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Los problemas que aquejan a Bolsonaro en la recta final de la campaña

Pese a que el candidato ultraderechista es el favorito para imponerse en la primera vuelta, los dichos de sus cercanos y su ausencia en el último debate lo complican.

Partidarios de Bolsonaro se reúnen junto a un muñeco inflable que lo representa, frente al Hospital Albert Einstein, en Sao Paulo. Foto: AP

Los 32°C que se dejan sentir al mediodía en Sao Paulo se intensifican con el lento tránsito en la vía que une el aeropuerto de Guarulhos con el centro de la ciudad. Pero una vez en la Avenida Paulista, las nubes comienzan a cubrir esta urbe de más de 11 millones de habitantes para dar paso a la lluvia al final de la tarde. Así como cambiante el tiempo, también parece serlo el escenario político en Brasil.

Si bien se ve poca propaganda de campaña en las calles, situación que Tomaz, conductor de Uber, atribuye a que "está un poco prohibida", lo cierto es que en las últimas horas los principales candidatos en disputa, es decir, el ultraderechista Jair Bolsonaro y el izquierdista Fernando Haddad, han comenzado a intensificar los ataques entre ellos.

Fortalecido por el liderazgo que le otorgan las encuestas (un 32% de apoyo según Datafolha y un sondeo de Ibope de ayer) y la reacción del mercado ante su avance (la bolsa subió por segundo día y el real se fortaleció) Bolsonaro tomó ayer la ofensiva. A través de Twitter, el candidato del PSL reforzó su discurso "anti PT" y aseguró que el país no merece ser gobernado desde la prisión, en clara referencia al encarcelado expresidente Lula.

"Nuestro país no merece ser gobernado desde dentro de la cárcel o por sus ahijados políticos disfrazados como opciones, pero con la misma esencia que nos destruye", aseguró.

La respuesta de Haddad, el elegido de Lula que marca 23% de acuerdo con Ibope, no tardó en llegar. En una conferencia de prensa en Sao Paulo, el candidato del Partido de los Trabajadores señaló que la campaña de Bolsonaro está utilizando "millones de mensajes" con noticias falsas divulgados por WhatsApp, con contenido "ofensivo", una estrategia a la que atribuye su crecimiento en las últimas encuestas. "No puedo acusarlo, pero puedo desconfiar porque es muy compatible con su discurso", dijo.

Y aunque ayer Bolsonaro sumó importantes apoyos, como los de los líderes de las bancadas evangélica y de "bala" (como se conoce a los parlamentarios que abogan por el acceso de los civiles a las armas), además de Xico Graziano, el exjefe de gabinete de Fernando Henrique Cardoso, el candidato del PSL también enfrenta algunos problemas en la recta final de la campaña.

De partida, por recomendación médica, Bolsonaro debió desistir de participar en el último debate de hoy. El candidato ultraderechista, que a comienzos de septiembre fue apuñalado, no ha podido desplegar su campaña por su estado de salud.

Pero también el viernes pasado, en la víspera de ser dado de alta, Bolsonaro afirmó que no reconocería un resultado que no fuera su triunfo y subrayó que una victoria de Haddad supondría "fraude". Al día siguiente, en un duro editorial, el diario Folha de Sao Paulo pidió a los candidatos que lideran los sondeos que "expresen compromisos definitivos con la democracia".

A juicio de João Francisco Pereira de Meira, presidente de la encuestadora Vox Populi, el episodio del apuñalamiento benefició a Bolsonaro porque produjo "una cierta martirización a los ojos de sus seguidores". Sin embargo, el experto cree que ese fenómeno, que se tradujo en un aumento en las intenciones de voto, "ya se agotó", según dijo a La Tercera.

Por otro lado, mientras Bolsonaro se recuperaba en el Hospital Albert Einstein, en Sao Paulo, su compañero de fórmula, el general en retiro Hamilton Mourão, se transformaba en un dolor de cabeza para su campaña por sus polémicos dichos. Uno de los más comentados fue el que efectuó durante un encuentro con comerciantes en Uruguaiana, en Rio Grande do Sul. Allí señaló que el aguinaldo y las vacaciones pagadas son "una mochila en las espaldas de todo empresario", que dificultan la creación de empleos.

También el domingo, un día después de la masiva marcha de mujeres contra Bolsonaro, Eduardo, uno de sus hijos, dijo que "las mujeres de derecha no protestan con el pecho descubierto ni defecan para protestar".

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