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Bill Plympton: "Las películas animadas viven una época de oro"

Bill Plympton es una caricatura. Mide cerca de dos metros, tiene unos desorbitados ojos que parecieran burlarse de todo el mundo y acostumbra a usar trajes de colores fuertes, desafiando el gris, café y azul del paisaje chileno. Acá en Valdivia, la figura de este animador y director de culto no pasa inadvertida y su masterclass durante el fin de semana también demostró que usa el buen ánimo y la franqueza como tarjeta de presentación.

"Soy un sobreviviente. En una época donde muchos están en los estudios, yo sigo trabajando solo, haciendo mis dibujos a mano", comenta el co-realizador de Liquid television, uno de los espacios más populares de MTV en los años 90. "Me gusta mucho trabajar independientemente, es divertido y tengo libertad, pero al mismo tiempo, estoy celoso de gente como Brad Bird (Los increíbles) o Tim Burton (El cadáver de la novia), quienes tienen millones de dólares para hacer sus filmes y después exhibirlos en miles de salas en el mundo. Así es que estoy esperando en dar un nuevo paso y hacer una gran película en Hollywood", comenta.

Plympton se hizo conocido con algunos cortos que difundió MTV en los años 80. Su huella digital es el trazo a mano, las caras y los cuerpos que cambian de forma y un humor convulsivo, con personajes que ríen o gritan en tramas anárquicas y con bastantes alusiones al sexo, la violencia e incluso la religión. Este tipo de historias (que The New York Times llamó alguna vez "deliciosamente desvergonzadas") ha tenido gran influencia en nuevas generaciones de animadores, en cine y novelas gráficas.

Plympton ha estado nominado al Oscar por sus cortos animados Your face (1987) y Guard dog (2004), pero es un hombre humilde, que además elogia con facilidad. "John Lasseter, quien masificó la animación digital, creó Pixar y dirigió Toy Story en 1995, es muy inteligente y listo, un nuevo Walt Disney". Y agrega: "Disney estaba antes dirigido por hombres de negocios y burócratas. Lasseter, en cambio, tiene corazón de artista y además sabe hacer filmes de éxito. 

Aún así, sigo creyendo que las películas de animación digital son algo frías. Por eso prefiero el lápiz y el papel, me da una calidez y textura que no tienen las máquinas. Además, son más baratas". Su diagnóstico de los dibujos animados actuales es muy claro: "Vivimos una segunda época de oro en la animación. La primera fue entre los 30 y los 40 y la segunda comenzó en los 80, incluso antes de la animación digital, con ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988)".

El incansable dibujo a lápiz y papel en una era donde la animación computacional es la contraseña del éxito es una muestra del espíritu de este autor que además siempre usa el humor para reflexionar sobre su entorno. "Siempre digo que debería existir un premio Nobel del humor, crear situaciones cómicas es muy difícil y merece ser mejor valorado. Mis ideas vienen de la calle, de la ciudad en que vivo, que es Nueva York, una urbe que es como una tira cómica, donde siempre hay situaciones surreales. Por eso ando en todas partes con libreta y lápiz".

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