Muchos la llaman y hasta la han ungido como la reina de las maxi trail. La BMW R 1200 GS Adventure es un prodigio de tecnología y acaso la coronación de 30 años, donde la marca prácticamente se hizo con el poder de este segmento montañesco, enorme y cuyos "súbditos" aclaman, eligen y vuelven a escoger, pese a que desde KTM han dado una lucha que hoy podría augurar una "elección" más estrecha en sus resultados.

Pero nuestra aventura por carretera -más de 600 kilómetros- y algo de tierra se dio en la majestuosa máquina alemana. Su timbre de agua la acredita como detentora de una estética que resulta inconfundible. Es la mil doscientos de BMW en su faceta global, para el camino que sea.

Su caja torácica se impone a la vista por anchura y corpulencia, sin embargo, una vez que nos instalamos comprendemos la sapiencia de un fabricante que sale a conquistar el mundo, o sea un dominio donde habrá "lacayos" de 1,90 metro y más, pero también otros de 1,60 metro. Y con su acabada ergonomía los satisface a todos, al punto de calificar este flirteo como algo cómplice y eficaz.

Por su altura y lo maceteada que se ve, no es raro que intimide al "primerizo" que nunca se ha subido a un producto así. Claro, son 890 mm de distancia del asiento al suelo, no es poco para quienes entienden estos registros. Sin embargo, voy a hablar desde mi metro y 72 cm y también desde la conformación del subchasis modificado, del asiento rebajado y de su exquisito mullido, que le entrega una comodidad grande. Seamos sinceros, no quedé con las plantas de mis pies apoyadas como si midiera más de 1,80, pero al menos obtuve un apoyo que me dio confianza para un uso seguro.

La moto tiene dos grandes modos de programación que requieren una pasadita teórica por su catálogo, pero como prácticamente todo opera desde una tecla, el aprendizaje es casi inmediato. Los instrumentos son muy completos y nos mantendrán informados de todo lo que como pilotos necesitemos saber (ojo, que en off-road el ABS es desconectable, entre otras variadas programaciones, de acuerdo a la ruta y gustos de quien conduce).

Por hechura y genes, sabemos que será una gran partner más allá del asfalto, sin embargo, enamora la delicia con que se mueve sobre el cemento, y ni hablar cuando el poder de su bicilíndrico, enfriado por líquido y aire, brama con la carretera a su disposición. Acá su confort de marcha y posibilidades de adueñarse de todo son totales. El par motor habla de 125 Nm a las 6.500 vueltas, es un dato portentoso, pero la entrega de ese poder se siente firme desde rangos más bajos.

Sus cualidades dinámicas son sobresalientes, con una agilidad en las curvas que de verdad sorprende y que uno comprende rápido, sintiéndola bajo dominio y muy maniobrable. Llama la atención, porque, como en el deporte, se suele hacer una equivalencia inconsciente entre estatura/corpulencia y destreza motriz. Esta es grandota, pero se mueve y responde con notoria soltura.

En la tierra tuvimos ocasión de ir por recodos precordilleranos de Santiago que esconden rutas tan accidentadas como didácticas. Acá, recurrimos al seteo "Enduro Pro", que aprovecha al límite el recorrido de su suspensión y activa asistencias que a veces nos salvan de una visita al suelo. Avanzando a campo traviesa es una delicia, y en el trabado hay que tener recaudos, porque manejamos una máquina de un cuarto de tonelada. Pero esa agilidad que le sentimos en el pavimento no desmejora. Su desplazamiento por un peralte pronunciado que cae hacia nuestra izquierda y algo extenso (70 metros) me cierra todo. Voy erguido, haciendo el contrapeso con el pie izquierdo presionando fuerte para conservar el equilibrio y la moto se comporta derecha, bajo mis órdenes&... Es una maravilla.