al 28% en algunas regiones”, dice el coordinador de camas críticas del Minsal, Luis Castillo, quien por estos días está abocado a habilitar nuevas camas críticas para absorber la demanda de pacientes Covid-19.

Con esa brecha y la instrucción ministerial de duplicar los cupos UCI en todo el país, hospitales y clínicas se han volcado a la búsqueda de profesionales que puedan hacer de relevo o integrarse en las unidades recién abiertas, mientras los funcionarios altamente entrenados vuelven de sus licencias médicas, las que se han disparado por efecto del burnout o desgaste laboral extremo asociado al año que cumplió la pandemia en el país. Pero en muchos casos la búsqueda ha sido infructuosa: casi todo el rubro está empleado, y los que no, no tienen las competencias para operar camas complejas. Y así, mientras en la primera ola los temores estuvieron en disponer de los equipos técnicos necesarios -ventiladores y respiradores- para atender a los pacientes críticos, esta vez, la brecha es de recursos humanos y la solución no es inmediata.

“La ausencia de personal de estas unidades, calificado, especializado y con años de experiencia, implica que se recarga laboralmente al personal que queda. Un porcentaje de los turnos que se dejan de hacer son asumidos por el mismo staff, haciendo doble turno, o a veces triple. Y esto tiene un límite, la resistencia física, la salud mental, la fatiga laboral, que en general atenta contra la buena performance del trabajo en UCI”, advierte Castillo.

De momento, los recintos están capacitando al personal de recursos intermedios para que asuma la atención en las áreas complejas.


Ocupación UCI por patologías no Covid-19

Según las cifras reportadas este viernes por Salud, un 65,6% de las internaciones en Unidades de Cuidados Intensivos corresponde a pacientes Covid-19. Sin embargo, el 35% restante son las otras patologías “olvidadas” en medio de la pandemia: ataques cerebrovasculares, pancreatitis o problemas renales, muchas de las cuales obedecen a la postergación de tratamientos que sufrieron los pacientes no Covid durante el último año, producto de la emergencia. Y a ellos, se suman otras urgencias impostergables, como lesionados graves tras accidentes automovilísticos.

Así, mientras en la primera ola hubo un “vaciamiento” de pacientes, este rebrote llegó en momentos en que la ocupación de la red asistencial -y de las UCI, en particular- se encontraba con altos niveles de ocupación.

UCI de la Clínica Indisa.

El académico en Salud Pública, Claudio Castillo, advierte que ese aspecto puede complicar la capacidad asistencial en las próximas semanas. Y que a largo plazo, las atenciones que volverán a postergarse se convertirán en un problema crónico una vez que se resuelva el período más agudo de la pandemia. “La interrupción de controles y tratamientos tiene una implicancia en las hospitalizaciones evitables. Cuando se interrumpen, aumentan estas internaciones por patologías descompensadas”, comenta Castillo.

En ese sentido, un análisis de Clínicas de Chile advierte que los centros privados dejaron de realizar, en promedio durante el año 2020, un total de 3,5 millones de atenciones médicas. “Lo que ha tenido una directa repercusión en los diagnósticos y pronósticos de enfermedades crónicas graves, como el cáncer, diabetes y accidentes cerebrovasculares”, señala el informe.


Pacientes jóvenes: estadías más largas en UCI

Aún es un alza discreta, que se debe evaluar de aquí a un mes, pero el coordinador de las camas críticas, Luis Castillo, advierte que existe un aumento de la estadía en UCI de pacientes más jóvenes, lo que en cierto sentido “atocha” el flujo de egresos hospitalarios y la disponibilidad de nuevas camas.

“Hemos visto un discreto aumento de la estadía media de los pacientes Covid-19 menores de 60 años que ingresaron a los cuidados intensivos. Pero es todavía prematuro decirlo, porque estamos recién en la etapa inicial de la curva de volumen de enfermos. En un mes más vamos a poder evaluar el dato con exactitud”, precisa.

Durante la primera ola, los pacientes de mayor edad y con cuadros más agravados resistían menos los tratamientos invasivos, como el ventilador mecánico y, en ese sentido, el riesgo de morir era mayor, a pesar del esfuerzo médico. Ahora, con pacientes más jóvenes internados, (la edad promedio de hospitalizados bajó de 61 a 57 años), la permanencia se extiende, pues, aunque con secuelas, pueden resistir mejor este tipo de terapias y estar internados un mes y más.

El jefe de la Unidad de Paciente Crítico de Clínica Indisa, el intensivista Sebastián Ugarte, describe que “tenemos 222 pacientes con coronavirus hospitalizados en Clínica Indisa. Esto ha ido gradualmente aumentando a través de los días. Ahora, la mayor estadía recién se está empezando a notar, porque gradualmente ha ido cambiando la composición por edades: ha ido disminuyendo el promedio de edad, pero a la vez llegan más graves y por lo tanto se conectan a ventilación mecánica. Y en el período de estadía, se ve una prolongación de 10,2 días a 12 en nuestro recinto”, concluye.


“Fatiga pandémica” y efecto relajo por la vacunación

Cumplido un año en “modo pandemia”, sumado a medidas más “laxas” en términos de movilidad, a juicio de los expertos, han derivado en un fenómeno que el Ministerio de Salud ha descrito como “fatiga pandémica”, es decir, el cansancio y pérdida de adhesión a las restricciones sanitarias impuestas. A ello se suma el inicio de la campaña de vacunación, que ha sido visto por muchos como el final de la emergencia sanitaria que, sin embargo, sigue activa y en expansión.

La infectóloga Jeannette Dabanch explica que “tenemos una comunidad que se vacuna, que adhiere a una campaña importante, pero estamos dejando de lado otras medidas que sabemos que van a protegernos, yo diría que el problema más importante es el distanciamiento físico y reducir el desplazamiento en lugares hacinados. La movilidad no disminuye. Sobre la decisión de imponer cuarentenas y cierres de fronteras, yo voy a disentir de que no hay evidencia, como dicen muchos. La mejor es el SARS del 2002: las restricciones fueron tremendamente efectivas y se logró el control de brote en seis meses, pues las medidas fueron respetadas”.

El proceso de vacunación ha generado una sensación de relajo en parte de la población.

Su par Claudia Cortés estima que además del cansancio entre las personas, las autoridades han entregado mensajes confusos: “Primero nos ponen cuarentena, pero mantienen abiertos los malls o gimnasios. Con eso, la gente se confunde, si estamos peor, ¿por qué podemos ir a restaurantes? Esa comunicación de riesgo ha sido mala toda la pandemia. Pero para mí, y a propósito de la situación que estamos viviendo ahora, el gran problema es que el permiso de vacaciones fue en extremo laxo, poca fiscalización de las medidas que se debían mantener durante el verano”.


Cuadros más contagiosos: la circulación de nuevas variantes

A juzgar por el reporte del Instituto de Salud Pública de variantes del Covid-19 que circulan en el país, al menos hay cuatro nuevas cepas -aparte de la de Wuhan y la europea- que ya aterrizaron en Chile: la británica, brasileña, californiana y de Nigeria.

La mayoría de estas “evoluciones” del virus se han descrito como de mayor contagiosidad y algunas más sintomáticas, aunque la mortalidad -al menos en la variable británica- se ha recalcado, hasta ahora, que no es mayor.

Sin embargo, en la red asistencial ya existen fundadas sospechas de que alguna de estas, las más extendidas, han comenzado a dominar en los nuevos contagios que se están reportando.

La infectóloga de la Universidad de Chile, Claudia Cortés, comenta que “eso es lo que se ha visto en el mundo y no somos distintos, las fronteras siguen bastante abiertas, no vamos a tener un comportameinto diferente en Chile”.

De hecho, este viernes el ministro de Salud, Enrique Paris, señaló que este sábado se darán a conocer medidas “de mayor control y estrictez” para la frontera chilena. “Eso lo conversamos con el Presidente Piñera y lo vamos anunciar el sábado”, añadió. ¿La razón? La subsecretaria de Salud Pública, Paula Daza, tomó contacto con científicos brasileños y hoy el Minsal cuenta con más antecedentes de la cepa hallada en dicho país.

Para Cortés, la solución es clara. El ISP y el consorcio de universidades deben reforzar los esfuerzos en secuenciación del virus que porta cada test PCR para “tener claro a qué nos enfrentamos”.

En este escenario, el exministro de Salud Jaime Mañalich sugiere que no solo se analicen las pruebas tomadas en el aeropuerto, sino que al menos el 1% de los PCR locales.


La velocidad acelerada de los contagios en múltiples regiones

Chile ha sido uno de los pocos países con ‘tres oleadas’ de contagios: la de junio del año pasado, la que registramos a fines de enero, seguida de una leve caída y el alza de ahora, que probablemente configure el peak de la pandemia a nivel nacional, superando por cierto margen las cifras del invierno pasado”, analiza el epidemiólogo de la Universidad de Chile, Gabriel Cavada.

Y es que a su juicio, uno de los factores que ha jugado en contra para un adecuado control de esta tercera oleada de Covid-19, es que la disminución de casos -con las cifras de octubre o noviembre- siempre fue moderada: solo una vez se registraron menos de mil casos, pero el “número basal” siempre fluctuó entre 1.300 a 1.500 contagios diarios, lo que hace más corto el tramo hacia un peak.

En ese sentido, el experto plantea que “la ola de junio tuvo un basal de 0 casos, si marcamos el punto desde el inicio de la epidemia. Ahora partimos sobre un basal de 1.500 casos diarios. Eso hace pensar que el peak podría ser bastante comparable a la cantidad que observamos durante junio (6.938)”.

La Región del Biobío es la segunda del país con más casos activos de coronavirus, tras la RM, según el último informe epidemiológico. Foto: Agenciauno

Y si bien se espera que los contagios sigan al alza, es esperable que a mediados de abril se empiece a notar un primer efecto de las vacunas en la presión asistencial de parte de las personas de mayor edad y que fueron los primeros en inmunizarse, lo que va a configurar un nuevo escenario: altos contagios, pero con menos casos graves que saturen la red.

“Es un virus ‘con mucha sed’, pero que se le está acabando el agua gracias a las vacunas”, analiza Cavada.

Asimismo, y para las próximas semanas, el subsecretario de Redes Asistenciales, Alberto Dougnac, estimó que 300 nuevos pacientes demandarán un cupo en UCI a raíz del alza de contagios.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.