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Auténtico refugio

Aunque no venía de una familia de esquiadores, Carlos Vergara se hizo fanático de este deporte cuando era muy joven. Hace unos 30 años consiguió lo que quería desde que empezó: tener su propio refugio en la nieve. A pesar de que en la misma zona ve que otros son más grandes y cómodos, él conserva el suyo como eso, un refugio. Lo hace más acogedor con los muebles que viene diseñando también desde hace décadas.

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A los 14 años Carlos Vergara mandó a hacer sus primeros esquís con los militares de San Bernardo. En esa época se fabricaban de madera con cantos atornillados. Las primeras fijaciones las encargó a su papá en un viaje a Punta Arenas. “No vengo de una familia de esquiadores, pero tenía amigos que sí. Cuando visitaba sus refugios veía esa vida familiar rica que hacían ahí, veía que las horas de comidas y todo pasaba dentro del refugio. En la playa los cabros se van para allá y para acá, a otras playas, a las discotecas. En la nieve no había nada más que hacer deporte y estar con la familia. Eso es para mí la mayor ventaja de tener un refugio”, dice Carlos. Por eso, apenas pudo, hace unos 30 años, consiguió el propio.

Hace 30 años la gente no acostumbraba trasladarse a la nieve con las mismas dimensiones y comodidades de sus casas de Santiago, como ocurre hoy. Lo que Carlos compró era un refugio, y le parece que la palabra contiene ciertas ideas: pequeño, austero, pero acogedor. Así lo ha conservado a lo largo de los años. “He tratado de hacerlo lo más acogedor posible usando mucha lana y materiales patagónicos. A los pies de las camas hay chales y mantas; las bajadas de piso son de piel de oveja, por ejemplo. También hay algunos objetos mapuches”.

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Pero la mayoría de los muebles en el refugio son obra de Carlos, un egresado de bellas artes que se ha dedicado prácticamente toda su vida al diseño y fabricación de muebles.

A principios de los 80 a Carlos le pareció que el camino del arte tenía demasiadas incertidumbres, especialmente en Chile, y miró hacía otro en el que su formación le entregaba una ventaja, una forma de distinguirse. “En una época hice muchos diseños para stands en la Feria Internacional Fisa, trabajé mucho con relojerías y perfumerías. Después me dediqué definitivamente al mobiliario. Me encanta, especialmente la parte de la fabricación misma en el taller. Soy de los pocos mueblistas que fabrican en Chile. Trato de integrar mucho diseño, de trabajar con materiales especiales, diferentes a lo que más se ve. Siempre busco materiales étnicos y los trabajo en líneas contemporáneas sin ser modernas. Ahora, por ejemplo, estoy usando mucho la encina, que es bastante noble y la puedes hacer ver bastante rústica. Todas las cubiertas y frentes de cajones me gusta fabricarlos con materiales étnicos y terminaciones muy refinadas. Se crea esa mezcla entre lo más natural y lo más puro y fino”.

Carlos también usa mucho el cuero de potro, el papiro y las fibras naturales. Todos elementos que se ven claramente aquí y que no chocan con su idea propia de un refugio. Por el contrario, lo hacen mucho más acogedor.

w carlosvergara.cl

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