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El juicio crítico de los rusos sobre Gorbachov a 40 años de la perestroika

Tanto la reestructuración económica como la glásnot, junto con un nuevo enfoque de las relaciones exteriores, más amistoso con Occidente, llevaron a que el último presidente de la URSS fuera galardonado en 1990 con el premio Nobel de la Paz.

En 23 de abril de 1985, en el pleno de abril del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, el recién asumido secretario general del Politburó, Mijail Gorbachov -que había llegado al poder tras la muerte de Konstantin Cherchenko-, pronunció por primera vez la palabra “perestroika”.

“Todos nosotros, desde el Politburó hasta el trabajador, debemos reconocer esta nueva etapa y reconstruirla en el espíritu de los tiempos”, dijo Gorbachov en esa oportunidad.

A solo un mes de asumir la secretaría general del Partido Comunista, Gorbachov impulsó la “perestroika”: una reestructuración económica de la Unión Soviética, que introdujo mayores libertades de empresa, autorizando la iniciativa privada. Así, se pasaba de un sistema económico planificado a una economía de mercado.

El presidente estadounidense Ronald Reagan saluda a la multitud tras su discurso frente a la Puerta de Brandeburgo, en Berlín Occidental, donde dijo: "¡Señor Gorbachov, derribe este muro!", el 12 de junio de 1987. Foto: AFP Ira Schwartz

Con la perestroika, se normalizó el mercado de consumo y se liberaron los precios, descentralizando el sistema económico vigente. En ese contexto, se privatizaron diversas compañías estatales, se implantó una nueva moneda y se renovó el sistema bancario.

Junto con la perestroika, se impulsó en 1988 la “glásnost”, o transparencia. Gradualmente se empezó a liberar a los presos políticos, ampliando el derecho a la protesta y suavizando el control sobre los medios de comunicación.

Entre las reformas más importantes, se introdujo en 1990 el cargo de Presidente de la Unión Soviética, lo que llevó a elecciones libres en marzo de ese año. De a poco, el monopolio del poder que sostenía el Partido Comunista se iba perdiendo.

Un aspecto clave en la glásnost era la apertura de las instituciones de gobierno y la información de este, reflejando un compromiso de Gorbachov en miras a que los ciudadanos soviéticos pudieran discutir públicamente los problema de su sistema y las soluciones potenciales. Durante ese tiempo, el secretario general del partido alentó al escrutinio de la ciudadanía y la crítica a los líderes de ésta.

Boris Yeltsin (der.), el primer presidente de Rusia, hace un gesto hacia Mijail Gorbachov en Moscú mientras lee un documento durante una sesión del Parlamento. Foto: AFP PIKO

Las personas que idearon la perestroika no buscaban cambiar el modelo político por completo, sino limpiarlo de la corrupción e introducir libertades democráticas en él. En este contexto, restoranes, tiendas y negocios particulares se abrieron en la Unión Soviética.

Fue así que en tan solo unos años, Gorbachov impulsó no solo una profunda reforma económica, sino que la democratización política y un nuevo enfoque en política exterior que abarcó todos los rincones de la URSS y todos los países del bloque soviético. Ambas políticas, junto con un nuevo enfoque de las relaciones exteriores, más amistoso con Occidente, llevaron a que Gorbachov fuera galardonado en 1990 con el premio Nobel de la Paz.

Sin embargo, a 40 años de ese hito, en la Rusia moderna muchos ven de forma negativa la perestroika.

A fines de marzo pasado, el Centro de Estudio de la Opinión Pública Ruso (VTsIOM) presentó los resultados de una encuesta de seguimiento de los resultados de la perestroika soviética. Según los datos de VTsIOM, la mayoría de los rusos (61%) todavía cree que la medida del último presidente de la URSS trajo más consecuencias negativas que positivas. Esto refleja una profunda decepción con los resultados de los cambios a gran escala y su impacto en la vida de las personas.

La gente se reúne en la Plaza Pushkin de Moscú mientras miembros del Frente Popular para la Perestroika recogen firmas para Boris Yeltsin, el 9 de julio de 1988. Foto: AFP VITALY ARMAND

Hoy, un 20% de los rusos valora positivamente la figura de Gorbachov y un 60% lo hace negativamente, según una encuesta realizada por el centro Levada para la revista Gorby con motivo del 40º aniversario. Entre la población de 18 a 24 años, esta relación es del 33% al 31%. Paradójicamente, una pregunta sobre la actitud hacia los valores que Gorbachov promovió (sin mencionar su nombre), indica que un 95% está por la propiedad privada, un 74% por la colaboración con Occidente, un 89% por la libertad de expresión y un 75% por elecciones con alternativas.

“Implementamos la perestroika porque nuestro pueblo y los líderes del país comprendieron que ya no podíamos continuar como hasta ahora. El sistema soviético, creado sobre los preceptos del socialismo con grandes esfuerzos y sacrificios, había convertido a nuestro país en una gran potencia con una sólida base industrial. La Unión Soviética era fuerte en situaciones de emergencia, pero en circunstancias más normales, nuestro sistema nos condenaba a la inferioridad”, escribió Gorbachov en una columna en el diario The New York Times en 2010. “Esto era evidente para mí y para otros de la nueva generación de líderes, así como para los miembros de la vieja guardia preocupados por el futuro del país”, añadió.

Según la BBC, “la combinación de las dificultades que enfrentaba la Unión Soviética y la autoridad de la secretaría general permitieron a Gorbachov lanzar su perestroika (reconstrucción), que se convirtió en sinónimo de una innovación política cada vez más radical”.

El presidente ruso, Vladímir Putin, rinde homenaje junto al ataúd del expresidente soviético Mijail Gorbachov en el Hospital Clínico Central de Moscú, el 1 de septiembre de 2022. Foto: Archivo AP

“El nuevo líder soviético ya era más reformista de lo que sus colegas del Politburó creían. En el poder, sus políticas se volvieron más audaces y de mayor alcance. Tenía una mentalidad inusualmente abierta para un político comunista”, agregó.

Pero cuanto más reformaba Gorbachov el sistema soviético, más socavaba la autoridad tradicional del líder del partido (su propia base de poder), mientras que la nueva tolerancia sacaba a la superficie de la vida política innumerables problemas largamente reprimidos, incluido el descontento nacionalista.

Tanto es así que en 1990 la existencia misma de la Unión Soviética estaba en peligro.

En diciembre de 1991, los esfuerzos de Gorbachov por recrear la unión como una federación voluntaria fracasaron. El país se disolvió en 15 estados sucesores.

Protesta contra la invasión rusa de Ucrania, después de que el presidente Vladimir Putin autorizara una operación militar masiva, en Moscú, el 27 de febrero de 2022. Foto: Archivo EVGENIA NOVOZHENINA

“La perestroika afectó todas las esferas de la vida. Se iniciaron intentos de introducir mecanismos de mercado en la economía, lo que condujo a la desorganización del sistema de planificación. La glásnost abrió las puertas a la libre discusión de los problemas, pero también provocó la aparición del oscurantismo, las falsificaciones, la decadencia de la cultura y desencadenó muchos conflictos. Las reformas políticas orientadas a la democratización resultaron en la desintegración de un país unificado. Todavía tenemos que entender qué pasó entonces, ahora la sociedad está ‘digiriendo’ activamente los acontecimientos de los años 90, en películas, series de televisión, libros, análisis, pero vale la pena entenderlo: esos mismos años 90 no habrían sucedido en el país tan repentinamente si Mijail Gorbachov no hubiera llegado al poder hace 40 años”, escribió el diario Nakanune.

“Una de las consecuencias más negativas y más obvias de la perestroika fue el deterioro del nivel de vida de la gente común y el enriquecimiento de un pequeño grupo de personas que ‘encajaban en el mercado’. Las reformas económicas no lograron proporcionar estabilidad y los cambios sociales crearon una sensación persistente de incertidumbre y miedo entre la población. El colapso de la URSS devaluó el trabajo de varias generaciones y creó dificultades para las nuevas. Dificultades que ni siquiera somos capaces de comprender. Sólo ahora nos damos cuenta de las realidades económicas del espacio postsoviético con el que tuvimos que vivir y a qué condujo esto”, añadió el periódico berlinés.

En un análisis publicado por la revista Gorby se señala que, en la actualidad, “muchos suelen decir que por alguna razón la gente no sale a las calles para expresar sus aspiraciones, pero durante la perestroika salieron a las calles por casi millones. Sin embargo, durante la época de Gorbachov esto estaba permitido y se fomentaba, pero hoy está prohibido”.

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