Editorial
Muebles, nos rodeamos de ellos, los usamos, cambiamos de ubicación y muchas veces reciclamos, pero, ¿les damos la importancia que tienen? Mi regla siempre ha sido, para las piezas grandes, que sean de la mejor calidad posible dentro de la realidad de mi presupuesto. Por ejemplo un buen sofá, de proporciones nobles, buena profundidad y relleno, siempre se va a ver bien; puede estar gastado o el tapiz un poco pasado de moda, pero eso siempre es arreglable, desde retapizarlo (la solución más obvia y concreta) hasta algo rápido como una funda o una tela bonita tirada encima, pero va a ser la pieza en torno a la cual el living se arma. Si se van cambiando de casa, estas piezas siempre les van a servir para armar los espacios, aunque sean distintos entre ellos. Un buen sofá, una mesa de comedor que ha ido envejeciendo, sillas de comedor cómodas y que invitan a comidas largas y conversadas, son todos elementos que dan carácter. Después vienen los cuadros y finalmente los adornos; estos seguramente van a ir rotando de manera más rápida y lo que fue importante en un minuto, como un regalo o algo traído de un viaje, en unos años puede pasar a un segundo plano.
Dos espacios donde los muebles son los protagonistas absolutos fueron los elegidos para esta edición, pensando en una manera de representar lo anterior. La casa de Alina Polanska ya la habíamos fotografiado hace algunos años, pero decidimos volver a mostrarla porque ella está siempre modificándola y haciendo ajustes; muchos de los muebles son los mismos, pero ahora en nuevas ubicaciones, casi todos clásicos contemporáneos, crean la atmósfera que a esta fotógrafa le gusta y funciona. Y con una propuesta jugada, el dúplex de Juan Salinas, conocido martillero y coleccionista, es un ejemplo de cómo lo bueno siempre destaca; en su departamento se mezclan arte contemporáneo, colecciones precolombinas, muebles de estilos y una cuidada iluminación, y el resultado, uno de los mejores departamentos del barrio El Golf.
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