La horma
180 m² sintetizan que lo bueno no es sinónimo de caro. Es más, cuando un proyecto está bien pensado y hay ganas, todo se da de la mejor manera. Si no se convence, vea cómo vive esta familia formada por cinco felices integrantes.
Un joven matrimonio viviendo fuera de Chile captó cómo quería vivir. Fue la experiencia adquirida en Estados Unidos lo que los llevó a tomarle el gusto a la amplitud, a los ambientes integrados, donde la cocina es parte del living y los espacios se amoldan para que la conectividad entre los integrantes sea una realidad. Llegaron a Chile con esta idea clara, y cuando tuvieron que buscar, se acordaron de un lugar que conocieron alguna vez; un condominio que poco tenía de estructurado y sí mucho de relajo. "Un día agarré el auto y me vine a dar una vuelta y encontré este sitio; sacando cuentas, vi que me salía lo mismo que comprar una casa pareada en Vitacura del año cero, y acá podíamos construirnos en un sitio de 800 m²". No había dónde perderse. Acto seguido llamaron a su amigo personal, el arquitecto Sebastián Medina (Tel. 8-136 2807).
El mueble en obra del acceso fue pensado para colocar todas las piezas de colección que tiene el matrimonio, además de ser el elemento que articula ambos mundos, el público y el privado.
"El principal desafío era su orientación, ya que al terreno se accede desde el norte, lo que te obliga a cerrarte al sol; por otro lado, el cliente deseaba aprovechar al máximo su jardín, el que se desarrolla hacia el sur. Como respuesta, la casa la emplacé de oriente a poniente aprovechando todo el ancho del terreno en un volumen rectangular que se cierra hacia el norte (calle) y se abre hacia el sur (jardín)", afirma el arquitecto.
El mobiliario de la casa es simple y funcional, ejemplo de ello son las sillas de comedor compradas en Ikea.
Además de ser amigo cercano del matrimonio, Sebastián cuenta con una cualidad necesaria en su rubro, el ser busquilla, el no derrotarse porque no hay tanto presupuesto y sabe buscar las mejores opciones para sortear este desafío y concretar un proyecto. "Lo que nos gusta de él es que nos hizo sentir que, aunque el presupuesto era justo, podíamos vivir en algo superrico".
"Para que el proyecto no se saliera del presupuesto ajusté los espacios y las terminaciones sin renunciar a la calidad de ambos", dice Sebastián Medina.
Pero había un factor predominante, necesitaban una casa que poco supiera del calor pero que sí fuera muy luminosa, para ello el planteamiento de Sebastián fue el correcto: "Para incorporar la luz del sol proyecté tres lucarnas, una en la cocina, una en el hall de acceso y otra en el pasillo del dormitorio principal, donde está el clóset. Además, el volumen rectangular lo dividí en dos partes, una donde se encuentran los espacios públicos y otra donde están los espacios privados, formando dos cuadrados. El segundo lo desplacé hacia el fondo logrando con ello que aparecieran dos nuevas fachadas, una hacia el oriente y otra hacia el poniente. En la intersección de ambos los comuniqué, logrando el segundo desafío que me habían planteado, el cual era conectar el estar con la salita".
La decoración tiene mucho de lo que el matrimonio ha encontrado en viajes y del ojo entrenado que tuvo ella cuando trabajó en un departamento de diseño, pudiendo viajar a varios lados, de donde trajo decenas de cojines que va intercambiando.
Como una horma bien hecha es esta casa, donde caminar los días es un agrado y se lleva la risa de quienes disfrutan cada uno de sus espacios.
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