Espacio: Onda pura
Bastan cinco minutos en el departamento de Juan Pablo Nazar y Amalia Valdés en Providencia, para darse cuenta de que lo que aquí pasa es cuestión de estilo, y del bueno. Nada sobra. Cada pieza de arte, cachureo de mercado de las pulgas, y diseño propio, armoniza.


Llegaron a este departamento por suerte. Conocían a una de las moradoras del mismo edificio y les sopló que había uno en arriendo. Fueron a visitar el de su futura vecina (sin conocer el que sería su actual hogar) y dijeron “¡Ya, este es!”. Llamaron a la corredora y le dijeron queremos este departamento “¡Ahora!”. Con su carisma y la frase “Te lo vamos a cuidar”, conquistaron a la arrendataria y en poco tiempo se convirtió en el bellísimo hogar de Juan Pablo Nazar, socio de Una Arquitectura y la artista visual, Amalia Valdés.
Era muy importante el edificio donde vivirían, porque Juan Pablo, como buen arquitecto, le da valor al diseño arquitectónico, además de la ubicación, cerca del barrio donde estudió en la Universidad Católica.
“Estamos en el centro de Santiago, a pocos pasos está el metro, al frente están el parque y el cerro San Cristóbal, a dos pasos de Providencia, con una vista preciosa. El departamento cuenta con estacionamiento, bodegas y un jardín grande”, explica Juan Pablo Nazar. Amalia agrega: “somos muy urbanos y caseros a la vez. Entonces vivir acá, en este contexto, es muy agradable”.
Para ambos vivir en un entorno cuidado, plagado de cosas lindas, es importante. La belleza en este caso es un modo de vida, al cual hay que dedicarle tiempo. Por ello es que objetos de diseño y muebles antiguos, regalos de matrimonio, junto a simples ideas, encontraron el lugar que parecen haber esperado por años. Por un lado, Amalia recicló mobiliario y cuadros de la casa de veraneo de sus padres en Zapallar, y por otro, Juan Pablo aportó con sus cachureos encontrados en Valparaíso (ciudad donde vivió un tiempo desarrollando proyectos residenciales).
“Hemos acumulado cosas de ferias. Somos secos para Franklin, Parque de los Reyes y Caupolicán”, cuenta Juan Pablo. A esto se agrega que recibieron muchos regalos de matrimonio. “Por suerte, los dos somos muy estéticos. Nos llegaron regalos buscados con mucho cariño, y de acuerdo a nuestros gustos. Por ejemplo, una mesa de un anticuario y, obviamente, arte. Amalia, al ser artista, recibió obras de Bororo y Jesús Rafael Soto; y Juan Pablo aportó con el arte de su tía Patricia Ossa.
La luna de miel también contribuyó a que ahora disfruten de verdaderas joyas decorativas como su alfombra del living que la compraron en Túnez. “Trajimos cositas para la casa, compramos un par de platos, cubiertos en Londres, artesanías. Somos motivados y podemos andar con la alfombra por todo nuevo viaje”, cuenta Amalia.
La renovación es un tema y les inquieta que su hogar no sea una casa que se quedó en el pasado, con todas las cosas puestas como adorno. Al contrario, les gusta el cambio y siempre estar pendiente de que sea vea maravillosamente genial.
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