Review | Los Eternos, una promesa llamativa que se queda en el terreno del bosquejo

La nueva película de Marvel Studios presenta un escenario cautivante, con mucho potencial, pero que no logra desarrollarse por completo.


Si hay algo que destacar de Los Eternos es que es probablemente la película de Marvel Studios que mejor luce. Parte de ello se debe a algo que parece poco habitual en estos tiempos dominados por las pantallas verdes: la utilización de sets físicos y locaciones que responden a la escala cósmica que atraviesa al relato de esta película. Una que va desde la creación misma de las estrellas al surgimiento de la vida en La Tierra, con la posterior intervención de este equipo de seres inmortales que han estado involucrados en la historia durante miles de años.

Lo mejor de todo, y aquello está presente desde sus primeros minutos en donde se escucha “Time” de Pink Floyd, es que eso es condensado desde una mirada terrenal que intenta conectar a estos seres no humanos con lo que significa y representa la humanidad.

Esa decisión estilística-narrativa también tiene relación con la dirección de Chloé Zhao, ya que su visión - desenvuelta con una filmación inmersiva según sus propias palabras - no se ve abrumada por las restricciones que ha impuesto la maquinaría de Marvel Studios sobre los realizadores. En más de una vez se ha sentido con estas películas que existe un campo demasiado delineado para plantar un solo tipo de fruto para su universo cohesionado. Eso aquí sorprendentemente no sucede, a pesar del riesgo que se creó la propia Marvel al generar a tanto fan intransigente ansioso de un tejemaneje cada vez más interconectado.

En ese sentido, lo que me llevo a valorar los resultados de esta película tienen relación con lo poco MCU que en ocasiones se siente. Obviamente es innegable que es una película del universo Marvel, e inclusive existen algunas referencias sobre Thanos y Los Vengadores, pero al mismo tiempo carece de los cameos forzados o las narrativas obtusas que están más preocupadas del mañana que del ahora.

Es decir, tal como sucedía con la reciente Shang-Chi, en Los Eternos se enfocan en contar su propia historia, lo que permite generar una película más propia de la Fase 1 de este universo que de todo lo que llegó después en la maquinaría más lucrativa e importante de la industria del entretenimiento cinematográfico.

Todo lo anterior que prefiero ver como una fortaleza, ya que estoy aburrido de los blockbusters estandarizados que dominan las carteleras, lamentablemente se ve un poco empañado por la forma en que termina desarrollándose el relato de la historia. Eso va directamente relacionado con una situación que ya parece inevitable de esquivar en gran parte de las últimas películas de este estudio: un tercer acto que carece de la potencia narrativa para cerrar la historia.

A pesar de que esta película no tiene un villano tradicional, y los conflictos internos entre Los Eternos son más importantes, a partir de sus respectivas visiones sobre los humanos, existe una llamativa carencia de resolución en esta producción. Aquello provoca que esta película se sienta solo como un mero tentempié de las futuras aventuras de este equipo. Y quizás por eso mismo al final de los créditos, al estilo James Bond, nos prometen que regresarán.

Quizás por eso mismo esta película también se siente más propia de la media del MCU que del puñado de películas que realmente han hecho algo más. Lo lamentable es que Los Eternos continuamente tantea un terreno mucho fértil. Por ejemplo, cuenta con secuencias cósmicas y conceptos sacados desde los cómics de Jack Kirby que son absolutamente cautivantes. Pero todo queda reducido a ese terreno de las benditas promesas.

Sin entrar en detalles sobre la historia, en un momento nos presentan directamente la escala colosal de Los Celestiales. Es una secuencia llamativa, que llena completamente a los fanáticos de los cómics cósmicos y que, al mismo tiempo, abre un gran abanico de posibilidades visuales sobre el tipo de conceptos más locos de Marvel Cómics que aún no han debutado en el terreno audiovisual. Más de alguno se alegrará ante el hecho de que este tipo de conceptos - muy propios de las viñetas - ya no sean presentados como simples nubes amenazantes. Es decir, es muy bueno que los tiempos de Galactus en la segunda película de Los Cuatro Fantásticos quedaron atrás.

Pero aunque aquí no hay miedo narrativo para escudriñar conceptos solo posibles de visualizar gracias al avance de la tecnología de efectos, el problema es que de todas formas la promesa de lo que es presentado es más satisfactoria que la propia presentación.

Esa situación también se traslada al elenco. Este está muy bien en términos generales, y solo puedo destacar el trabajo de Kumail Nanjiani y Barry Keoghan en sus roles, pero ningún camino se siente completamente. La única excepción es Brian Tyree Henry en el rol de Phastos, quien por un lado es el primer personaje con una relación gay, pero por otro también es un Eterno que refleja la dicotomía de ver lo peor de la humanidad y encontrar la felicidad al dar con lo mejor de esta.

Obviamente está claro que son muchos personajes, y eso impide que tengan todos el mismo nivel de desarrollo, pero algunos - como el caso de la veloz Makkari - solo quedan remitidos a un estado más propio de los teasers. Otros, como los dos personajes principales interpretados por Gemma Chan y Richard Madden, son demasiado blandos como para destacar. Y ese es un gran problema considerando que ambos son parte importante del nudo dramático del que depende toda la película.

Lo que nos queda a la larga es una película con muchas promesas, que inclusive puede ser satisfactoria como una mera introducción, pero que no tiene la suficiente fuerza como para aprovechar a todas las posibilidades narrativas y cósmicas que se van presentado. Quizás por eso me parece tan llamativo que durante esta película se nombre a Superman y Batman, dos personajes que pertenecen a otro universo de superhéroes, pero que inclusive en sus películas más vilipendiadas tienen un desarrollo de historia que no se siente como un mero esbozo. Y eso es esta película: un trazo con mucho potencial, pero que es un bosquejo a fin de cuentas.

Los Eternos se estrenó este jueves solo en cines.

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