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Caseros: el nuevo polo gastronómico de Buenos Aires

Como ocurre siempre con el fenómeno, atraídos por los espacios amplios y las terminaciones lujosas de otra época, los artistas llegaron primero. La autoridad propició el cambio con mejoras urbanas, y finalmente, para consolidar el nuevo carácter de esta zona entre San Telmo y Barrancas, aparecieron los restaurantes, para todos los gustos.

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Ahora, las corredoras de propiedades hablan de excelentes semipisos, muy amplios, con detalles de gran categoría, en un edificio histórico denominado “de los ingleses”, un hermoso lugar residencial con barcitos; una zona muy turística. Pero hace unos diez años las cosas eran distintas.

Este lugar, en el límite entre los barrios de San Telmo y Barrancas, nunca cayó en la decadencia absoluta, pero nadie podía pasar por ahí sin pensar que estaba siendo desaprovechado, especialmente en el epicentro de su encanto: un edificio que ocupa toda una manzana, con 120 metros de fachada, cinco pisos sobre una planta baja comercial, que parece haber sido diseñado y construido -a comienzos del siglo pasado- para que sus primeros habitantes -los altos ejecutivos ingleses de la empresa ferroviaria- no extrañaran demasiado sus hogares.

El resurgimiento comenzó tímidamente con una iniciativa del gobierno de la ciudad de Buenos Aires. En 2006 hicieron un boulevard a la entrada de la avenida Caseros. Este mejoró inmediatamente el paisaje y le dio cierta vida.

“La arquitectura es espectacular; las alturas y los espacios. Cuando llegamos, hace unos cinco años, había talleres mecánicos, pero ningún restaurante en la cuadra. Al mismo tiempo que nosotros abrimos el nuestro, Caseros como la calle en la que se encuentra, abrió Club Social. Fue muy bueno que coincidiéramos porque solos nos habría costado mucho más. Se armó algo en la cuadra  y siguió creciendo. Ahora hay cuatro restaurantes y una vida que no te habrías imaginado hace unos años”, dice Santiago Leone. Junto a Facundo Necchi, él es dueño de Caseros; además es el cocinero que crea sus preparaciones: “la idea era hacer algo tradicional. No solo muy argentino, sino que muy porteño. Una cocina de sabores cotidianos pero bien combinados. El que viene puede sorprenderse al ver los platos servidos, pero reconoce fácilmente los sabores, que son parte de nuestra herencia mediterránea, española e italiana”.

La carta es relativamente acotada. Alrededor de 7 entradas, 8 principales y 5 postres. Tratan que, de acuerdo a la disponibilidad estacional, estos vayan rotando. Lo que abunda son los pescados. Hasta hace poco se conseguía bonito, pero en esta época hay muy buena corvina, que junto al lenguado suele ser el pescado del día.

“La decoración del restaurante armoniza con la comida. Hace cinco años no veías tanta vajilla inglesa antigua; nosotros la tenemos desde el comienzo. Queríamos darle un clima de cocina de hogar, que se percibiera como un lugar cálido y cotidiano. Si te fijas, los centros de mesa están hechos con frutas y verduras frescas que terminamos usando. Tratamos de que nada sea meramente decorativo, lo mismo pasa con las teteras inglesas”, dice Leone. Entre las mesas hay algunas grandes y antiguas recicladas, junto a otras nuevas y modulares que se pueden unir. Las sillas son las típicas de bar porteño.

Como contaba el dueño de Caseros, no podríamos estar hablando de nuevo polo gastronómico -en este sector que han llamado ‘Boulevard Caseros”-  a partir de un solo restaurante. Club Social Deluxe es propiedad de Diego Sicoli y Ariel Almeyda, que también son dueños de La Popular y Hierbabuena. Ellos dicen que su vedette es la barra, con combinaciones de los mejores tragos presentadas como verdaderas obras de arte. De fondo suena un DJ. Las especialidades de la casa son la provoleta de cabra, las empanadas de cordero, las alitas de pollo con B.B.Q. y guacamole,  el sándwich de milanesa de lomo con lomito, huevo, panceta, lechuga y tomate acompañado de papas rotas, entre otros. “Es un lugar que combina gastronomía, glam al mejor estilo New York, arte, creatividad y la mejor de las energías”, afirman.

La Popular, es un típico bodegón argentino: “estar en la Popular te permite respirar y vivenciar parte de nuestro folklore porteño, nuestras costumbres típicas y esa vibra que nos hace tan únicos”, dicen sus dueños. Allí, entre guirnaldas de luces, botellones, antigüedades y tango se pueden disfrutar platos como ravioles rellenos de cordero, entraña con salsa criolla y puré, variedad de las mejores milanesas.

Hierbabuena es la alternativa saludable en el conjunto, para disfrutar de brunchs, almuerzos, meriendas y cenas. Una de las especialidades es la Mushrooms veggi burger (libre de gluten), una hamburguesa vegana de mix de hongos, servida con hojas verdes, tomates, cebolla roja, pickles de nabo, pepinos, emulsión de berenjenas, papas cuña y brotes que se acompaña con vino, agua o limonada, pero nunca con Coca-Cola o algún similar.

En el mes de diciembre Hierbabuena abrió, pegado a su resto, su panadería y almacén orgánico. Ahí ofrecen panes orgánicos de olla, integrales, con y sin pasas, multicereales, focaccias de papa y ajo, de calabaza y canela, de cerveza negra y avena, brioche, bagels de 5 especias, entre otros. Todos se fabrican con fermentos naturales, sin azúcar, materias grasas agregadas ni conservantes. También realizan muffins, scons, cookies, galletas de avena, miel y productos orgánicos libres de gluten, frutas y verduras (orgánicas certificadas).

“Tanto Hierbabuena como su nuevo almacén son conceptos creados con la idea de sembrar conciencia respecto a la alimentación y todos los procesos que rodean a la misma. El éxito del lugar está ligado al factor humano, calidez, calidad, ambientación y sus ganas de ser parte de la construcción de un mundo más consciente y feliz”, cuentan sus creadores.

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