La magra celebración de los exalumnos del Instituto Nacional
Un centenar de antiguos estudiantes y mucha crítica por la violencia en el liceo. Distinta. Así fue la tradicional jornada de quienes ya pasaron por esas aulas, en su 206° aniversario.

Cinco mesas con mantel azul y un stand para comprar café, bebidas o anticuchos. Además de un regalo de una marca de telefonía. Ese era el recibimiento para el centenar de exalumnos del Instituto Nacional que hoy, a ratos con cuentagotas, comenzaron a llegar pasadas las 10.00 al liceo de Santiago.
El motivo del encuentro ya es una tradición: conmemorar el aniversario del colegio, el número 206 para este año (que en rigor se cumple el 10 de agosto), y celebrarlo con una ceremonia en lo que alguna vez fueron sus salas, sus pasillos y su "patio de honor", como lo llama la comunidad institutana.
Pero esta vez la festividad fue muy distinta a la de años anteriores. No se cobró ninguna cuota para la participación de los exalumnos, por lo que el evento tampoco contó con el almuerzo masivo que se venía realizando en esta misma fecha. No hubo aperitivo ni cóctel. El lugar también cambió. Ya no fue el "patio de honor" el encargado de albergar a los antiguos alumnos que llegaban a bromear, recordar y sacarse fotos. Hoy, la ceremonia se efectuó en el aula magna, acompañada del himno nacional y del histórico estandarte del liceo, el de 1813, junto a las diapositivas que corrían con cada una de las intervenciones.
Todo parecía más frío. Varios asistentes lanzaron frases. "No hay nada que celebrar", decían unos. "Hay que reflexionar", proponían otros. Los paros, las tomas, los incidentes con molotov, los encapuchados, parecían haber hecho mella.
En el discurso que entregó el vicepresidente del Centro de Exalumnos (Ceain), Mario Saravia, se formalizaron las alusiones a los hechos de violencia que este año ha vivido el recinto. "Los exalumnos nos habíamos acostumbrado a celebrar de otra manera, más distendida. Hoy nuestro instituto nos clama compromiso. Es hora de reflexionar y sentar las bases para mirar hacia un mejor futuro", dijo Saravia.
También aprovechó la instancia para pedir la reintegración del Ceain al consejo escolar: "Nuestro instituto nos necesita hoy más que nunca", señaló.
La ceremonia, que debía comenzar a las 10.30 h, se atrasó una hora y se extendió por más de dos. Una de las autoridades que asistieron al evento fue el rector, Fernando Soto. En años anteriores por allí deambularon políticos, empresarios y deportistas conocidos.
El discurso de Soto hizo completa referencia a los hechos de violencia. "Pareciera que el fenómeno de los overoles blancos llegó para remplazar la estrategia desgastada de las tomas", fue una de sus frases. Otra: "La glorificación del vandalismo", en una intervención directa, que no duró más de diez minutos.
Fue una mañana sentida. Con compromiso. Con crítica. No una fiesta.
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