Cataluña
Un letrero con el mensaje "Autodeterminación" es desplegado en manifestaciones independentistas catalanas.

La integración en Europa terminará con los nacionalismos

ESPECIAL 70 AÑOS LT: VERDADES QUE YA NO SON

En los últimos años, la Unión Europea (UE) ha vivido un proceso de inestabilidad impulsado por el resurgimiento de movimientos nacionalistas e independentistas. El euroescepticismo amenaza con generar nuevos referendos de separación ante los quiebres internos del bloque.



El 1 de enero de 1958 nace la Comunidad Económica Europea (CEE), impulsada por la urgencia de una cooperación económica transversal entre seis países. Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y Holanda eran los líderes indiscutibles en el eje internacional que, tras la caída del comunismo en el continente, afianzó la creación del bloque comunitario de 27 miembros basado en un mercado único de “cuatro libertades” de circulación. Desde ese momento, la idea de una identidad europea y un continente sin fronteras tomó mayor fuerza, estimulada por la adhesión al euro y la libertad de movilidad en el espacio Schengen. Sin embargo, la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE) es el símbolo de un proceso de inestabilidad en el bloque, que pierde cohesión en medio del surgimiento de nacionalismos y movimientos independentistas en la región.

Por un lado, el poderío económico de los europeos se ha visto diluido ante el rápido crecimiento de Estados Unidos y de países y territorios asiáticos, como China, Taiwán, Corea del Sur y Singapur, que se transformaron en el contrapeso de la UE. A las cifras negativas acumuladas en los últimos años, ahora el continente se encuentra entrampado en la aprobación del presupuesto de US$ 2,1 billones para el periodo 2021-2027, que tiene como principal objetivo ser el salvavidas en medio de la pandemia, pero que fue bloqueado por Polonia y Hungría ante la amenaza de utilizar el mecanismo que niega fondos si una de las naciones del grupo viola normas democráticas.

El avance del sentimiento nacionalista en Europa.

Justamente, la democracia y la migración han sido puntos de discordia entre los miembros del dividido bloque. Desde la crisis migratoria en 2015, cuando más de un millón de personas llegaron a Europa principalmente mediante rutas ilegales hacia Italia y Grecia, la canciller alemana Angela Merkel asumió el liderazgo para impulsar un pacto de “reparto justo de responsabilidad y solidaridad entre los estados miembros”.

No obstante, la pandemia del Covid-19 habría sido la “tormenta perfecta” para el crecimiento de nacionalismos. El llamado al cierre de fronteras, el alza de la xenofobia y la falta de acuerdos impulsó a algunos ciudadanos a abrazar la idea del “individualismo nacional”, transformando al multilateralismo en un recuerdo, al tiempo que la llegada del euroescepticismo parecía marcar el fin de la época dorada de la UE.

Mapa de los movimientos independentistas y gobiernos nacionalistas en Europa.

España

“El volcán nacionalista entró en erupción en Cataluña”. Así, la prensa española catalogó el proceso catalán de 2017. El 1 de octubre de ese año, los catalanes -que representan el 16% de la población de España- votaron un referéndum de independencia -sin cifras finales oficiales-, el mismo que había sido suspendido y declarado ilegal por el Tribunal Constitucional español. A pesar de esto, el gobierno catalán liderado por Carles Puigdemont declaró la independencia, lo que desencadenó la furia de La Moncloa, que aplicó el artículo 155 con el que suspendió la autonomía del territorio.

Manifestantes catalanes queman una imagen del rey de España, Felipe VI, en Barcelona.

A pesar de esto, el independentismo catalán continúa reuniendo a cientos de personas en movilizaciones, mientras congresistas buscan una vía legal de separación. Según el diario español El País, el nacionalismo de las regiones o de las naciones sin Estado es un sentimiento de identificación con las comunidades que impulsan el principio de que cada pueblo o nación tiene el derecho a ejercer un poder soberano en el territorio que habita.

referendo catalán
Manifestantes esperan los resultados del referendo en Cataluña.

El País Vasco también defiende la posibilidad de un referéndum legal en Euskal Herria. En esta zona funcionó Euskadi Ta Askatasuna (ETA), organización terrorista vasca que por medio de atentados exigía la independencia de estas áreas. Desde Galicia también surge el espíritu de autodeterminación, territorio que fue conocido como el reino de Galicia y que cuenta con su propia lengua y cultura.

Reino Unido

El 31 de enero pasado y a cuatro años del histórico referéndum del 23 de junio de 2016, Reino Unido dejó oficialmente la Unión Europea. Un 72% de los votantes llegó a emitir su voto en la consulta, que dio como resultado un 52% de respaldo al divorcio frente a un 48% por la continuidad en el bloque, lo que reflejó la división en la sociedad británica.

Brexit
Británicos se manifiestan a favor de la salida de Reino Unido de la Unión Europea.

Desde ahí, el país vivió un terremoto político que generó la salida del primer ministro, David Cameron, que fue sucedido por Theresa May, la misma que posteriormente fue reemplazada por Boris Johnson. Tres administraciones y tres prórrogas después, los británicos están fuera del bloque y con la mirada puesta en lo que ocurra el 31 de diciembre, cuando vence el plazo para cerrar los acuerdos económicos.

Las fronteras fueron un tema central de discusión en el Brexit, especialmente cuando Escocia busca celebrar en 2021 un nuevo referendo de independencia como el que hicieron en 2014, cuando un 55% prefirió seguir junto a Reino Unido. La jefa del gobierno autónomo y líder del Partido Nacional Escocés (SNP), Nicola Sturgeon, aseguró que la salida de los británicos del bloque influyó en la recuperación de las fuerzas para una posible independencia. Aunque no son los únicos. Irlanda del Norte busca un “estatus especial” ante el bloque.

Bélgica

El secesionismo es un tema fuerte en Flandes, una comunidad flamenca al norte de Bélgica que cuenta con su propio Parlamento y que, a diferencia de los belgas, hablan flamenco y son en su mayoría católicos. Históricamente, esta comunidad que formó parte de la corona española es la más poblada de Bélgica, con 6,5 millones de los 11,4 millones de habitantes que residen en el país.

Por esto, el gobierno belga vio con preocupación las últimas elecciones, cuando el Partido Nueva Alianza Flamenca, un movimiento regionalista y separatista que gobierna desde 2014, fue el más votado en el Parlamento regional con 42 de los 124 escaños. Desde aquí han surgido nuevas vertientes como el Partido Vlaams Belang y la Union des Francophones.

Alemania

En enero de 2017, el Tribunal Constitucional de Alemania estableció que Baviera no tenía el derecho a celebrar una consulta ciudadana por la independencia, ya que la sola posible secesión va contra la Ley Fundamental de Alemania. La idea nació cuando un ciudadano preguntó a la máxima instancia judicial del país si convocar una votación sería considerado ilegal. El dictamen estableció que la República Federal de Alemania es un Estado-nación, por lo que la Constitución no ampara que “los Estados individuales intenten separarse”, lo que sería considerado inconstitucional.

El primer ministro de Bavaria, Markus Söder, usa una mascarilla antes de dar una conferencia nacional en Alemania.

La petición de una independencia no es algo nuevo entre los bávaros. Según el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung, el Partido Baviera -principal partido independentista de la zona- reclamó en 1991 la autonomía de la región al considerar que, tras la reunificación de Alemania, la Carta Magna aprobada en 1949 era “provisional”.

La Corte Constitucional de Baviera respondió señalando que antes de ese año, los bávaros no eran un Estado independiente, por lo que no podían abandonar la República. Los alemanes no han dado un gran respaldo al Partido de Baviera, que solo alcanzó un 2% de los votos en las últimas elecciones regionales, lo que los dejó afuera del Parlamento.

Hungría

Un símbolo del resurgimiento de los nacionalismos es Hungría. El líder ultraconservador del Partido Fidesz, Viktor Orbán, gobernó entre 1998 y 2002, pero retornó al poder en 2010 alcanzando una mayoría de dos tercios en el Parlamento. Y en 2018 aseguró un tercer mandato consecutivo, bajo el cual ha impulsado sin problemas políticas de corte nacionalista.

Multitudinarias protestas contra el gobierno de Viktor Orbán, en Hungría.

Desde esta vereda, Orbán impulsa la “defensa de Hungría” con una serie de polémicos dichos racistas, especialmente en contra de la comunidad musulmana. En 2015, el primer ministro llegó hasta París para marchar por la “libertad de expresión” y contra el terrorismo tras el ataque contra el semanario Charlie Hebdo.

En medio de la crisis migratoria de 2015, Hungría le dio la espalda a las directrices de cuotas obligatorias de refugiados en la Unión Europea y, en cambio, comenzó la construcción de un muro fronterizo de 175 kilómetros en la frontera con Serbia, que luego fue extendido por 40 kilómetros más en el límite con Croacia, y que incluye rejas eléctricas y cámaras de visión nocturna.

El líder húngaro Viktor Orban durante un encuentro en Bruselas.

Un año después, realizó una consulta ciudadana para preguntar a los húngaros si estaban de acuerdo con que Europa “impusiera inmigrantes”, dando como resultado un 41% en contra.

Polonia

El año pasado, el conservador Partido Ley y Justicia (PiS) volvió al poder con un 43,6% de los votos, después de liderar Polonia entre 2005-2007 y luego en 2015. El regreso de la coalición de derecha estuvo basado en un mayoritario respaldo desde las áreas rurales y de los votantes católicos. Menos de un año en el poder, el país ha vivido un estallido social contra el nacionalismo y las políticas conservadoras.

Ciudadanos se suman a la marcha convocada por mujeres polacas en Varsovia.

Según el diario The Guardian, Polonia ha decidido alejarse cada vez más de Europa con la premisa de “beneficiar a Polonia y no al revés”, especialmente después del reciente fallo del Tribunal Constitucional que estableció como inconstitucional el aborto por malformación fetal.

Una mujer con un letrero con el mensaje "Los derechos humanos no son negociables" en Polonia.

Los opositores al gobierno polaco, en tanto, acusan un “secuestro al Poder Judicial” para alcanzar políticas que merman los derechos de las mujeres y las minorías, y que no fueron aceptadas en el Congreso. De esta manera, el PiS ha utilizado las críticas que llegan desde la UE para asegurar que el bloque busca impulsar “ideas extranjeras” que amenazan a la identidad polaca.

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