Calor natural
Cuando se habla del uso de fibras naturales y orgánicas en el mundo textil hay que saber que no solo estamos favoreciendo el medioambiente, sino también a nosotros mismos. Más en este tiempo invernal, cuando las cualidades térmicas nos dan ese calor que tanto buscamos.
Llegó el frío, y a todos nos dan ganas de meternos dentro de nuestras casas y abrigarnos. Cubrirnos con telas naturales o decorar con ellas es una invitación naturalmente cálida para estar más tiempo en la casa. Por lo mismo encontramos necesario contar de qué tratan estas bondades de la naturaleza. "Las fibras naturales se distinguen de las fibras sintéticas en tanto constituyen, para las industrias de la confección y decoración, una opción saludable que impacta de forma contundente en la calidad de vida del ser humano", cuenta Laura Novik, directora de Blink Design.
Ya sea desde el punto de vista de la sustentabilidad social, en el que el procesamiento de las fibras naturales impresiona de manera favorable en las economías emergentes, y en particular en el contexto de los pequeños productores agropecuarios, hasta la perspectiva de la salud. "Su gran capacidad de absorción de los flujos corporales y transpiración, así como las propiedades de aislación térmica -como es el caso del lino, algodón, lana de oveja o camélidos- sumadas a las propiedades higiénicas y antibacterianas naturales del cáñamo, lino, soya, etc., y propiedades organolépticas (suavidad y frescura, tacto natural y agradable)", suma Laura Novik.
Si hablamos de fibras naturales en textilería, nos referimos básicamente a dos categorías:
Fibras vegetales, son aquellas que tienen como base la celulosa, siendo la más importante el algodón, pero donde también está el lino con más de 80 variedades, buena absorbencia, buena conducción de calor, soporta temperaturas elevadas y es buen conductor de la electricidad. Y obviamente hay que nombrar el cáñamo, el yute y el sisal, entre otras.
Fibras animales, tienen como base la proteína, que compone la mayor parte del cuerpo animal. Entre ellas tenemos por un lado la lana que viene de la oveja y, por otro, los pelos que provienen de camélidos como alpaca, vicuña, llama, guanaco y camello. También está el pelo de los caprinos como cabra, angora y cashemere. Y el pelo de los leporidos como el conejo y el cuy. Se diferencian los pelos de las lanas por su estructura física; mientras la lana es rizada, los pelos son lisos.
"La lana es una fibra animal, de origen natural, renovable, sostenible y no contaminante; y que en óptimas condiciones de obtención no produce daño al animal durante el proceso de esquila. Posee gran elasticidad, resistencia y durabilidad, lo que hace que su envejecimiento, a diferencia de fibras acrílicas, sea noble. Al ser un material antiestático, posee gran resistencia a bacterias, hongos, la suciedad y el polvo. Por su naturaleza es un material ignífugo (resistente al fuego) e hidrófugo (evita la humedad y filtraciones) por lo que es seguro, y si bien absorbe humedad, no la retiene", cuenta Andrés Puga, director creativo de Indilab.
Entre los pelos se puede encontrar la alpaca, que proviene de la familia de los camélidos. "Se reconoce que la fibra de alpaca triplica en fortaleza a la fibra de la oveja, lo que permite desarrollar prendas durables y de fácil cuidado, lo que constituye un ahorro para el consumidor y para el medioambiente también. Siete veces más caliente que la lana de oveja, contiene microscópicas bolsas de aire en el interior de la fibra, lo que aumenta su liviandad y eleva sus cualidades aislantes y térmicas. Extrafina, puede llegar a los 19 micrones ofreciendo hiladuras muy delicadas, esta condición la hace hipoalergénica. No contiene grasa, aceite o lanolina y tiene un tacto sedoso y aspecto brillante que se mantiene con el lavado y teñido", dice Laura Novik.
También está la angora de pelo largo, muy fino y suave, proveniente del conejo originario de Angora, muy apreciado, que se usa preferentemente para la realización de suéteres y prendas exteriores. Por su parte, está la cachemira o cachemire, que se obtiene de la cabra de Cachemira (región asiática compartida por India y Paquistán).
Otro pelo importante es el de camello, con una textura fina, suave y lisa, muy apreciado para la fabricación de tejidos ligeros e impermeables, y conocidos porque fueron famosos los abrigos en su color natural. También existen mantas de cama en pelo de camello, que son muy ligeras y abrigadoras.
Y también hay que nombrar la vicuña, con un pelo largo y finísimo, muy resistente a la tracción. Admite todo tipo de tintes y se emplea en prendas exteriores de abrigo. "La vicuña es una fibra muy bella -el verdadero oro de los incas para algunos- y se está retomando su proceso en Perú. Es la más fina y con altas cualidades de aislante térmico", cuenta Laura Novik.
Y por último están los lepidópteros, como los gusanos cuya larva produce la seda, la fibra natural más valiosa, no se arruga, con baja conductividad y mantiene el aire caliente cerca de la piel durante el tiempo frío.
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