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Pequeños pedazos de historia

Después de dos años caminando las calles de Providencia, Santiago Centro y Recoleta, de mucho golpear puertas y tomar fotos, Bernardita Brancoli y Joyce Berstein están concluyendo una gran investigación sobre algo a lo que dábamos una pequeña importancia. Además de los aspectos del diseño ellas han logrado determinar las razones para el auge de la baldosa en Chile y las conexiones emocionales que todos tenemos con ellas.

A fines del siglo XIX y principios del XX, de cara a todas las consecuencias que traían la falta de agua potable, de alcantarillado, de viviendas, frente al hacinamiento, las infecciones y mucha caca de caballo, había una sola cosa que obsesionaba a las autoridades: la higiene.

En ese contexto, porque eran hidrófugas y muy lavables, porque se podían fabricar en cualquier parte, solo con agua, cemento, arena y una prensa, sin necesidad de hornos, las baldosas alcanzaron su primera época de apogeo.

Bernardita Brancoli -directora de Extensión y Educación Continua de la UDD- cuenta que el oficio llegó a Sudamérica desde España -específicamente desde Cataluña- primero a Cuba, México, Argentina y posteriormente a Chile. “Los argentinos fueron grandes productores de baldosas. Su ley de pavimentación indica que cada vecino es responsable de pavimentar su vereda, y si observas cada frente tiene un tipo de baldosa distinto o un piso diferente. Por eso encuentras muchas más en Buenos Aires. En Chile la ordenanza municipal tiende a la uniformidad, lo que da una cierta identidad a la ciudad”, explica ella.

Esa es una muestra mínima del conocimiento que ha acumulado junto a Joyce Berstein -subdirectora de Extensión y Educación Continua de la UDD- durante dos años, en un proyecto que busca dar valor a objetos que entienden como seudopatrimoniales, partes importantes de la ornamentación de las casas de Santiago durante largo tiempo, que, si bien sobreviven, se están perdiendo. “Primero se dejaron de producir. Las baldosas tienen la particularidad de que se hacen una a una. Hay un maestro que toma un molde y va dibujando la figura en una matriz. El proceso es lento y por lo tanto caro. Salieron nuevos productos que eran mucho más lavables, seriables y más económicos de producir, instalar y reparar”, dice Joyce.

Estas docentes de la UDD descubrieron lo que hay detrás de todas esas fotos de pies sobre pisos de baldosas que inundan Instagram y Facebook: “Todos tenemos algún contacto emocional con alguna baldosa. Ya sea en el colegio, en la iglesia, en la casa de tu abuela. Hay un vínculo, algo que genera sensaciones gratas. Era el piso tradicional de las casas de Santiago. Era ‘el’ material limpiable que había para solucionar espacios de gran circulación, zonas húmedas, como baños y cocinas. En lugares como el Hospital del Salvador también cumplía funciones de sistema de señalización. Era un elemento de modernidad total. Además era modular, te permitía reponer piezas con facilidad en la época en que Santiago comienza con las obras de alcantarillado, gas y electricidad. Había que levantar piso”.

Desde 2010 ellas tienen una fuerte vinculación con la empresa Baldosas Córdova. “Partimos  haciendo concursos con nuestros alumnos. Después de tres versiones del concurso surgió la idea de una investigación sobre las baldosas en Santiago. Partimos caminando la comuna de Providencia completa. Esto era algo que había que hacer a pie, tocando puertas. Llegamos hasta los subterráneos de algunas y en otras no nos abrieron las puertas. Los viejitos contaban historias. Los más jóvenes empezaron a reflexionar sobre el valor de lo que tenían cuando nosotras se los hicimos notar”, explican. Recorrieron el Hospital del Salvador completo y alucinaron con lo que encontraron. Hicieron los contactos necesarios y finalmente se pudieron reunir con ellos. “Les contamos  lo que hacíamos y el valor que tenían estas baldosas para nosotras, en especial las que tienen letras, ellos quedaron como ‘¿en serio?’. Gracias a que pusimos la vista ahí, estamos en un proceso de convenio para rescatarlas. Ellos tienen la idea de hacer un espacio testimonial de todo el hospital, ahora incluyendo estas baldosas, algo que podría haber ido a la basura”, cuenta Joyce.

Además del apoyo de Baldosas Córdova ellas han contado con un Fondart (línea patrimonio regional) para financiar una investigación que concluye con una publicación (impresa y descargable online) y una exposición en el Centro Cultural Palacio La Moneda, desde el 24 de noviembre hasta abril de 2017. “Hicimos un rescate fotográfico, una vectorización de los diseños encontrados. Es una investigación que nace desde el diseño, rescatando el diseño y las paletas de colores. Eso da cuenta de la época de fabricación. El análisis formal tiene datos como la ubicación; si es geométrica o arábica; en qué zona de la casa está; medidas, figuras colores, tramas. Hay más de 400 baldosas analizadas”, concluyen.

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