+d Disfrazar la comida

La comida, incluyendo la cocina molecular, tiene su parte disfrazada. Un juego al paladar y a la vista, en el que uno se mete a la boca algo que sabe absolutamente distinto de lo que se ve.

Tomás Olivera:

Alma del restaurante Adra del Hotel Ritz, siempre sorprende con delicias chilenas que se ven tan ricas como saben, me acuerdo de un congrio con papas y un frito de mayonesa que me encantó. Igual que su nuevo plato de prieta con papas salteadas. La sorpresa parte cuando se sugiere tomar con chardonnay y la explicación viene cuando se prueba y la prieta resulta ser de mariscos: salteado de locos, almejas y choritos con tinta de calamar en tripa. Genial y deliciosamente disfrazado. (

El Alcalde 15. Tel. 4708500)

Matías Palomo: Nuestro emblema nacional de la comida molecular, con su exquisito restaurante Sukalde, regala una experiencia culinaria que tiene que ser vivida, sobre todo si se tienen prejuicios. Nada más lejos de la realidad. En el fondo su cocina es muy pensada y trabajada. Explota de sabor y cada alimento pasa por muchos procesos antes de ser saboreado en la boca. Su textura de oriente es un postre disfrazado donde en un plato con forma de media luna blanca se ven cuatro tipos de texturas (merengue, puré, polvo y pannacotta) de sabores a pomelo, porotos negros dulces, coco y té verde. Qué con qué y cuál con cuál, descúbralo usted mismo, no se arrepentirá. (Bilbao 460. Tel. 6651017)