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Damien Mercier y la fábrica de chocolates

Enclavada en el Valle de Maipo, en el corazón de San Alfonso, el espíritu aventurero del chocolatero belga Damien Mercier hizo de una antigua casa de campo chilena un relajante refugio y, por cierto, la guardiana de los secretos de su famoso chocolate.

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En el Pueblito de San Alfonso, junto a la ruta y a 50 kilómetros de Santiago, yace una típica fachada de casa chilena de campo. Galerías, vigas de roble, adoquines, anchos muros de adobe y tejas, contienen una plácida construcción reacondicionada para relajarse pero, sobre todo, para deleitar el paladar de quienes aprecian un buen trozo de chocolate.

Es en esta antigua construcción de 1870, donde el sociólogo y chocolatero belga Damien Mercier no sólo habilitó una casa exquisita, sino también una mágica fábrica de chocolates. Este trotamundos simplemente se dejo seducir por la fuerza del lugar, de las montañas chilenas y el paisaje imponente. Cuenta que hace cinco años la restauración de la propiedad partió con el objetivo de vivir junto a su familia. Así fue hasta que el tema del colegio les impidió seguir en San Alfonso. Sin embargo, tanto sus tres hijos como Damien dicen amar esta casa e inventan excusas para disfrutarla. Fin de semanas, vacaciones, e incluso entre semana, se trasladan para compartir. “Es un espacio comunitario. Todo gira alrededor de la cocina. Es típico quemientras cocinamos, vemos una película proyectada en elmuro de la chimenea, y sin darme cuenta, siempreme quedo corto con la comida porque hay 10 niñosmás”, cuenta el chocolatero.

No obstante, la casona no siempre fue así de cálida. Cuando entró por primera vez se encontró con una construcción muy deteriorada. Tenía el piso podrido, techo de zinc, e incluso, los vestigios de un incendio eran evidentes. El abandono no sólo estaba en la casa, sino también en el predio, lleno demaleza, aunque, eso le daba cierto encanto.

Para hacerla habitable se abrieron los espacios, incluido los techos para dejar las vigas a la vista, y se ampliaron las ventanas para otorgar mayor luminosidad, a excepción de las de la fachada para no perder ese carácter patrimonial. Además se rescataron las tablas del piso en buen estado y se reutilizaron tanto para revestir el muro del living como para fabricar las puertas interiores que separan los dormitorios y baños. El piso se cambió en su totalidad por pino blanqueado.

“Lo que más me importaba era crear un lugar acogedor, con soluciones simples, para poder compartir y apreciar desde el interior toda la majestuosidad del lugar”, concluye Damien.

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