Histórico

Alfredo Perl, pianista chileno radicado en Alemania: "El riesgo en Europa es menor de lo que se piensa"

Con un programa concebido a partir de Humoresca, de Schumann, el artista actuará este martes en el CA 660.

Hay palabras para Alfredo Perl (Santiago, 1965) que en alemán lo dicen todo, pero no así su traducción al español. Una de ellas, y que el pianista  repite constantemente cuando se refiere a la obra Humoresca de Schumann, es “desagradable”, que en el idioma germano se sobreentiende de inmediato, pero que dada la connotación que se le podría dar en español opta finalmente por cambiarla a “incómoda”. Así también con el significado de “humor”, que en alemán es más amplio, porque no se está aquí hablando de algo chistoso, sino de un estado de ánimo.

Con residencia en Alemania, donde hace clases y dirige la Orquesta de Cámara de Detmold, Perl está en Santiago hace una semana. Desde la Viña Santa Rita, donde se aloja y donde actuó el jueves pasado, el artista conversa sobre el programa que desarrollará el martes en el CA 660 (al día siguiente dará un clase magistral en esa misma sala) y que incluye, además de la obra de Schumann, las Sonata en La bemol Mayor Hob. XVI/46, de Haydn, y las Nº 22 en Fa Mayor Op. 54 y Nº 23 en Fa menor Appasionata Op. 57, de Beethoven.

Con 40 años de carrera y con el peso de una trayectoria que ha sido más que satisfactoria, Perl empieza a mirar hacia atrás y a hacer una selección. Al menos, en lo que a música se refiere. Por ello es que hoy algunos autores se han vuelto relevantes para él. Es el caso del mismo Schumann, cuya personalidad reviste un interés especial para el pianista chileno. No en vano confiesa que armó el programa en torno a Humoresca, que desde hace un tiempo tenía muchas ganas de tocar. “Es muy difícil, técnicamente incómoda. Es una obra bastante introvertida, aunque tiene secciones de gran brillo. No tiene mucho que ver con el chiste, sino que con una espontaneidad y con una predisposición anímica positiva, a diferencia de Haydn, que tiene un humor más directo y se acerca a lo que nosotros entendemos como tal, con más ingenio y mucha chispa”.

Y aunque el autor romántico es el eje de esta presentación, Haydn tiene su lugar para Perl, quien se remonta a sus años mozos cuando era estudiante. “No estaba muy de moda y no se le reconocía el genio que era dentro del clasicismo vienés. Se pensaba que no estaba a la altura de Mozart o Beethoven, pero es un compositor que te toca muy directamente. Mozart está en el campo de lo divino y Haydn de lo humano, se preocupa de las contradicciones del hombre y es directo para expresarlo. Hoy me encuentro percibiendo su personalidad”.

Perl ha incursionado en las 32 sonatas de Beethoven; esta vez decidió incluir la Nº 22, más breve, en una suerte de preludio a la popular Nº 23. “Es de las pocas que tiene dos movimientos, pero es de una enorme calidad. Y hay que considerar que está entre dos obras monumentales, la Waldstein y la Appasionata, y hace que calce muy bien en el programa”.

¿Considera que los rasgos sinfónico-instrumentales de la Appasionata  enriquecen más al piano?

Existen dos compositores que crean desde y para el piano, que son Schumann y Chopin. Beethoven, por su parte, era un gran pianista, pero ya con sus facultades auditivas disminuidas, empezó a concebir una música menos para el piano y rompió con las posibilidades del instrumento.

¿Siguen existiendo para usted complejidades en este tipo de repertorio, que pareciera ser ya un lugar común en sus recitales?

Son ciclos de uno mismo. Hay épocas en que uno siente más complejidades. En este momento siento que estoy entendiendo bastante mejor esta música. Influye mi actividad como director, porque tomas una cierta distancia, lo que ha sido muy enriquecedor. Como tal tienes el desafío de transitar por las propias ideas musicales. Es una comunicación en la que todo lo que son los conceptos, la parte racional, se explica de forma verbal, pero luego hay que lograr que los músicos se compenetren y se entusiasmen.

Se ha dicho de usted que “transporta al público por experiencias estéticas”. ¿Es algo que busca o es innato?

Es el único sentido que le veo. No habría ninguna otra motivación que pudiera persistir tanto tiempo, pero buscarlo de forma directa es peligroso y puede destruir. Si he logrado esa comunicación, entonces estoy agradecido de ello.

Tras sus conciertos en Chile, que incluyen  una actuación en Temuco el 5 de agosto, Alfredo Perl se presentará en Colombia. Luego regresará a Berlín, donde reside y a Detmold, donde, además de desarrollarse como director artístico, imparte una cátedra de piano en la Escuela Superior de Música, mientras espera que salga en un par de meses su nuevo CD con los tres ciclos de Mahler, junto a la mezzosoprano Gerhild Romberger, con la que ya grabó la Canción de la tierra.

¿Ha influido en el campo de la música la desconfianza política y social que impera hoy en Europa, y, en específico, en Alemania?

No he percibido consecuencias negativas. El riesgo en términos racionales es menor de lo que se piensa, y la música clásica es irrelevante para esta gente, es otro tipo de eventos los que escogen como blanco para sus ataques. Como decía una amiga, sería como poner una bomba en un torneo de ajedrez.

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