
La crisis de seguridad marca el balotaje presidencial en Ecuador
Un problema que se arrastra por años en Ecuador es el de la violencia ligada al narcotráfico. Tras cifras récord de homicidios al año, en 2023 el actual presidente prometió mano dura contra los delincuentes. ¿El problema? Este domingo son las elecciones presidenciales y se enfrenta a la izquierda de Luisa González en medio de un repunte de criminalidad.

A más de un año de que la crisis de seguridad se tomara las calles de Ecuador, este domingo los ciudadanos saldrán a las calles para una nueva elección presidencial que estará marcada por la violencia que se tomó nuevamente la agenda política.
Será este domingo 13 de abril cuando la correísta Luisa González y el multimillonario Daniel Noboa, actual mandatario del país sudamericano, se enfrenten en las urnas para definir la persona que gobernará Ecuador por los próximos cuatro años. Pero es posible que la crisis de seguridad sea un factor determinante.
Para Wladimir Sierra, analista político ecuatoriano, “el problema de la inseguridad es crucial de cara a estas elecciones, porque es el gran asunto a resolver en el país. Hay otras cosas que también son importantes, como, por ejemplo, el desempleo, la crisis económica, problemas puntuales como inundaciones y sequías, pero a todos estos problemas se superpone el de la inseguridad, porque los niveles de violencia, la extensión de la operatividad de los carteles y de las bandas delincuenciales es extremadamente fuerte”, dijo a La Tercera.
Tras un año y medio de Noboa en el poder, el tópico de la inseguridad sigue muy presente en la agenda pública. Tanto así que, una semana antes de la segunda vuelta, el mandatario recibió con bombos y platillos la llegada al país de Erik Prince, un asesor en seguridad de origen estadounidense cuyo historial incluye un tiroteo en el que 17 civiles murieron durante un trabajo de su empresa en Irak.
¿Podrá la llegada de un exmilitar con experiencia en asesorías de seguridad cambiar el panorama en Ecuador? Lo cierto es que los números son complejos, considerando que la media de homicidios durante los primeros meses de 2025 es de un asesinato por hora. La cifra deja en entredicho la efectividad de la “guerra” que Daniel Noboa le declaró al narcotráfico hace más de un año, donde incluso sacó al Ejército a la calle para intentar hacer frente a la violencia.

El mayor problema para el mandatario es que se presenta a la reelección con un repunte de la violencia como telón de fondo. En enero de este año se registraron 793 homicidios, según cifras oficiales, mientras que en febrero hubo 736 asesinatos.
El problema es que “Ecuador se ha convertido no solo en un lugar de acopio de cocaína, sino en uno desde donde se exporta la droga hacia el mundo, lo que ha traído consigo la llegada de carteles hacia el país y ha ocasionado que bandas delincuenciales nacionales se alíen con estas agrupaciones externas para manejar las rutas de la droga”, aseveró Sierra.
Si bien en 2024 Noboa logró disminuir en un 15% la cantidad de muertes violentas respecto del año anterior, pareciera que el haber declarado un “conflicto armado interno” no fue suficiente. En 2023, Ecuador se había convertido en el país más afectado por la ola de criminalidad, con una tasa de casi 47 homicidios por cada 100.000 habitantes.
Y con el objetivo de lograr números similares a los del año pasado, el mandatario recurrió a una carta externa: la asesoría de Erik Prince.
Un contratista de seguridad
La llegada de Prince no pasó desapercibida. Fue el propio gobierno de Ecuador, mediante una publicación del Ministerio de Defensa en la red social X, quien anunció el arribo, calificándolo de un “capítulo histórico para la seguridad” de la nación. Su objetivo: “Enfrentar al narcoterrorismo”, dijeron las autoridades.
Según el propio empresario y exmilitar con amplia experiencia en seguridad privada, su rol en el país es “proporcionar a las fuerzas del orden y al Ejército las herramientas y las tácticas para combatir efectivamente a las pandillas de narcos”.
Su nombre, sin embargo, llega con flores y cuestionamientos. Exoficial de los Navy SEAL, Erik Prince fue el fundador en 1997 de la firma estadounidense de seguridad antes conocida como Blackwater. ¿Por qué antes? Pues debió cambiar el nombre tras un polémico tiroteo en Irak, que terminó con un saldo de 17 civiles muertos, donde estuvo involucrada la firma de seguridad, por lo que actualmente se le conoce formalmente como Constellis.
La masacre ocurrió en 2007, en la plaza Nisour de Bagdad, lugar en que un grupo de sus empleados mató a 17 e hirió a otros 20 civiles iraquíes. Cuatro miembros de la firma fueron condenados en EE.UU., los que luego fueron indultados en diciembre de 2020 por el entonces Presidente Donald Trump.
Según la prensa internacional, Blackwater creció especialmente luego de los ataques terroristas del 11 de setiembre de 2001, en Estados Unidos. El empresario consiguió millonarios contratos con el citado país, brindando protección en Irak y Afganistán. Pero tras la crisis de Bagdad, crecieron las críticas por el uso de firmas privadas de seguridad en la guerra.

La empresa llegó a prestar servicios a la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos desde 2003, pero también con el Departamento de Estado. Su mayor foco ha sido el entrenamiento de fuerzas de seguridad y la contratación de personal para operaciones en zonas de conflicto, definición que bien podría incluir a Ecuador.
Tras el desastre, Prince vendió todas sus acciones a un fondo privado, y actualmente se presenta en su sitio web como un inversionista, emprendedor y líder en reformas de asuntos militares, detalló CNN.
Su actividad pública y política no es inocua para el contexto político ecuatoriano, que se encuentra ad portas de la elección presidencial. En el último tiempo, el exmilitar se ha mostrado como un firme crítico de la izquierda, calificando al gobierno de Nicolás Maduro, en Venezuela, como “un narcoestado con procesamiento masivo de drogas”.
Y también tuvo palabras para el rival de Noboa, Luisa Correa. Según Prince, Revolución Ciudadana, el movimiento fundado por Rafael Correa -hoy en Bélgica bajo condición de asilado político luego de ser condenado por cohecho pasivo agravado en 2020- es aliado “de Nicolás Maduro”.
Eso podría explicar la elección de su nombre por parte del mandatario ecuatoriano que aspira a la reelección. Así lo cree Sierra, quien aseguró que la llegada de Prince responde “simplemente a un instrumento electoral”.
Y se puso manos a la obra de inmediato. El sábado pasado, poco después de arribar a la nación sudamericana, Prince se integró a las actividades policiales. Fue en Guayaquil, ciudad porteña que vivió en carne propia la crisis de seguridad de principios del año pasado, donde el asesor hizo su primera intervención. Fue en aquella urbe donde un grupo de delincuentes ingresó a un canal de televisión que transmitía su noticiario en vivo y secuestró arma en mano a los trabajadores de la estación.
El operativo de la semana pasada incluyó allanamientos a 10 viviendas, además de la detención de 66 personas, informó el ministro del Interior de Ecuador, John Reimberg. Su par de Defensa, Gian Carlo Loffredo, aprovechó la ocasión para aclarar que si bien Prince y su equipo están brindando capacitación y asesoramiento a las fuerzas de seguridad ecuatorianas, podría ampliar su rango de acción. “Podrían no limitarse solo a esas acciones”, dijo a los medios.
“Espero que Ecuador elija la ley y el orden. Estamos aquí para ayudar, para combatir a las bandas y proporcionar herramientas y tácticas, para que el gobierno restaure la ley y el orden, la paz y la prosperidad, y para proporcionar gran inteligencia en las operaciones que pongan a los narcos a correr y hagan que tengan verdadero miedo de ser atrapados”, declaró el propio Prince.
Sin embargo, Carla Álvarez, investigadora y profesora en el Instituto de Altos Estudios Nacionales de Quito, dijo a La Tercera que su arribo al país “y el anuncio de su participación en la estrategia de seguridad del Ecuador es sorpresiva, no está articulada a ningún objetivo o estrategia local conocida y, además, coincide con un timing político que es difícil de ignorar”.

De todos modos, la experta en políticas de control de armas de fuego y el tráfico de armas aseguró que “la lucha contra el crimen organizado transnacional requiere la cooperación con otros países, puesto que las actividades criminales no se circunscriben a límites territoriales definidos, sino que su movilidad trasciende fronteras”.
Y añadió: “Si bien no hay que satanizar la cooperación con otros países y entidades, tampoco hay que romantizarla; y es importante exigir que toda ayuda o cooperación sea transparente, tanto en los montos que se invierten para lograr un fin, como en los resultados que se esperan”.
¿Afectará las elecciones?
La gran pregunta que politólogos y analistas relacionados a la seguridad se hacen es cuánto podría influir la crisis en la decisión del votante. En las semanas previas, algunos incluso vincularon la actual elección a un plebiscito a la labor de Noboa como Presidente.
Para Carla Álvarez, la situación de inseguridad “es el tema más relevante para los ecuatorianos y ecuatorianas, dejando en segundo plano las preocupaciones por la economía, el empleo, la educación, la salud y otros temas”.
Para la académica, “esto se debe a que la inseguridad afecta a todos los ciudadanos y ciudadanas, en su vida cotidiana, productividad, movilidad, tranquilidad, y en sus condiciones de vida. Esta priorización también obedece a la espectacularidad de los actos violentos (masacres, desmembramientos, cadáveres colgados, entre otros), que aterrorizan a la población”.
Lester Cabrera, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad San Francisco de Quito, planteó a este periódico que si bien “la seguridad sigue siendo un tema dentro de la agenda, (...) no tiene la misma connotación con la que se enfrentó a la elección anterior, ni tampoco incluso a la primera vuelta. Aquello se debe a que el año pasado el proceso electoral se vio empañado por el asesinato de uno de los candidatos, Fernando Villavicencio”.
Cabrera, chileno experto en seguridad internacional, radicado en Ecuador desde hace 12 años y que ofició como subsecretario de Estudios y Políticas de la Seguridad en el Ministerio del Interior de ese país, aseguró que “a diferencia de un año, no es uno de los temas que han acaparado mayormente la atención del electorado, e incluso los tópicos que se aluden dentro de las campañas”.
Para el académico, “temas tales como una eventual desdolarización del país, casos de corrupción en ambos sectores, la relación con Estados Unidos e incluso el futuro económico de Ecuador han sido temas que se han priorizado, de acuerdo al momento político que se esté viviendo”.
Pero el chileno también se refirió a Erik Prince y su vínculo con la política. “Está el hecho de la imagen internacional que el Ecuador está evidenciando. Al plantear una suerte de protagonismo a la figura de Erik Prince, flanqueado por ministros de Estado, como el caso de los ministros de Defensa y del Interior, da cuenta de que el Estado estaría avalando la existencia de un problema que, con los medios que posee, no tiene la capacidad de gestionar. En otras palabras, el Estado estaría cediendo parte de su potestad para planificar su propia seguridad a un conglomerado privado, cuyos alcances en cuanto a los términos de la relación y vinculación son desconocidos”.
De cara a una victoria de Noboa, “habría que plantearse la relación que mantendrá con el gobierno, en caso de ser reelecto”. Pero, en caso contrario, tendrían que anteponerse a las posibles “consecuencias políticas que la estancia del empresario en el país generó, si es que la opción de Luisa González triunfe, especialmente con la eventual rendición de cuentas que se lleve a cabo”. D
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