Señor director:

Como se sostiene en su editorial de ayer, el uso de mecanismos progresivos de recuperación de la libertad debe ser el eje del sistema penitenciario. Cuando el proceso de obtención de la libertad de un condenado es gradual, mayores son sus posibilidades de reinserción y menores las de reincidir. Si bien  todos los sistemas del mundo enfrentan el desafío de establecer criterios idóneos  en  esta materia, hoy contamos con un sistema más eficiente. En 1994, un 20,9% de quienes accedían a salida controlada al medio libre incumplían; en 2003, la cifra se redujo al 11,2% y en los últimos dos años el incumplimiento no ha superado el 4,8%. Los internos, además, se ven incentivados a participar en actividades de educación y trabajo, requisitos indispensables para la postulación a éstos.

De poco sirven las cifras cuando nos enfrentamos a casos tan dolorosos como el del subteniente de Carabineros Daniel Silva. Pero aunque no es posible predecir con absoluta certeza la conducta futura de las personas, hoy tenemos mejores modelos para determinar la probabilidad de reincidir. El año pasado iniciamos la adaptación de un modelo aplicado con éxito desde hace más de 20 años en países como Canadá y Reino Unido, que permite evaluar desde el inicio de la condena qué factores aumentan o disminuyen esa probabilidad. Esto permite analizar periódicamente los avances, con el fin de decidir de manera objetiva si es adecuado en un caso concreto otorgar gradualmente mayores espacios de libertad.

Este modelo, que será pionero en Latinoamérica, se aplicó como piloto en 36 unidades penales, con más de 4.575 condenados y comenzará a implementarse a fines de este año. Podremos conocer las fortalezas y necesidades de cada condenado, focalizar de mejor manera la oferta que entrega cada cárcel a ellos y trabajar con el objetivo de disminuir las probabilidades de reincidir, contribuyendo a la seguridad pública a través de la efectiva reinserción de quienes cumplen condena.

Juan Ignacio Piña Rochefort

Subsecretario de Justicia