Cecilia Brunson, embajadora del arte latinoamericano

Il Sembrare e l 'Essere, 1980. foto: Giuliana Traverso.
Il Sembrare e l 'Essere, 1980. foto: Giuliana Traverso.

La curadora chilena, radicada en Londres desde 2008, tiene hace cinco años un espacio dedicado a rescatar y exhibir obras de autores de la región: el último es Francisco Copello. Ahora acaba de abrir una galería en Santiago.




Cecilia Brunson (1972) estaba segura de que irse de Chile le significaría de inmediato ampliar sus horizontes como historiadora del arte. Sin embargo, lo que no calculó es que su país de origen no dejaría de ser el foco permanente de sus investigaciones. Pasó al poco de egresar de la U. de Montreal en Canadá, cuando hurgando en la historia de Frida Kahlo, dio con un personaje más interesante y familiar: su abuela Blanca Luz Brum, que había sido esposa de David Alfaro Siqueiros y musa de varios intelectuales de la época entre ellos Neruda y García Lorca; además de crear la primera revista literaria en Perú, llamada Amauta. Fue ella quien le abrió el camino para su primer trabajo de importancia como asesora de la casa Christie's en Nueva York, donde uno de los retratos de Brum pintado por el mexicano se estaba subastando.

Desde entonces, Brunson ha tenido un pie en Chile y otro en el extranjero, donde ha funcionado como verdadero puente, primero para la escena local y en los últimos años para el arte latinoamericano en general. En ese rol se desempeñó como curadora del American Society de Nueva York y del Blanton Museum of Art, de Texas. Hasta que en 2013 abrió Cecilia Brunson Project, su propio espacio en Londres, donde vive radicada junto a su marido desde 2008. Hoy asegura que se ha consolidado como la única galería dedicada a difundir arte latinoamericano en la capital inglesa, donde hay un interés creciente.

"Una de las misiones de mi galería es poder mostrar arte y a artistas que están bajo el radar, pero que aún no son conocidos. También me interesa hacer un trabajo de desentierro, investigación y darle una difusión pública", dice Brunson. Así ha expuesto el trabajo de artistas de los años 60-70, como los brasileños Claudio Tozzi, exponente de la nueva abstracción y Willys de Castro, del movimiento neoconcreto. Además, siempre le ha hecho un lugar al arte chileno actual, exponiendo a artistas como Josefina Guilisasti, César Gabler y Cristián Silva.

El último rescate que acaba de exhibir es la obra de Francisco Copello, que marca la primera muestra en Londres del performer chileno fallecido en 2006. Se trata de una selección de 30 obras pertenecientes al acervo del coleccionista Juan Yarur, a quien Brunson comenzó a asesorar en 2007 cuando éste recién comenzaba su acervo a unos tempranos 22 años. Hoy, él también es uno de los principales guardianes privados del arte chileno. "La primera vez que supe de Copello fue hace 10 años, a través del galerista Paul Birke quien vinculó a Juan Yarur con la familia del artista para adquirir su trabajo, al final compró unas 100 obras, que hasta ahora nunca habían visto la luz. Juan tiene mucho interés en hacer una investigación en formato libro", cuenta Brunson.

Entre las obras destacan los registros de El mimo y la bandera (1975), una de sus performances más conocidas donde el artista baila y actúa con movimientos que se vuelven cada vez más violentos y que aluden al golpe de Estado. También hay fotos de sus colaboraciones con reconocidos fotógrafos de moda y publicidad, en las que siempre el cuerpo fue protagonista: por ejemplo las fotos que le hizo Giuseppe Pino, donde Copello va transformando su cuerpo desde una apariencia femenina, pasando por la ambigüedad de un desnudo neutro, hasta convertirse en un hombre y luego en un símbolo sexual. Por último también se muestran una serie de collages donde el artista mezcla imágenes propias, pintura, textos, ropa y objetos de la vida cotidiana: aquí se exhiben sus primeras colaboraciones de los 70 con Luis Poirot y de los 90.

"Muchos no saben que Copello estuvo realmente en el epicentro del mundo experimental de los 60. Trabajó con Robert Wilson, el primero en hacer teatro experimental, antes de que fuese conocido. Muchos piensas que el gran performista chileno fue Carlos Leppe, pero antes estuvo Copello", dice Brunson.

Tras cinco años abocada a su galería de Londres, ahora la curadora acaba de abrir hace unos meses una sede en Santiago (Pocuro 3056 depto 3), donde planea extender su interés por difundir el arte contemporáneo de la región a la vez que rastrea obras perdidas. A cargo está su hermana Andrea Brunson. "Seguiré en Inglaterra, pero cada cierto tiempo vendré a Chile para sumergirme otra vez en la escena joven del arte. Para mí es una vuelta al origen, la relación que uno tiene con el terruño es importante y lo que ahora quiero es volver a retomar el diálogo con Chile", dice Brunson, quien exhibe en Santiago obras de la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide.

Mientras tanto, la agenda en Londres para estos meses tendrá una nutrida apuesta Latinoamericana y sobre todo chilena. Tras Copello, Brunson exhibirá un mural sonoro rescatado de 1968 del venezolano Jesús Rafael Soto; y en noviembre Paz Errázuriz, quien el pasado viernes obtuvo el Premio Nacional de Artes, se toma la galería con su serie Circo de los años 80. A principios de 2018 exhibirá la obra de Enrique Ramírez que acaba de estar en la Bienal de Venecia y luego otro rescate del trabajo de Feliciano Centurios, quien según Brunson es "el Copello" paraguayo.

"En Londres el interés por el arte latinoamericano ha crecido y nosotros nos hemos posicionado con una plataforma importante", dice la galerista quien ha logrado llevar la exposiciones a museos importantes como la de Claudio Tozzi que viajó al Museo Villa Croce en Génova en 2016 o la de Willys de Castro al Lughring Augustin Gallery en Nueva York (2017) y al Centro de Arte Contemporáneo en Sao Paulo (2017).

"En Chile la escena también ha crecido y hay que seguir apoyandola sobre todo desde el coleccionismo, que en Chile es bastante serio y cada vez se contagia más a las nuevas generaciones. Además me interesa trabajar con los herederos de los artistas quienes muchas veces no saben la dimensión de la obra que tienen", resume Brunson.

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