Histórico

Alexander Pantsov: "Si Mao estuviera vivo lanzaría una nueva Revolución Cultural"

Para el historiador ruso, el recuerdo del "Gran Timonel" está siendo usado por el liderazgo chino para reforzar su control. Pese a la ausencia de grandes actos por los 40 años de su muerte, la figura de Mao está más presente hoy que hace 30 años, asegura.

“¿Por qué está vendiendo posters de Mao, si fue un dictador sangriento que desató la Revolución Cultural?”, recuerda el historiador Alexander Pantsov que le preguntó recientemente a una mujer en las calles de Beijing. El autor de una de las más aclamadas biografías del fundador de la República Popular China -de cuya muerte se acaban de cumplir 40 años- pensaba que su figura seguía siendo sólo un souvenir, un icono que había perdido su significado o que era rechazado por las purgas de la Revolución Cultural que dejaron más de 1,5 millón de muertos. Sin embargo, la respuesta de la mujer lo sorprendió. “No”, dijo enfática, “él fue un gran líder, fue el fundador de nuestro Estado”.

Para Pantsov, el episodio le confirmó que los tiempos habían cambiado. Hoy el “Gran Timonel” ya no es un mero recuerdo turístico, sino que ha vuelto a adquirir un rol político en la China de Xi Jinping, pese a que el gobierno ha evitado hacer grandes actos para recordar el aniversario de su muerte, por los resquemores que aún despierta en algunos sectores de la sociedad china.

Desde Columbus, Ohio, donde dicta cátedra de historia en la Capital University, Pantsov aceptó contestar unas preguntas de La Tercera sobre el peso que tiene hoy la figura del hombre que lideró la revolución que llevaría a la creación de la República Popular China e instaló a ese país en el centro de la escena mundial. Pese a que en las décadas pasadas la figura de Mao había perdido relevancia, hoy las cosas están cambiando.  Según Pantsov, a medida que las reformas económicas se profundizan, el liderazgo chino necesita reforzar su control político e ideológico y en ese escenario, Mao resulta útil. “Si no se hace eso, tarde o temprano, las reformas económicas terminarán minando las bases de la dictadura comunista”, sostiene.

A su favor, la cúpula del PC chino tiene el hecho de que “el 85% de los chinos cree que los méritos de Mao superan ampliamente sus errores”. En su libro Mao, The Real Story, considerado por The New Yor Review of Books como la biografía definitiva del líder chino, Pantsov intentó mostrar una imagen más equilibrada de la que habían entregado otros libros. Además, logró tener acceso por primera vez a los archivos de la era soviética en Moscú, algo que ningún otro biógrafo de Mao había revisado. Al ser ruso de nacimiento y haber estudiado en el Instituto de Estudios Asiáticos y Africanos de la Universidad de Moscú, pudo leer sin inconvenientes los archivos que detallaban la compleja relación que mantuvieron Mao y Stalin.

Su libro se titula Mao: La Verdadera historia. ¿Por qué decidió llamarlo así? ¿Hay mucho mito en torno a Mao?

Hay un libro escrito por Jung Chang y Jon Halliday titulado Mao: An Untold Story (Mao, una historia no contada) que es muy parcial. Mi libro se basa en archivos reales. Mostré que Mao no fue un santo, pero tampoco un demonio. Fue un revolucionario nacionalista que llevó a cabo la Revolución Nacional y convirtió a China en un centro geopolítico, pero al mismo tiempo fue un dictador sangriento, responsable de millones de muertes.

Mao es recordado hoy como una de las figuras que marcaron el siglo XX. Pero ¿cómo hizo para llegar a ser líder de una gigantesca revolución y ser capaz de cambiar a su país?

El tenía una pasión: leer. Primero se volvió un gran periodista y se hizo popular entre los patriotas chinos. Segundo, era un gran organizador político y militar. Y tercero: tuvo mucha suerte.

Usted accedió a los archivos soviéticos sobre China. ¿Qué pensaban los líderes soviéticos y en especial Stalin sobre Mao?

Stalin ayudó a Mao a convertirse en un líder, pero al mismo tiempo no confiaba en él. Pero en realidad, Stalin no confiaba en nadie.

Y Mao, ¿qué pensaba de Stalin?

Mao respetaba a Stalin y se consideraba a sí mismo como su discípulo.

Mao cambió China, pero ¿qué cree que pensaría si pudiera ver cómo está ese país hoy?

Diría que estaba en lo correcto al creer que China necesitaba una dictadura comunista. Pero atacaría la corrupción y la burocracia del partido y lanzaría una Nueva Revolución Cultural.

Usted dijo en su libro que Mao se ha convertido en  un “souvenir de la historia”. ¿Qué significa Mao para los chinos hoy?

Hace nueve años, al preparar mi biografía para que fuera publicada en Rusia, escribí en el epílogo: “El revival de la economía de mercado a fines de los 70 y comienzos de los 80, facilitado por la ‘reencarnación’ de las facciones ‘moderadas’ tras la muerte de Mao Zedong y más aún, el retorno al poder de Deng Xioaping en julio de 1977, llevó a la comercialización del culto a Mao”. En la China contemporánea, sin embargo, Mao Zedong ya no es un souvenir.

¿Este cambio se inicia con Xi Jinping?

Poco después de la llegada de Xi Jinping al poder, que es uno de los hijos de Xi Zhongxun, un estrecho camarada de armas del Gran Timonel, Mao volvió a ver la luz desde el más allá. Pese a que tanto Xi Zhongxun como el propio Xi Jinping fueron perseguidos durante los años de la Revolución Cultural (1966-1976), ninguno de los dos perdió su fe en el Gran Mao. Desde fines de 2012 comenzó a desplegarse en la República Popular China una campaña para glorificar al líder. Ello, pese a que simultáneamente se profundizaron las reformas pro mercado, contra las cuales Mao batalló furiosamente hasta el final de su vida.

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