Review | Travis Strikes Back: El regreso nostálgico de No More Heroes

nmhportada

En un juego punky como pocos, Suda 51 vuelve a demostrar que Travis Touchdown es un personaje fundamental y que funciona aun con poco presupuesto.


Pero hay veces que también se puede crecer ofreciendo un paquete más pequeño, más discreto, menos ambicioso.

Eso es precisamente lo que Suda 51, el legendario diseñador japonés logró hacer con Travis Strikes Back: No More Heroes, la nueva entrega de la serie que en su tiempo fue de las exclusivas más interesantes de la Wii y que ya estaba a punto de cumplir 10 años de ausencia.

Travis Strikes Back es una continuación directa de lo que vimos en No More Heroes 2, pero a otra escala. Es quizás por eso que se evitó ponerle el número 3 en el nombre sino que se optó por tratarlo como una suerte de spin-off que en realidad no lo es tanto: el protagonista es el mismo y lo que tienes que hacer en el juego también: pelear contra hordas de enemigos, llegar al jefe y cobrar su recompensa.

Todo esto, como ya dije, en una escala mucho más pequeña y digerible en mordidas más chicas. Todo es más simple: el combate se realiza con un par de botones, el mundo abierto es reemplazado por un pequeño hub y las opciones de personalización se reducen a elegir un par de habilidades. El juego, también es más corto. Y todas las cinemáticas fueron reemplazadas por diálogos con textos escritos.

Y a pesar de que todo lo anterior puede sonar como un retroceso, la magia y la actitud punk de Suda 51 hacen que todo funcione de la misma manera, ya que más que nunca, Travis Strikes Back es un juego donde la forma es superior la que manda al fondo y en eso, el relato que se cuenta te mantiene enganchado de principio a fin.

Travis Strikes Back es un juego que recorre de manera muy directa más de las obsesiones de su creador, radicalizadas en el personaje de Travis Touchdown, que a estas alturas ya califica como ícono de una generación completa, el antihéroe geek por excelencia. Y para ello, no teme en demoler la cuarta pared ni en ser tan meta como sea necesario.

Sabemos que Travis es un otaku, un fan de la cultura pop y por supuesto, un gamer, pero nunca habíamos conocido tanto esa última faceta como en este juego. Y es que Travis Strikes Back es un Juegoception: su trama transcurre cuando, tras un extraño accidente, Travis y Badman -el padre de Bad Girl, una de las asesinas derrotadas por el protagonista en el juego original- son atrapados dentro de una mítica consola de videojuegos llamada Death Drive Mk. II. Esta consola es considerada dentro del universo de No More Heroes como una especie de santo grial, ya que nunca salió al mercado y solo seis juegos fueron creadas para ella.

Así que nosotros como jugadores, tendremos que controlar a Travis mientras él recorre estos mundos olvidados y secretos, creados hace años y todos con una evidente ambientación retro, lo cual se nota en detalles que van desde las introducciones de los juegos, la estética de VHS que interrumpe a cada rato y hasta en los niveles mismos, hechos en aspecto 4:3 para recordarnos a los antiguos televisores cuadrados.

De cierta manera, todo dentro de Travis Strikes Again está armado para contarnos la historia de esta consola misteriosa, la cual está rodeada de mitos, leyendas urbanas y conspiraciones intrincadas y alocadas. Conocerla es casi como un ejercicio de arqueología nerd, que incluye desde conversaciones a través de un fax hasta la revisión de extractos de revistas de videojuegos, rememorando así las maneras en las que nosotros como gamers jurásicos nos enterábamos de los secretos de cada etapa.

Lo interesante es que tanto Travis como Badman -los protagonistas que incluso pueden compartir pantalla si juegas en cooperativo- tienen diferentes motivaciones para derrotar a estos juegos: Badman quiere reunir las 6 Death Balls para pedir un deseo -cualquier parecido con Dragon Ball es totalmente intencional- mientras que Travis comienza atraído por el deseo del gamer de probarlo todo, pero finalmente termina siendo un viaje que desnuda nuestras propias motivaciones para jugar videojuegos. Más meta, imposible.

Ahora bien, dejando de lado los simbolismos, el objetivo en cada una de estas misiones es el mismo: eliminar a todos los enemigos de una pantalla, avanzar, y seguir eliminando enemigos. Un arcade tradicional. Lo que cambia entre nivel y nivel es la ambientación pero también la temática para resolver el misterio central que envuelve a cada protagonista de estas obras que por algún motivo enloqueció y comenzó a generar bugs. En un nivel tendremos que resolver puzzles para avanzar el camino. En otro, avanzar como un juego de plataformas mezclado con una mansión al estilo Resident Evil. Y hasta hay un mini juego de carreras metido entre medio.

Todos estos disfraces sirven para apoyar la propuesta narrativa del juego pero también para enmascarar el hecho de que el juego en sí es bastante repetitivo. A menudo se van agregando nuevos tipos de enemigos, ángulos de cámara que cambian el foco de la acción y por supuesto, una música absurdamente buena, pero la progresión del personaje es nula en el combate. Puedes modificar algunos ataques con chips que encuentras en el camino y subir de nivel para hacer más daño y resistir más golpes, pero una vez encuentras tu combinación ideal de habilidades, es difícil salir de esa zona de confort.

Y es que tal como en la mayoría de las obras de Suda, la jugabilidad nunca es tan importante como el nivel de locura y personalidad que llega a inyectar a sus juegos. Travis Strikes Again funciona mucho mejor cuando te dejas llevar por la imaginación, el humor y la incoherencia de sus creadores y no te pones a pensar tanto en el diseño de su gameplay.

Porque no olvidemos que esto es punk, y acá la actitud va por sobre la técnica de los artistas y su ejecución. Una apuesta que obviamente tiene sus riesgos, ya que gran parte de los jugadores allá afuera no perdonará los bajones de frames, las texturas borrosas o ver por centésima vez al mismo patrón de ataque de los enemigos.

Ni tampoco una historia que no es para nada convencional, que pasa del arcade a la novela visual como quien se cambia de ropa interior, y que cuando tratas de unir los hilos que la atan, encuentras que todo está sostenido solo por las referencias a las obsesiones y la carrera de Suda 51.

Travis Strikes Back es quizás la obra más íntima que Suda 51 ha hecho hasta ahora, una exploración no solo a sus obsesiones como gamer sino que también como creador de estos mismos, y las alegrías y frustraciones que todo este proceso trae.

Y es que todo lo que el juego pierde en profundidad, en cinemáticas y hasta en violencia (eliminar seres digital claramente es menos satisfactorio que las lluvias de sangre de No More Heroes) lo gana para convertirse en una obra que intenta conectarse de manera emotiva con el jugador. Si lo logra dependerá de qué tan emocional sea tu vínculo con los juegos, que tan fanático de la obra de Suda 51 seas y, por supuesto, que tan dispuesto estés en perdonar los errores de diseño en algunos niveles.

En mi caso, todo eso funcionó de manera perfecta y el viaje, aunque corto, valió totalmente la pena. Es como escuchar un buen EP de una banda que te gusta: sí, es poco, pero la esencia está ahí. Travis Touchdown está de vuelta y sigue siendo el héroe que Nintendo no merece, pero sí el que necesita.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.