Los saltos del White Rabbit
"Si cambiamos de ropa todos los días, ¿por qué no cambiar el aspecto del local?". Así pensaron los dueños de The White Rabbit cuando decidieron renovarlo. Celebrando cuatro muy buenos años, lo vistieron para la ocasión con ayuda de Grisanti + Cussen.


Mientras en torno a la Plaza Mori restaurantes abren y cierran todos los meses -o al menos esa impresión da-, The White Rabbit entra a su cuarto año de vida en la misma esquina de Antonia López de Bello con Chucre Manzur. En esta zona de Bellavista que cambia vertiginosamente ya se puede considerar longevo, habiendo resistido esa condición de lugar de moda que desvanece normalmente con la ingrata clientela ‘ondera’, y asentándose exactamente en lo que aspiraba ser desde el principio.
“Abrimos TWR con la visión de la gastronomía y el servicio que aprendimos, yo en Inglaterra y Chad en California, donde son parte de la vida social, son cotidianos y no un lujo. La gente se junta con sus parejas y amigos a tomar y comer cosas ricas. Simple. Es algo que siempre existió y nunca va a dejar de pasar. Pero la gente sí va a elegir dónde hacerlo y dónde no. Tratamos de ofrecer ese lugar para que vengan día a día, con una buena relación precio/valor, aprovechando los productos que tiene Chile. Se han dado cuenta de que lo hacemos bien, con cariño y pasión, de que nos preocupa su experiencia”, dice el inglés Peter Vanek respecto al éxito de su local.

“Tratamos de hacer lo correcto para partir. Luego tratamos de mejorar”, interviene Chad Kconsky, la otra mitad de TWR. “A veces Peter me odia porque cambio de mentalidad todos los días. Veo algo y digo ‘uh, necesitamos hacer eso’, o ‘se me ocurrió esta idea’. Pero sabemos que los clientes agradecen eso. Tratamos de ofrecer proyectos entretenidos, no tan BBB, pero sí buen precio/valor. Por supuesto, en un espacio bonito y agradable”.
A Chad le gusta contar que cuando abrieron TWR, cuando estaban solos y tenían una cuenta bancaría modesta, salía con su hijo casi recién nacido a buscar pallets en las calles, que los traía al local, los desarmaban junto a Peter y los montaban como revestimiento sobre las paredes. “No fue tanto moda como necesidad”, dicen ellos. Ahora las cosas son distintas y pueden recurrir a profesionales como Grisanti + Cussen para renovar TWR y para encargarles el aspecto de un nuevo proyecto.
Los socios opinan que todo lo que ha ocurrido con TWR ha sido bastante orgánico y la elección de una oficina de diseño no fue excepción: “Tengo experiencia montando locales en California y me gustó su trabajo cuando llegué. Tenemos un amigo en común con la Kana y ellos vinieron como clientes. Les encantó el espacio y nos dijeron que les gustaría hacer algo con nosotros. Fueron los nombres que surgieron espontáneamente cuando pensamos en renovar. No nos sentamos a analizar las opciones en compañías de diseño. Funcionamos mucho con boca a boca y relaciones orgánicas. Es la ventaja de ser extranjeros: no teníamos contactos, la gente llega a nosotros y se dan estas cosas de piel, que a veces pasan a un plano profesional”.
¿Ustedes les transmitieron una visión? Peter: Queríamos que fuera acogedor. Si vengo como cliente me quiero enamorar del lugar, no sentir ganas de irme, quedarme y pedir otro y otro más. Les explicamos, ‘esta es nuestra comida, somos un gastropub, un lugar cotidiano y cálido’. Entendiendo eso, les dimos libertad. Frente a sus propuestas, lo que hay en el mercado, lo que se usa, empezamos a afinar.
Chad: Cuidamos un cierto misticismo alrededor del nombre: no digo que sea único el sentido, pero una de las fuentes es ‘Alicia en el País de las Maravillas’. Me gusta ese personaje, un poco volado pero siempre elegante con su chaleco y su reloj de bolsillo. Esa yuxtaposición me encanta. Fue una inspiración. Me imaginé a ese personaje y cómo sería su casa; mezcla de cosas antiguas y nuevas, mucho reciclaje pero también harta tecnología.
Están felices con Bellavista y con su ‘esquina preciosa’, pero en este espacio han aprendido el valor de una terraza: “El nuevo proyecto (a pocos pasos de TWR) se basa en el beer garden de Alemania: cerveza, comida simple y un espacio abierto. Tenemos una casa con una gran cocina y en la parte de atrás una terraza de 250 m² que será el corazón. Tendremos una barra bastante larga, con 16 salidas de schop, cervezas artesanales chilenas e importadas. Va a quedar absolutamente precioso. Si todo resulta bien estará abierto para el october fest”.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
2.
4.